Rey estaba encantada de escuchar a Ben hablar de la cena que tuvo con sus padres. Aunque él lo negara, se notaba que los adoraba con el corazón y que esa pequeña reunión los había empujado a acercarse de nuevo. Ella no podía estar más feliz por él y porque hubiera seguido su consejo. Estaban en la casa del empresario, sentados en la alfombra de la sala, esa misma que ella había decorado hacía un par de semanas atrás.
— Me alegra mucho, enserio Ben —le acarició la mejilla con dulzura—. Poco a poco todo irá mejorando entre ustedes.
— Seguramente —asintió él.
— ¿Sabes? Me hubiera gustado conocerte de pequeño.
— ¿Y eso por qué? —preguntó el aludido con la ceja levantada.
— De seguro eras adorable de pequeño. ¿Tienes fotografías? Me encantaría verlas.
— Umm... tengo pero, no Rey, me da cierta... vergüenza.
— Oh, vamos Ben. Por favor —presionó ella con una vocecita dulce.
— Rey...
— Por favor, por favor, por favor —le rogó juntando las palmas y poniéndole esos ojos que le recordaban a los rechonchos y esponjosos porgs.
— Oh dios... —negó con la cabeza sin poder creer que lo haría—. Te advierto que, estaba más chistoso de pequeño que ahora.
— No eres chistoso Ben, eres guapo y sexy —soltó ella con naturalidad. A él se le subieron los colores a la cara—. Es la verdad, es lo que pienso de ti.
— Aquí la sexy de los dos eres tú, preciosa —ignorando que estaba totalmente rojo, se acercó a la jovencita y la besó. Ella correspondió enseguida el contacto que pronto fue perdiendo todo lo casto cuando sus lenguas se encontraron.
— Ben... las fotos... aún quiero ver las fotos —soltó ella, despegándose de esos labios que la estaba haciendo perder la razón.
— S-Si lo lamento —se disculpó él—. No quise aprovecharme.
— Lo sé, Ben, tranquilo —le aseguró.
El pálido hombre se puso de pie y fue hasta un estante empotrado en la pared de enfrente donde tenía muchos libros. Agarró un tomo grande de tapa azul y regresó a reunirse con la jovencita en donde estaba sentada.
Rey tomó entre sus manos el álbum y comenzó, no sin antes echarle una mirada a Ben y besar su mejilla.
Pasó la tapa y aparecieron las primeras fotos que eran de Ben recién nacido envuelto en mantas, otras de él tomando un baño. Una de las fotografías en donde Ben estaba siendo cargado por sus padres reclamó su total atención.
— Te pareces mucho a tu padre —dijo ella observando al delgado hombre. Tenían esa misma sonrisa y hasta la pose—. Eres su vivo retrato, aunque... —se detuvo admirando a una jovencita castaña de cabello largo. Era hermosa—, tienes los ojos de tu madre.
— Mi padre solía decirme eso mucho —Ben se encogió de hombros.
— ¿Crees que se arreglen y vuelvan a estar juntos?
— Es muy probable. Nunca han dejado de quererse, pero son un par de orgullosos —el empresario sabía que había salido a ellos perfectamente en esa parte—. Y eso me recuerda a que, bueno... me gustaría invitarte a la cena de Navidad, Maz también está invitada, espero que quieras ir. Sé que quizás es muy pronto, no quiero asustarte o que pienses que estoy siendo algo intenso pero... bueno... entenderé si no quieres o si tienes planes con tu padre.
— No te fijes del tiempo, por supuesto que iré. Mi padre está grabando por el desierto y no nos veremos para navidad, sino para año nuevo, así que... me encantaría pasar la Navidad contigo y tu familia si no es un problema. Me alegra que me hagas la invitación ahora —miró la pantalla del teléfono—. 19 de diciembre, las tiendas estarán abarrotadas, pero aún puedo conseguir regalos de navidad.
— No es problema, quieren conocerte. Y por favor, los regalos no son necesarios.
— No Ben, de verdad no quiero ir a ver a tus padres con las manos vacías, no te preocupes por eso. Yo también quiero conocerlos. Seguro son tan buenas personas como tú.
— Bueno no te prometo mucho, mi papá es muy bromista y seguramente te va a decir algunas cosas. Mamá en cambio va a querer saber todo de ti... suena divertido ¿no? —soltó con cierto tono irónico.
— La verdad sí.
Rey pasó sus dedos por cada una de las fotografías del álbum haciendo comentarios y escuchando las acotaciones que Ben tenía de cada ocasión.
— Oh, mira esta. Estabas más grande y, ay, tus orejas son tan adorables de verdad... oye espera ¿de quién es esa mano que se ve? —en el retrato, Ben miraba a la cámara notablemente incómodo. Había una mano posada en su hombro, pero como la imagen estaba doblada, no se distinguía la otra persona que estaba ahí.
— Tenía diez y fue un día horrible. La mano es de mi tío Luke —Rey sacó la fotografía lentamente de su compartimento para conocer la identidad del tío. Desdobló el papel y se encontró con un hombre de ojos azules y cabello y barba rubia, que sonreía ampliamente. Después de mirarlo a él, la jovencita notó que había alguien más al lado del tío de Ben.
Pasó sus ojos a la señora que estaba ahí y cuando se dio cuenta de quién se trataba se paralizó en su lugar. Conocía a esa mujer que sonreía y cargaba un bulto de mantas entre sus brazos.
— Recuerdo que mis padres estaban ocupados así que me dejaron con Luke y él me llevó a un viaje a ver a una amiga suya. Fue terrible, horas de camino y él y yo peleándonos a cada rato porque yo estaba muy inquieto. La única parte agradable que recuerdo fue que antes de partir, mamá y yo buscamos un regalo y terminamos comprando un collar con un dije de una mariposa azul para la bebita que acababa de nacer. ¿Rey? ¿Qué sucede? —él frenó su anécdota cuando notó su semblante extraño.
— ¿Qué fue lo que dijiste?
— ¿Pasa algo malo? Estás temblando —mencionó tomándole las muñecas.
— Ben... repite eso último, por favor... —insistió ella.
— Que le llevé un collar con un dije de mariposa a la niña porque acababa de nacer y pasé un momento agradable con mi mamá buscando el presente, eso dije.
Rey sintió como las lágrimas se formaban en sus ojos. No las sostuvo mucho tiempo hasta que comenzaron a escaparse. Ben se asustó. Con manos temblorosas, Rey se metió la mano por el escote del suéter y sacó un collar con un dije de mariposa azul.
— Imposible... —susurró él, tan descolocado como ella.
La chica se puso de pie y fue hasta su bolsa de mano que había dejado en el recibidor. Regresó hasta él que seguía sentado sobre la alfombra, sacó su cartera y le pasó la fotografía que había llevado a la estación de policía. Era la única posesión que tenía de su madre, pues en el orfanato la habían dejado junto con eso. Era su única pista porque en el reverso estaba escrito el nombre de la ciudad "Coruscant" y por eso se había trasladado ahí.
Ben sostuvo ambas fotos. No había duda de que era la misma persona.
— E-Eres tú... y tú madre —Rey asintió y se echó a llorar. Ben, conmovido se puso de pie y la envolvió en un abrazo.
— Yo no sabía... no tenía idea de que... oh Ben... —ahogó el llanto, aferrada en el pecho de su novio.
— Tienes sus ojos verdes, preciosa —él le besó la frente y la apretó a él—. Te prometo que hablaremos con mis padres y mi tío e iremos con Dameron. Vas a encontrarla, a tu padre también. Estoy contigo, Rey, no estás sola...
Rey lloró desconsolada. Al fin podía ponerle color al retrato de su madre. Había heredado sus ojos verdes, se alegraba de saberlo, pero no así el cabello largo, hermoso y pelirrojo. Rezó porque pudiera encontrarla pronto.
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Last Christmas
FanfictionDiciembre comienza. El viento frío choca contra la piel. Es un frío que un abrigo no puede contrarrestar. Los aparadores de las tiendas y las calles están llenos de luces y armonía. Diciembre hace pensar a los corazones... Está ahí, el anhelo de al...