Día 17: Ben y sus padres

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Ben sonreía embobado a la pantalla de su celular mientras, tecleaba ávidamente con sus largos dedos una respuesta al mensaje que le mandó Rey. Aquello era como estar en la cima de la montaña rusa, con miedo de la caída, pero con ganas de vivir la emoción.

La felicidad le embargaba desde ese día en que había corrido tras ella para alcanzarla y para terminar besándola. Habían comenzado ya algo que él estaba seguro quería cuidar y avanzar. Ben se sentía satisfecho consigo mismo. Había durado mucho tiempo enojado, con sus padres, con la vida y consigo mismo. Había decidido cerrarse a la posibilidad de enamorarse de nuevo por miedo a ser lastimado y a no ser suficiente y Rey, con su hermosa sonrisa y sus ojos chispeantes llegaron para decirle que eso no iba a suceder.

Le emocionaba como nunca antes estar con ella y comenzaba a pensar que esa Navidad no la pasaría solo y no nada más por ella, sino, por sus padres. Ese día, después de su primer beso, de que hablaran de que querían estar juntos y de regalarse aún mas besos, Rey le platicó acerca de lo que Poe le había comentado de la investigación y de que no tenía muchas pistas que seguir. Consoló a Rey entre sus brazos y le hizo saber su apoyo y que iban a encontrarlos. Entonces inevitablemente pensó en la situación con sus padres y lo incómodo que se sentía de estar así con ellos o de ser hostil. Había mucho dolor encerrado en la historia de su familia y mucho orgullo. Tenían un severo problema de comunicación entre ellos y eso aunado a los errores de sus padres durante su niñez, había mermado a su pequeña familia. La invitación de su padre a cenar, después de tanto tiempo que no se veían caía había caído en ese momento justo y Ben pensó que quizás sería obra de la fuerza.

— Vaya, vaya... vi esa sonrisa —Han entró a la sala encontrándose cara a cara con su hijo después de mucho tiempo. Como con Leia, mantenía también una relación extraña con Ben. Aquella reunión entre los tres representaba, por lo menos para él, una oportunidad que no pensaba desperdiciar—, y la reconozco, quiero todos los detalles en la cena —le dijo señalándolo—. ¿Cómo estás hijo mío? —preguntó el ex piloto con una voz cariñosa que desarmó al joven, enseguida.

Se puso de pie observando a su canoso padre parado frente a él y no pudo negar lo parecidos que eran ambos. Su padre llevaba puesta esa chamarra de piel que era su favorita y que recordaba de hacía años. Su figura alta que le había heredado no se encorvaba ni un milímetro pese a su edad. Se veía muy bien. Se atrevió a pensar que quizás la distancia les había ayudado a los tres.

— No tan bien como tú, padre —bromeó recibiendo esa sonrisa landina de su viejo. Han abrió las manos mostrándole las palmas y encogiéndose de hombros en su tan característica pose cuando intentaba ser modesto.

— Gracias, hijo —dijo Han. Ben se sintió un poco incómodo porque tenía mucho tiempo que no estaba tan cerca de él. Le había contado a Rey acerca de su extraña relación y ella le había pedido que intentara hablar con ellos y dejar su actitud defensiva, y él se había prometido que así lo haría. No sólo porque ella se lo pidió (que de hecho si era una de las razones más importantes y con más peso) sino porque él mismo sabía que tenía que parar e intentarlo.

— Si, gracias Ben —Leia entró a la habitación y se reunió con los dos hombres de su vida en medio de la sala—. Gracias por aceptar venir de nuevo a casa.

— ¿Pasamos a la mesa? —les preguntó su primogénito, recibiendo las sonrisas de Leia y Han.

*

Los tres integrantes de la familia Solo Organa, se quedaron parados en el umbral de la puerta. Habían pasado una cena como nunca antes y eso que era 17 y no 24 de diciembre.

— Hijo... deberías invitar a esa jovencita Rey, a cenar en Navidad con nosotros —le comentó Leia mientras Ben se ponía su abrigo, pues estaba por marcharse de la casa de sus padres.

— Sirve e invitamos a Maz también y no la pasan solas —comentó Han.

— ¿No es eso muy pronto? —lanzó algo preocupado Ben.

— ¿Por qué piensas eso? ¿Entonces no vas enserio con ella? —Leia puso las manos en jarras y lo miró con reprobación. El empresario se sonrojó.

— Voy enserio, de verdad —les aseguró a sus padres.

— Pues eso basta. Además, nos has dicho que ella está pasando una situación delicada, que no sé qué sea y no hay necesidad de que nos lo cuentes, pero, quizás necesite sentirse acompañada. Te prometo que nos vamos a portar bien, hijo —insistió su padre y Ben se sintió esperanzado.

— La invitaré, lo haré, lo prometo. No sé si vaya a aceptar, pero, les aviso si es así. Me dio gusto verlos —Ben titubeó un poco y recorrió las caras de sus padres que esperaban algo. Dio un paso hacia ellos, abrió sus largos brazos y los envolvió en un fuerte abrazo. Leia no se aguantó el sollozo y Han le revolvió el cabello a Ben.

Era como un regalo de Navidad adelantado.

Su hijo, al fin había vuelto a casa.

Last ChristmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora