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Luego de su octavo cumpleaños, aquella fue su segunda grieta.

Tan consternado está que ni siquiera puede llorar, demasiado confundido para reaccionar, temeroso de sobre analizar pero aún algo curioso. Tenía tantas preguntas.

Junta el acta de defunción con su acta de nacimiento y una fotografía de la mujer estando con varios meses de embarazo. El pulso le tiembla cuando confirma que las tres mujeres son la misma, la vista se le empaña y la respiración se le corta.

Siente el sudor frío bajarle por la espalda, porque mientras más la mira más familiar le resulta.

No recuerda su tacto ni su voz, pero algo en sus ojos lo hace sentir en casa. Ojos avellana mezclados con mar, contra todo pronóstico despigmentándose en miel dorada con toques marrones. Taehyung podía ver sus propios ojos en los de ella.

Acaricia con cuidado el contorno de su rostro, conociendo por primera vez a quien conocía de toda la vida. Una risa quebrada abandonó sus labios rojizos de tanto morder y un mamá fue susurrado con nostalgia.

Una mentira.

Su vida entera había sido una falsedad que de no ser por su espíritu aventurero quién sabe cuándo habría descubierto. Con las fotos esparcidas una vez más por la madera, Taehyung detalló con otros ojos las fotografías de su madre.

Y lloró.

Lloró fuerte viendo lo hermosa que su madre era, lo felices que sus padres habían sido y lo deseado que había sido por ambos. Taehyung fue amado infinitamente desde antes de nacer.

Lágrimas temblorosas tocaron algunas fotos, el ojimiel las limpió rápido, no queriendo arruinar ni un solo centímetro de las pocas cosas que sabía eran reales. Porque ahora, se cuestionaba qué maldita cosa en su vida era real.

Jimin y sus lindas mejillas eran reales, Jungkook y sus labios cereza también, los ojos azules de su padre.

Su padre, pensó.

El hombre tenía tanto por explicar una vez regresase, pero por el momento se aferró a aquellas fotografías que contaban la verdad. Una verdad que le partió el corazón, y tal vez un tramo de la inestable cordura que poseía.

Abrazó con cuidado todo lo que pudo, con la cabeza doliéndole debido a la saturación de información.

—¿Taehyung? —oh, pensó al escuchar la voz de la pelinegra que aplastó sus sueños sin derecho.

Y si días atrás la había perdonado, no podían culparlo por contradecirse ahora, después de todo seguía siendo un humano imperfecto.

Tomó todo consigo y bajó la escalera, no escuchando lo que sea que la mujer le dijese y conformándose con el placer de verla enmudecer luego de ver el llanto en su rostro.

—¿Cuándo iban a decirme? —y vaya lo mucho que disfrutó verla palidecer, porque ella mejor que nadie sabía lo que se guardaba allá arriba.

—¿Qué viste? Te dije que no subie-

—Toda mi vida —interrumpió, la furia burbujeando en la boca de su estómago—, hice todo lo que me dijiste. Dejé de lado mis aspiraciones para complacerte y mendigar un poco de tu amor, ¿quién te crees que eres para destruir mis sueños, para arruinar todo lo que amo?

Escupió venenoso, sintiéndose lo suficientemente valiente para enfrentar a la mujer que creyó amar, hablándole de frente a las pesadillas que lo atormentaron por las noches.

Las mejillas de la pelinegra se encendieron, humillada por el tono despectivo que el menor estaba utilizando para referirse a su persona.

—Me debes respeto, Taehyung —trató de imponerse una vez más, pero el pelimiel estaba a punto de explotar.

Artista » KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora