Artista » KookTae

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Taehyung no era muy bueno haciendo suposiciones, pero tal y como había pensado Jimin y él habían terminado por hablarse seguido, ser compañeros de equipo y almorzar juntos hasta hacerse mejores amigos. El pelimiel disfrutaba mucho de su compañía pues con el tiempo Jimin había dejado de lado su timidez, mostrándole lo divertido de su compañía y la picardía natural en sus acciones.

Aquel día estaban en clase de arte, claramente la favorita del pelimiel.

—¿Qué dibujarás tú Taehyungie? —preguntó su pequeño amigo acercándose a husmear el lienzo completamente vacío de su mejor amigo.

—No lo sé... mi mamá volvió a tirar varios de mis dibujos por lo que no tengo muchas ganas, ¿Tú? —Jimin se llevó una de sus pequeñas manos a la barbilla, con aire pensativo. Taehyung siempre lo molestaba juguetonamente por el tamaño de las mismas, aunque en realidad le parecían condenadamente tiernas.

—¿Qué puedo hacer?

—Algo bonito.

—Entonces voy a dibujarte a ti —Taehyung rio ligero dándole un cariñoso empujón, esperando que sus mejillas no se tiñeran de rojo carmín. La forma en la que Jimin se desenvolvía con el resto de la gente era muy diferente a cuando estaba con él.

—En ese caso quien debería dibujarte soy yo, eres mucho más lindo —contraatacó guiñándole un ojo y provocando un florecido rojo en las mejillas del más bajito.

—Estás loco —replicó en susurro poniendo toda su atención sobre su lienzo para comenzar a dibujar, dando por terminada la conversación. Al ver que Jimin comenzaba a tomar colores y pinceles Taehyung decidió seguir sus pasos.

Tomó primeramente un lápiz para trazar levemente el contorno, pues él aún no era lo suficientemente bueno como para hacerlo sin líneas guías. Primero trazó la cabeza, seguido del rostro, los ojos y los labios, decidió entonces no hacerlo de cuerpo completo sino hasta apenas llegando al pecho, un poco más abajo de las clavículas.

Con una increíble rapidez que lo caracterizaba al ser siempre el primero en terminar los trabajos, dibujó los rasgos que lo distinguían y dejó de lado el boceto para buscar los colores adecuados. Taehyung casi no acostumbraba pintar sus dibujos, pues encontraba cierta belleza en dejarlos vírgenes de tintas y prefería utilizar carboncillo, tizas o lápiz. Pero era imposible dibujarlo a él sin color.

Poco a poco rellenó aquellas líneas con colores vivos y el dibujo comenzó a tomar la forma que deseaba.

No fue hasta que Jimin le tocó el hombro que se detuvo, miró alrededor percatándose de que se encontraba casi vacío. La clase había terminado y no se había inmutado. Era difícil hacerlo estando tan inmerso y perdido entre pinceles, colores y líneas.

Taehyung miró a su mejor amigo el cual mantenía su boca abierta y los ojos expandidos admirando con sorpresa el cuadro frente a sus ojos.

—Taehyungie, es... precioso —susurró anonadado por la belleza del cuadro.

—¿De verdad? —cuestionó viendo el lienzo. Aquellos labios no lo convencían del todo y los ojos no tenían la misma profundidad que cuando los miraba por accidente, pero por un segundo Taehyung juró casi enamorarse de una pintura si no existiera la musa que lo inspiró. Y es que Seokjin era demasiado hermoso, aquella pintura no podía siquiera comparársele.

Como si sus pensamientos fueran escuchados, Seokjin entró al aula deteniéndose al ver aquel par de ojos viéndole y con una pintura de él mismo en el medio. Con cautela y sin apartar la vista del cuadro se acercó a aquellos mejores amigos, uno completamente asombrado y otro con el ritmo cardíaco por las nubes.

—Taehyung... ¿Tú dibujaste esto? —preguntó al pequeño de cabellos y ojos miel.

—S-Si profesor... —¿Por qué se sentía desfallecer ante la mirada de su mayor?

—Es... hermoso —y al escuchar aquellas palabras levantó la cabeza con la emoción recorriéndole las venas y los ojos brillantes de alegría.

—¿D-De verdad lo cree?

—Estoy seguro —lo miró con ternura, enternecido ante la emoción de su alumno. El corazón de Taehyung se derritió ante la gran sonrisa que le dedicó sola y exclusivamente a él—. Dibujas precioso Taehyung, está de más decir que tienes diez, aunque merece mucho más que eso, por supuesto.

—Muchas gracias profesor —Seokjin volvió a sonreírle en grande, acalorándole el rostro y sin piedad de su pobre y jovial corazón.

—No es nada, pequeño —despeinó sus cabellos siendo totalmente ajeno al brillo distinto en su alumno—. Vayan a casa y descansen, ¿Bien? que tengan lindo resto del día.

Y tras despedirse se alejó de ambos para guardar sus cosas. Jimin al estar al tanto de los sentimientos que su mejor amigo tenía por su profesor rápidamente lo tomó de la mano y salieron corriendo fuera de la escuela. Taehyung era incapaz de borrar su sonrisa.

—¡Dijo que dibujo precioso, Jimin, llamó a mi dibujo hermoso! ¿Podría este día ir mejor? —la felicidad le brotaba por cada poro de piel, casi haciéndolo irradiar luz.

—Lo sé Taehyung, yo también estaba ahí —respondió con burla. Luego de que el de ojos miel dejara de brincar de alegría caminaron juntos a casa, más eso no le impidió repetir una y otra vez lo atractivo y amable que era, junto a cualquier otra buena cualidad que se le ocurriera durante todo el camino mientras Jimin lo escuchaba en silencio, alegrándose ante la felicidad de su mejor amigo al ser elogiado por su amor platónico.

Jimin era consciente de los sentimientos que el más alto tenía por Seokjin desde hace tiempo, desde que les dio su primera clase más concretamente. Pero Taehyung no tenía ni la más remota idea de los sentimientos que él provocaba en Park Jimin.

Así que una vez más, Jimin se tragó sus propios sentimientos para que su mejor amigo pudiera hablar sin parar sobre su amor imposible, y era en aquellos momentos en los que el rubio deseaba dibujar como el niño bonito que caminaba a su lado para así poder plasmar en lienzo la manera en que los ojitos de Taehyung se iluminaban cada vez que hablaba de su profesor.

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