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29 de diciembre.

Irónicamente, el día era precioso.

Bajó a desayunar topándose con la mirada sorprendida de la pelinegra, quien no lo había visto tan motivado en todo el mes. Desayunaron en silencio, con las preguntas danzando en el aire y la incertidumbre perfumando el ambiente.

Fue corto, pero ambos disfrutaron de un momento tranquilo. Sin culpas, regaños o reproches, solo ellos dos compartiendo mesa un martes por la mañana.

La mujer fue la primera en retirarse, no sabiendo cómo lidiar con el grato cambio de actitud. Taehyung no la detuvo, delineando su melena azabache y piel algo más saludable. No había vuelto a beber desde que salió del hospital, el solo pensamiento del licor le revolvía el estómago.

Terminó lo que quedaba en su plato y salió momentáneamente a la orilla del mar. Sintió el sol quemarle la pálida piel y las corrientes de aire perforarle, pero se quedó ahí por un rato. El cansancio acumulado seguía presente, más continuó viendo el cielo azul y las movidas aguas celestes.

Inhaló profundo con el picor del invierno besándole la punta de la nariz y enfriándole las entrañas. Pero se quedó otro rato.

Hasta que un poco más entrada la tarde, su mejor amigo llegó a visitarlo. Jimin quedó atónito al verlo ahí afuera, por lo que alarmado había corrido buscando ayudarlo. Se encontró con los preciosos ojos miel mirándolo con aprecio, aún con tintes grises en los iris. Casi llora aliviado por ver su piel canela regresar poco a poco a su tono original.

Quiso besarlo, gritar hasta que todo Corea escuchase su voz pintada de alegría, bailar con las piernas doloridas y cantar por aquel gran paso que Taehyung había tomado, pero no queriendo agobiarlo se limitó a besar su frente y sonreírle bonito.

¿Era acaso aquello la tan esperada calma después de la tormenta?

...

Pasaron el resto del día juntos, Jimin parloteó más animado de lo usual, conforme con que Taehyung le sostuviese la mirada y respondiese cada cierto tiempo. Encantado era poco, fascinado, extasiado tal vez era como se sentía, creyendo firmemente que ese era el comienzo del cambio que entre lágrimas tantas noches le rogó al cielo.

Comieron poco porque para el estómago del pelimiel aún era difícil procesar alimentos luego de días enteros sin comer, Jimin agradeció el esfuerzo que hizo con lo poco que tragó. Vieron series para distraerse y no recordar que la vida seguía avanzando, para el rubio estuvo bien.

Y ya entrada la noche, antes de que su madre lo recogiese, se acurrucaron en las cálidas sábanas de su habitación.

Jimin estaba feliz, su mejor amigo estaba siendo tan demostrativo con él, hundiéndose en la curvatura de su cuello y aspirando su aroma; besando sus mejillas y repitiendo infinidad de veces lo mucho que lo amaba.

El mayor acariciaba su cabello, espalda y todo lo que sus manos pudiesen tocar, alegre de poder consolarlo al menos un poco. Se sostuvieron como tantas otras noches pero había algo diferente, Jimin lo supo cuando llegada la hora de marcharse vio el gris interponerse entre la miel de los orbes ajenos.

Se despidieron con tanto amor y emoción que el rubio no supo cómo interpretar la mirada rota que su alma gemela le dio.

Es apego por su recuperación, quiso pensar al sentir la fuerza con la que lo abrazaba, como si quisiese metérselo bajo la piel. Pero todo temor se esfumó al mirarlo y ser despedido por su hermosa sonrisa cuadrada.

Oh, cuánto la había extrañado.

Se besaron las mejillas y la frente hasta que los labios les dolieron y sonrisas bobas les quedaron en ambas bocas, queriendo alargar cada segundo solo un poco más. Porque se amaban y Taehyung no cometería el mismo error dos veces.

Así que besó, acarició y abrazó todo lo que pudo, buscando dar y recibir todo para no arrepentirse después.

Y cuando sin querer irse Jimin terminó por marcharse, en la penumbra de su habitación Taehyung sonrió, pues había visto el precioso brillo en su mejor amigo y él había entregado la última gota del suyo propio en agradecimiento.

Último. Se había arrepentido tanto por no aprovechar cada instante con su padre, por no abrazarle más y profesar su amor. Vio el amanecer y sintió el aroma a café impregnársele en la piel, el sol le acarició los lunares y su mejor amigo brilló para él.

Quizá con la experiencia había aprendido a disfrutar las despedidas.

[...]

Feliz cumpleaños, TaeTae real 💜

MAÑANA ÚLTIMO CAPÍTULO 🥺

Artista » KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora