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Escribir cartas pasó por su mente, aunque terminó descartándolo casi al instante. No quería atormentar a nadie con sus últimas palabras.

Cuando menos lo esperó el reloj en su pared marcaba las doce. No hubo globos a los cuales admirar ni tampoco velitas por soplar, ya no tenían sentido. Observó una última vez su habitación, recordando todo lo que había vivido en dichas cuatro paredes y cuando los recuerdos amenazaban con retenerlo el teléfono escaleras abajo sonó.

Pensó ignorarlo y salir, pero aún tenía un espíritu aventurero el cual lo condujo a contestar a quien sea que llamase a esas horas.

—Un año más de mi persona favorita —murmuró su mejor amigo al otro lado de la línea—, feliz cumpleaños TaeTae, te amo tanto que no te lo puedes imaginar. Como a nadie en el mundo.

El pelimiel rio quebradizo, por supuesto que él no había olvidado su cumpleaños,

Puedo imaginarlo solo con mirarte a los ojos —respondió con un audible nudo en la garganta—. Te amo más allá de las estrellas, ¿lo sabes, no?

—¡Por supuesto que lo sé! —bastaba con solo ver cómo le sonreía—. A primera hora de la mañana iré y te llenaré de muchos besos y abrazos, te aviso para que vistas tus mejores ropas y laves tu carita ¿Mh? nada de tocar la cama hasta las diez, nos dormiremos tarde.

Taehyung sonrió con el llanto escapándosele entre las gruesas pestañas. Quizá aún era malo con las despedidas.

Gracias. No sabes cuánto te amo, de verdad gracias por todo Minnie.

Jimin no supo por qué se sintió algo ansioso ante la cruda sinceridad de su mejor amigo.

Se dijeron palabras dulces y buenos deseos antes de cortar, Taehyung un tanto más tranquilo y el rubio se llamó a sí mismo paranoico, terminando por confiar en su plan mañanero y no pensar más las cosas. Y tal vez debió escuchar más a su instinto, pues mientras él trataba de dormir Taehyung se escabullía de nuevo a la orilla del mar.

Se enredó en los familiares brazos de Jungkook y suspiró encantado, con el agua cubriéndole los pies Taehyung se sintió libre. Se perdió en ojos carbón y se entregó a labios cereza, mirándole.

Tan bonito —se le escapó un suspiro enamorado. Jungkook pudo ver fuego en su mirada. Cepilló un rizo rebelde tras su oreja soltando una risita.

—¿Qué? —cuestionó con sus piernas rodeando al pelinegro, el agua llegándole a la cintura.

—Es tierno —admitió con una sonrisa de tintes melancólicos—. ¿En verdad aún no te das cuenta de que todo lo que has dicho y hecho es describirte a ti mismo?

Taehyung no comprendió, su hermoso chico del mar recitó palabra por palabra halagos que reiteradas veces le había dicho, pequeños poemas que salían a flote cuando la marea los arrullaba y canciones que nunca serían terminadas.

—No entiendo —el entrecejo se le arrugó en desconcierto, el agua le tocó los codos.

—Todas esas palabras TaeTae, no me las dedicaste, no las dijiste pensando en mí. Te las decías a ti.

—No, eran para ti —intentó insistir, el pelinegro negó con la cabeza. Afianzó el agarre en su cintura mirándole dulce.

—No puedes decirle al mar lo bello que es si sólo lo dices cuando ves la luna reflejada en él —subió una mano a su rostro, sobando su mejilla en consuelo—. ¿Pero cómo sabría la luna lo hermosa que es si no estuviese el mar para reflejar su belleza?

El recuerdo de un dibujo abandonado lo dejó sin aliento, el primer hombre que le pareció bonito y lo hizo soñar. Pudo distinguir sus facciones en Jungkook y pronto sus orbes negros ya no eran negros, sino miel.

El agua le acarició el pecho.

Los ojos de Taehyung se llenaron de lágrimas al entender finalmente las palabras del azabache. Se aferró a él y bastó con ver sus ojos carbón de nuevo para calmarse.

Pensó en Jimin y el corazón le explotó de amor al rememorarlo, conforme con haber aprovechado su último día a su lado. Pensó en los Park y la gentileza de su hogar, en Seokjin y la ilusión de quien descubre lo que es amar. Recordó a la pelinegra de ojos tristes y a su familia que nunca llegó.

El agua le llegó al cuello.

Había cometido tantos errores, se había dejado envenenar y finalmente estaba hundiéndose.

Sin embargo, no se arrepintió. Porque con la gélida marea dificultándole respirar se sintió elevar entre brazos seguros y su pecho ya no dolía tanto.

El agua le cubrió la barbilla, Jungkook lo miró.

Te amo —confesó sin avisar, con los labios rojos perdiéndose en la oscuridad engullente del mar abierto.

No había dolor, no había llanto, tristeza o temor. No había nada más que ellos entregándose bajo la luz de la luna, con el canto de la marea endulzándoles el oído cual sirena.

Y la mirada de Taehyung volvió a tener estrellas.

—Te amo —Jungkook correspondió.

Cerró los ojos buscando los labios ajenos bajo el agua, disfrutando del sabor salado colándose. Se tomaron de las manos y se fundieron en un abrazo eterno. Era su promesa.

Taehyung abrió los ojos una última vez, con el agua rozándole la nariz. Los ojos de Jungkook pasaron del negro al azul y de avellana a miel, pudo jurar verse a sí mismo por un segundo interminable y se dejó ir.

El agua le besó las pestañas.

El mar puede ser traicionero Taehyung, recuerda a su padre advertirle. Mira la luna llena antes de que el agua termine por devorarlo.

Pero papá, ¿Cómo Jungkook podría traicionarme?

[...]

Feliz cumpleaños, TaeTae ficticio 💜

Nos queda: epílogo + extra

¿SE DAN CUENTA DEL IMPACTO? La historia terminó simultáneamente en la vida real y el mundo ficticio, dios amO 😭

Artista » KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora