Artista » KookTae

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30 de diciembre.

El cumpleaños número doce de Taehyung había llegado, su padre no aparecía aún y su madre estaba más irritante que de costumbre.

El pelimiel atendía a los invitados mientras su madre estaba desaparecida en alguna parte de la casa, vaya manera de celebrar un cumpleaños.

Con prisa repartió vasos con refresco y platos con comida para luego decidir entrar en busca de la mujer que no se dignaba a hacer acto de presencia. La casa, gracias al cielo, se encontraba vacía a excepción de algunos de sus primos que entraban buscando el baño, Taehyung agradeció que la fiesta estuviera afuera pues no quería tener que limpiar cuando terminase.

Revisó sin éxito la cocina y la sala, subió las escaleras y sin rodeos fue hacia la habitación de sus padres. Ella tampoco estaba ahí. Una imagen se coló en sus pensamientos, provocando que su ritmo cardíaco aumentara. Él había olvidado colocarle el seguro a la puerta antes de salir de su habitación.

Con el corazón pendiendo de un hilo corrió apresurado a su habitación, deteniéndose tan solo unos segundos frente a la puerta para regularizar su respiración y no dar señales de la gran ansiedad que sentiría si encontraba a su madre dentro. Abrió la puerta con el pulso tembloroso y el corazón retumbándole en los oídos, y a pesar de saber de antemano que ella se encontraría ahí, se asustó igualmente.

—¿M-Mamá...? —habló con el miedo tiñéndole la voz.

—Ven aquí —llamó esquivando olímpicamente su llamado. Taehyung, con una capa de sudor frío en la frente, se acercó a su madre la cual estaba sentada en su cama, dándole la espalda y con una libreta abierta en el regazo. Al acercarse sintió los pulmones llenársele de aire nuevamente al percatarse de que aquella libreta contenía viejos dibujos hechos a lápiz, dibujos que había conservado orgulloso para admirar cuánto había progresado con el pasar de los años. No creía en dios pero agradeció a todos los dioses habidos y por haber que su madre encontrara esos y no los cuadros ni mucho menos todos los materiales que su padre le compró—. ¿Qué son éstos?

—Dibujos.

—Eso ya lo sé Taehyung, me refiero a por qué tienes esto aquí —el mencionado no pudo evitar sentir una leve punzada de dolor, ¿Por qué de repente las palabras de su madre sonaban llenas de desprecio?

—Porque yo los hice —contestó—. Hice uno para ti incluso.

Tomó la libreta de sus manos y buscó el dibujo más decente para posteriormente entregárselo a su madre, la cual por su expresión denotaba que no le hacía especial ilusión recibirlo.

—Ya veo... ¿Así que aburrido, eh? ya no tendrás que preocuparte por eso, pronto empezarán las clases y tendrás muchas cosas más importantes que hacer en lugar de... esto —con apatía miró uno de sus primeros dibujos, uno a los que más tiempo le había dedicado, su primer motivo de orgullo. Se levantó abruptamente y caminó hacia la puerta—. Y Taehyung, deberías dejar de colocarle el seguro a la puerta. Si no hay nada que esconder no tienes por qué hacerlo, ¿Verdad?

Por instinto movió la cabeza afirmativamente, dándole como siempre la razón a su madre.

—Por supuesto que no. Ahora date prisa y guarda o tira eso para que vengas a ayudarme con la familia, ¿O piensas que haga todo yo sola? —negó nuevamente, la mujer abandonó la habitación dejando a un Taehyung de doce años con una libreta de dibujos viejos a lápiz, un corazón solo un poco más herido y tal vez, solo tal vez, algunas lágrimas que amenazaban con caer.

Salió de su habitación y bajó las escaleras con un nudo en la garganta sin sorprenderse al ver su dibujo arrugado tirado en el bote de basura más cercano. Taehyung sabía que algo así podría pasar, era lo más probable de hecho, pero a pesar de todo él había tomado la decisión de confiar una vez más en la mujer que le dio la vida. Y como las veces anteriores, se había equivocado al hacerlo.