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Capítulo dedicado a mi Soulmate, por la madrugada que nos descubrimos humanas.

[...]

Con los días pasando, Taehyung esperaba el regreso a clases.

Quería ver a sus amigos de la escuela, poner atención a los maestros y vivir estable unos días más. Quería reír con las notas que su mejor amigo deslizaba a su lado de la mesa o guardar con emoción sus pertenencias tras terminar la jornada.

De solo pensarlo, ya echaba de menos cosas que antes no tenían importancia. Qué incongruente era el ser humano, se repetía.

Demasiado ocupado viviendo el día a día como para apreciar los pequeños detalles de la vida. Qué atareado solía estar que ni la mirada al cielo podía levantar.

O por el contrario, qué egoísta podía llegar a ser, imponiéndose ante todo, ante todos.

[...]

13 de octubre.

Jimin organizó una pequeña pero animada fiesta en su casa. La mayoría de invitados siendo miembros de su familia y uno que otro viejo amigo.

Taehyung estaba genuinamente feliz de ver a su mejor amigo sonreír tan precioso, con el gorrito azul mal colocado despeinándole el cabello y restos de golosinas en las mejillas.

Lo vio brillar tan hermoso al son de la canción de Feliz Cumpleaños recitada por sus seres queridos y soplar fuerte las trece velas del rosado pastel. Aplaudieron para él y cuando menos lo esperó, aquella pregunta llegó.

—¿Qué serás de grande Mimi? —preguntó una de sus múltiples primas menores.

Taehyung se tensó. No por favor, rogó. De entre todas las personas no le arruinen el día a él.

Pero para su sorpresa, Jimin sonrió.

—Aún no sé —respondió honesto mirando a sus padres, sin temor.

Taehyung no terminaba de creerlo.

—Para lo que sea que decidas, tienes nuestro apoyo —añadió su padre rodeando con un brazo cariñoso a su mujer, quien asintió corroborando sus palabras.

Y ahí, con todos sonriendo cálido y el pastel siendo repartido, Kim Taehyung sintió lo que era ser aceptado. Nadie esperaba algo del rubio más allá de su sonrisa, no cargaban sobre sus hombros el peso de una responsabilidad que todavía no le tocaba asumir. Respetaban su crecimiento, metas y deseos.

El pelimiel sintió los ojos aguársele, agradecido de saber que su mejor amigo tenía aquello que él toda la vida había anhelado.

Y cuando Jimin lo miró, con glaseado de pastel en los labios y orgulloso de ser el centro de atención, guardó aquella preciosa imagen en el fondo de su corazón.

...

Tristemente, no todo fueron buenas noticias. Taehyung tuvo la decencia de esperar hasta pasada la medianoche para revelarle eso que tanto lo había hecho llorar al rubio que lo miraba con estrellas fugaces en los ojos, acomodado en las sábanas de su colchón listo para dormir a su lado una vez más.

Si de algo podía regocijarse era que pese a todo cumplió su palabra, no permitiéndose dejar siquiera una pequeña mancha gris en el hermoso día celeste de su mejor amigo.

Jimin lo escuchó con atención y a pesar de entenderlo, la mirada se le empañó y el corazón se le apretó.

Pero fue hasta que Taehyung sacó su regalo, en un intento de consuelo, que las lágrimas le besaron el rostro. Porque ahí, dentro de la habitación que tantas noches había dormido, donde dio su primer beso y aprendió lo que era amar, se descubrió a sí mismo humano.

Con el llanto sacudiéndole el cuerpo, los brazos de su enamorado rodeándolo y un bello cuadro suyo en el centro del cuarto, Jimin entendió que nada era para siempre.

Que las personas sufrían y los cambios venían; que después de todo seguía siendo un niño enamorándose por primera vez.

Cuando logró tranquilizarse luego de que con pena y extremo cuidado Taehyung confesase que sus días juntos estaban contados, admiró su regalo con un nudo en la garganta.

Era él durmiendo, no lograba recordar la ocasión que vistió dichas prendas pero poco pudo importarle al mirarse tan hermoso.

Con las hebras doradas cuál tesoro y un sonrojo dulce, Jimin se vio bonito. Tan bonito que Taehyung volvió a abrazarlo luego de verlo romper en llanto, tan bonito que dolió.

Porque a veces incluso las cosas bonitas dolían.

El pelimiel le besó las mejillas, la frente y sobó su espalda con cariño; lo llevó de regreso a la cama y lo recostó con cuidado. Veía lo saturado que estaba con tantas emociones en tan poco tiempo por lo que no dijo nada más y lo dejó descansar.

Los arropó a ambos bajo la protección de la noche y Jimin se dejó ir.

Se entregó a los brazos que lo sostenían y pospuso preocupaciones, pues a pesar de llorar dolorido, Taehyung aún no se iba y estaba con él.

El rubio se permitió ser un poco egoísta y dejarse consolar, dispuesto a afrontar la realidad y asumir las consecuencias después. Por hoy solo sería un hombre triste, un niño indefenso y un enamorado desolado.

Porque Jimin no sólo era sonrisas, también era llanto, agonía y miedo. Y Taehyung no era solo tristeza, también era fuerza, valentía y amor.

Y si lo bonito dolía y lo doloroso era capaz de ser bonito, ellos serían ellos por un momento, un suspiro, una noche. Y si Dios o la vida se compadecían de las almas gemelas que buscaban unificarse, una noche duraría toda la vida.

[...]

Fua, estoy editando esta historia después de meses (si no es que el año)  y yo misma me estoy destruyendo JAJAJAJJA basta escribo a toda madre

Artista » KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora