25: Desaparecido

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Keyla

Un mes después.

Regreso de mi viaje, mi cuartada, ya nadie puede involucrarme con el asesinato de Vinicio y puedo proceder a hacer todos los trámites pertinentes con Drew, aunque mientras estuve fuera también me estuve encargando de alguno de estos.

Todo lo que quiero se cumple, al fin logré mi venganza, me regocijo cada día con eso, pero no estará completa hasta que me deshaga de los secuaces de mi enterrador. Pronto lo lograré, en cuanto sea la dueña de todo, la administradora. No lo voy a negar, también deseo el puesto por el poder, el dinero, toda mi ambición. Los trabajadores de mi enterrador son excusas mínimas para todo lo que quiero lograr.

Solo tengo un cabo suelto que no he podido concretar aún.

Tyner.

No lo he visto en mucho tiempo, lo extraño. Es mi obsesión, lo deseo demasiado a pesar de que le maté a sus seres queridos. No tengo corazón, pero es un capricho que quiero de todas maneras. No puedo evitarlo. Soy tan cínica, no tengo cara para hacer todo esto, pero ya no hay alma en mí, así que no importa. Imposible ver un remedio para mi oscuro ser, lo hecho, hecho está.

Ya no puedo arrepentirme, ya no hay vuelta atrás.

Debo seguir con mi vida de ser una destructiva, pero con la cabeza en alto siempre. Una hipócrita, pero siempre reina.

Hoy tengo una reunión con el administrador. Una vez que lo tenga en mis manos y lo seduzca, iré a buscar a Tyner, necesito ver cómo está.

Subo a un taxi y me dirijo a la dirección pautada. Miro mi mano viendo la sortija, que no entiendo por qué no me la he sacado, entonces decido guardarla en mi bolsillo, para cuando me encuentre con administrador, él no la vea.

Bajo del vehículo cuando este estaciona en frente del restaurant elegante. Al entrar a la lujosa edificación, pregunto por la reserva y me guían hasta una mesa. Me siento en una silla de cobre, entonces espero al anciano, le sonrío cuando llega.

―¿Esperaste mucho? ―me pregunta.

―Para nada.

Este se sienta a mi lado y sin dudarlo toca mi pierna.

―Siento mucho tu pérdida.

Agarro de la copa que sirve el camarero justo a tiempo y le coqueteo al vejestorio como si fuera el hombre más atractivo del mundo, que en realidad ni por casualidad lo es.

―Ambos sabemos que es más ganancia que pérdida. ―Me pongo cómoda en mi asiento, cruzo la pierna en un intento de dejar de sentir su tacto y me hago la confianzuda apoyando el codo en el respaldo de la silla, mientras sorbo de mi vaso.

Se ríe.

―Cierto, te beneficiaste mucho con esto, hasta podrías considerarte sospechosa.

Me acerco a su rostro sin inmutarme.

―Estaba fuera, atendiendo los negocios de mi hombre.

―Pudiste haber mandado a alguien.

Me alejo y me río.

―No tengo tanto poder.

Apoya nuevamente su mano en mi pierna.

―Por eso estás aquí, ¿no?

―Hombre astuto. ―Hago una risilla encantadora para coquetearle.

Creo que ya lo tengo conquistado. A un anciano decrepito como este no le deben prestar mucha atención las mujeres. Seguro usa su poder para obtener prostitutas. Aunque debe sentirse halagado que una mujer joven le coquetee.

―Ya estoy grande, pero me agrada que podamos hacer negocios juntos ―habla de sexo.

―Seguro que está en buena condición física. ―Tomo otro sorbo de mi copa―. Aunque espero que podamos hablar de otros temas también. ―Me relamo los labios incitándolo.

―Lo que quieras. ―Acorta la distancia entre nuestros cuerpos.

―Terminemos esta conversación en un lugar más privado ―ofrezco.

Lo admito, hace tiempo no tengo sexo, pero ya superé mi etapa de no poderlo hacer con cualquiera. Al final Vinicio me entrenó bien.

Sí, así es, termino teniendo sexo con el anciano. Soy como esas mujeres de telenovelas, esas casa fortunas. Aunque más hablo con este viejo, descubro más cosas, como cuales son las funciones de un administrador.

Apoyo mi cabeza en su anciano torso, mientras estamos recostados en la cama de un hotel y me cuenta un poco más.

―Así que ser administrador le hace honor a su nombre. ―Hago círculos en su flácido y viejo pectoral.

―Administras. ―Se carcajea.

―Pero no tienes todo el poder.

―No, sino la empresa se destruiría.

―Interesante ―acoto pensativa.

―Lo es, un día te llevaré a ver las instalaciones, se ve cada archivo de cada persona y lugar, es como un enorme pendrive pero en edificación.

―Me encantaría. ―Me muerdo el labio inferior extasiada por la información, totalmente satisfecha.

Sería tan fácil encontrar a los secuaces de mi enterrador.

―Eres deliciosa. ―Toma mi barbilla y me besa―. Nunca había conocido a una mujer como tú.

Este hombre está necesitado.

Bueno era muy evidente que ninguna mujer le iba a prestar atención, ni siquiera es un anciano lindo, es un anciano arrugado y feo. Seguro cuando era joven tampoco le prestaban atención.

Tiene poco, entonces toma lo que puede, es presa fácil.

―Soy una Reina ―le contesto.

Se ríe entonces nos besamos otra vez. Lo dejo que me toque y para mi mala la suerte tenemos sexo de nuevo. Aunque no importa, es el precio que hay que pagar por la ambición. No es como si no lo hubiera hecho antes con hombres feos y asquerosos, pero es que había subido de rango, entonces hace mucho no hacía esto. Bueno, el que se esfuerza triunfa, así que un esfuerzo más, no me hará daño.

~~~

―¡Keyla! ―Veo a Drew cuando estoy volviendo a la casa de Vinicio. Vine aquí ya que no encontré a Tyner―. No me dijiste que llegaste de tu vuelo ―acota, entonces guardo mis llaves para saludarlo.

―Hola, lo lamento, fue agotador.

―Te viste con mi abuelo ―dice directo y enarco una ceja―. Tengo ojos en todas partes ―bromea.

―Sí.

―Y dime, ¿cuándo la pasaremos bien tú y yo?

Sonrío.

―Cierto, aún no te he pagado, pasa ―aclaro sin problemas.

Necesito quitarme el sudor de ese anciano y un hombre atractivo no me vendría mal para limpiarme.

Total Tyner sigue desaparecido. 

Perversa Oscuridad: ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora