19: Entre la espada y la pared

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Keyla

Vinicio es un superior ahora. Nos dirigimos a una reunión del alto mando, veo por la ventanilla del vehículo, apoyando mi sien allí, mientras el auto avanza.

Hace tiempo que no veo a Tyner, lo último que supe de él, es que le entregó el poder a Vinicio, pero después de ahí no he oído nada más. Aunque preferiría verlo, seguro está con el asunto del asesino de su padre, que casualmente soy yo. Nunca lo descubrirá, eso lo juro.

Pensando en padres, quizás no debí hablarle a mi comprador de los míos. Quiero mantener esa etapa de mi vida muy lejos de mí. Mamá desapareció cuando yo era muy pequeña y papá nunca la superó. Me pregunto si yo puedo superarlos. Recuerdo que últimamente no tengo sentimientos y se me pasa.

Vinicio tiene razón, nunca se me cruzó por la cabeza lo que haré después de mi venganza. Es algo que jamás me he planteado. Pero no será volver a casa, mi padre ha cambiado y yo también. Lo sé, porque he hecho mis propias averiguaciones sobre él. Aunque a veces me gustaría conocer más.

Me inclino sentándome derecha, alejándome de la ventanilla, para ver mejor la mansión enorme a la que estamos llegando. Esta debe ser la residencia del administrador. Un vilo de ambición crece en mí. El administrador tiene acceso a todo y tiene mucho poder. Me pregunto si una mujer puede tener ese puesto, subir escalones nunca ha sido un problema para mí.

Dejaré de ser un peón, una prostituta, tomaré lo que quiera, me convertiré en administradora y así seré una verdadera reina.

Tengo las fichas y sé hacer mis jugadas. Miro a Vinicio un momento, entonces le sonrío. Me le acerco, agarrándome de su brazo.

―Espero que no hayas olvidado nuestro trato ―le aclaro.

Toma mi barbilla.

―Claro que no, amor.

Corrección, ya dejé de ser una prostituta, soy su mujer, pero todavía necesito escalar más alto, pero antes de preocuparme por mis ambiciones, necesito encargarme de lo que más me importa, matar a mi enterrador, cumplir mi venganza.

El vehículo estaciona y siento la mano del castaño en mi cintura cuando bajamos de este. Nos presentamos ante el guardia, entonces nos adentramos a la recepción enorme de la mansión. Miro enamorada el lugar y cada vez estoy más segura de lo que quiero. Vinicio me da un leve beso, para dirigirse a hablar con algunas personas. Me deja un momento a solas, así que aprovecho para deleitarme con la arquitectura.

Un camarero se me acerca y acepto el champagne que me ofrece. Avanzo con la copa hasta una ventana, entonces observo un enorme jardín, miro con el deseo de avaricia el sitio.

―Un día todo esto será mío ―susurro con aires de grandeza.

―Con esa sensual voz, seguramente lo conseguirás.

No me inmuto al descubrir que alguien me escuchó, solo me giro sin importancia a ver de quién se trata. Me encuentro con un hombre atractivo así que sonrío, todo su cuerpo dice peligro y la verdad eso me encanta. Viste un traje negro, como si su presencia fuera maligna. Sus ojos azules me observan penetrantes, pasa su mano por su melena marrón oscura y también me sonríe.

―Un gusto ―al fin se presenta―. Soy Drew Marconi. ―Besa el dorso de mi mano y la suelta para luego agregar―: El nieto del administrador.

Enarco una ceja interesada.

―Keyla, Keyla Crager ―le contesto a su saludo de manera coqueta―. Calculo que Marconi no es el apellido del administrador, sino no me lo dirías, ¿verdad?

Se ríe.

―No, no lo es.

―¿Heredarás todo esto cuando se muera el anciano? ―digo sin tacto y tomo un poco más de mi bebida.

A él no le afecta porque vuelve a reír.

―No, no funciona sí.

―Ya veo, lo supuse ―expreso sin molestia. Todavía sigo interesada―. Espero que seamos buenos amigos.

Mira mi vestido largo y de tonos grises pegado a mi cuerpo que resalta mi hermosa figura, la cual no ha dejado de admirar con sus ojos una y otra vez.

―Podemos ser más que eso.

Me río.

―Me parece bien. ―Revoloteo las pestañas y me muerdo el labio inferior―. Pero no le digas a nadie.

―Me encantan los secretos.

―Un placer conocerte. ―Me alejo de él y me sigue con la vista.

―El placer es mío.

Me acerco a Vinicio que está hablando con un anciano en el salón ¿Será?

―Keyla. ―Me agarra de nuevo de la cintura el castaño―. Te presento al administrador.

Lo sabía.

―Un placer. ―Inclino un momento la cabeza para saludarlo.

―Encantado ―dice el vejestorio.

―Le contaba al administrador sobre nuestra conversación de anoche ―Vinicio me explica y agrega―: Sobre mis padres.

Ah sí, que los mató.

―¿Por qué les diste muerte? ―cuestiono eso―. Nunca lo aclaraste.

―Verás... ―contesta el administrador―. Hay muchas pruebas en este mundo y una se trata de la lealtad, en la mafia si no hay lealtad la otra opción es la muerte, ¿se entiende?

―Mis padres traicionaron a Cenizas Ocultas ―prosigue Vinicio―, así que había que asesinarlos, elegí por mi bien deshacerme de ellos ―vuelve a expresar con frialdad como ayer y repite―. Eran ellos o yo, como sabes, me elegí a mí.

―Supongo que estabas entre la espada y la pared o no los querías ―sugiero.

―Ambas son factibles. ―Sigue frío ante el asunto.

―¿Y a qué viene el tema? ―Vuelvo a prestar atención a mi champagne y tomo un sorbo de este antes de escuchar su respuesta.

―En que también quiero ponerte entre la espada y la pared ―parece una amenaza.

Sonrío despacio y contesto con la misma lentitud, para analizar todo de manera detenida, ya que no voy a dejarme vencer.

―Te escucho. 

Perversa Oscuridad: ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora