37: Tensión sexual

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Cassidy

Ajusto el arnés y salto, bajo con la soga hasta el vidrio de mi interés. Apoyo el cortador en el punto exacto, entonces este acciona su función y el cristal es cortado en una perfecta forma de círculo. Lo quito con cuidado, para luego meter la mano y tocar la manija para abrir la ventana. Me adentro en la oficina, comienzo a revisar cada papel del escritorio.

―¿Buscas algo en específico?

Alzo la vista visualizando a Tyner con esa mirada fría que tiene desde que lo conocí, así que le sonrío.

―¿Quién te hizo tanto daño? ―le consulto.

Entrecierra los ojos.

―No me cambies de tema ―exige.

―Viendo que te tardabas mucho, debía seguir por mi parte, esta noche es hermosa como para desaprovecharla. ―Me muerdo el labio inferior.

Se ríe.

―¿Me estás coqueteando?

―No, solo respondí a tu pregunta ¿Y tú? ¿Encontraste a Keyla?

―Sí, no va a participar. ―Camina hasta mí, volviendo a su gesto serio.

Me alejo de su escritorio, rodeando su mesa, para que esta no sea un obstáculo entre nosotros. Aunque debería mantener distancia, me encontró hurgando en sus cosas, podría ser mi fin. Sin embargo como tengo confianza en mis habilidades me tomo la libertad de estar a poco espacio de él.

―¿Por qué? ―cuestiono a su acotación―. Tengo entendido que es una persona perseverante, no creo que dejara una oportunidad así, sobre todo si se trata de su venganza.

―Viéndolo de ese modo, creo que tienes razón.

―O sea que fue una conjetura. ―Enarco una ceja―. ¿Qué te hizo pensar que ella no lo hará? Ya que al parecer no te dio una respuesta.

―Está embarazada, es peligroso.

―Mm, y tú conociéndola, ¿crees que eso la detendría?

―No creo, pero quizás Vinicio la convenza ―expresa dudoso.

―Mm, nada certero, qué triste.

―Cassidy, debería desconfiar de ti, pero...

―¿Desconfiar? ―lo interrumpo―. Si tuviera algo contra ti no estaríamos hablando. Además, ¿qué? ¿Tienes algo que ocultar en esta oficina? ¿Algo que te perjudique? Yo solo quiero atrapar a Drew Marconi. Tú serás un pez gordo, pero no quieres estar en esta pecera, ¿o me equivoco?

Vuelve a reír.

―Ya me convenciste, no sé cómo lo haces.

Doy un paso para estar cerca de su rostro.

―Es que hay tensión sexual entre nosotros ―expreso jugueteando, aunque me alejo al segundo―. O soy muy persuasiva. ―Me miro las uñas.

Siento sus manos en mi cintura y en un movimiento rápido mi espalda choca contra el escritorio, nuestros rostros están muy próximos. No lo vi venir, pero no me molesta en absoluto su accionar tan salvaje.

―Es la primera vez en mucho tiempo que me siento atraído por una mujer. No siento odio por ti, Cassidy, solo lujuria. No sé si es un flechazo o qué, pero más pasa el tiempo, más quiero conocerte. No lo arruines, por favor. ―Baja mi vista a mis labios y luego vuelve a observarme directo a los ojos―. Te deseo, déjame sentirte ―me pide.

Acerco despacio mis labios a los suyos y lo beso, me corresponde enseguida. Lo que antes fue un comienzo de bocas lento, se convierte en unos desbordantes besos de manera feroz. Nuestras lenguas se tocan, la respiración se acorta y es como si nos devoráramos.

Refriega su pelvis contra la mía y yo la muevo al compás de la suya, lo que provoca que nuestra ropa se moje por el acalorado momento. El movimiento sigue, así que él me levanta la pierna para sentirme todavía más, lo que agradezco, porque su bulto a través de su pantalón es todo lo que necesito sentir ahora.

Seguimos así con el jugueteo de nuestros cuerpos extasiados por la lujuria, hasta que decido detenerlo. Aunque me gusta, no me parece muy profesional de mi parte llegar a tanto y tan rápido. Por ahora me tendré que quedar con las ganas. Bajo mi pierna, entonces lo alejo de mi cuerpo, me muevo a un costado para no estar entre él y el escritorio, para así proporcionarme espacio y limpiarme el labial que seguro se me corrió de mi boca.

―No creo que sea momento ―le aclaro, entonces lo sonrío―. Pero hubiera sido un buen sexo.

Se muerde el labio inferior.

―¿Me dejas así? ―Aprieta su mano en su entrepierna.

―Sí. ―Me río―. Vamos a tener que continuar manteniendo esta tensión sexual entre nosotros hasta que acabemos con esto.

―No me voy a aguantar.

Me río.

―Tendrá que ser así, Rey. 

Perversa Oscuridad: ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora