38: Carnada

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Keyla

Hago un jadeo, expulsando el aire caliente de mi sistema. La suavidad de la piel contra piel, el disfrute del tacto, la adrenalina que recorre todo mi cuerpo y la sensación de tenerlo dentro de mí es todo lo que necesito. Vinicio toca mi vientre, entonces me río ante sus comentarios.

―¿Crees que se ponga celoso porque yo también estoy dentro ti? Quizás en unos meses podemos hacer uno propio cuando nazca el de Tyner.

Sigo riendo, pero me detengo cuando vienen más jadeos.

―Cállate, uf, no me concentro. ―Me movilizo para sentirlo más.

Las embestidas continúan y nos ponemos en diferentes posiciones. El almohadón en mi espalda ayuda para que no la tenga plana, entonces me sostengo de las sábanas cuando me levanta la pierna. Jugamos de un lado a otro, de atrás y adelante, cualquier lugar con el movimiento es excitante.

―Oh, Vinicio ―digo estando sentada sobre él dándole la espalda.

Se inclina y me aplasta, tocándome el vientre sigue moviéndose. Es el paraíso, mi mañana no podría ser mejor. Me da la vuelta, entonces mi espalda otra vez está sobre la almohada, se adentra en mi otra vez. Las embestidas continúan, nuestras pelvis se complementan en el movimiento.

Seguimos así un buen rato hasta que paramos respirando agitados. Ambos nos separamos y nos quedamos mirando hacia el techo, suspirando satisfechos. Nos miramos, entonces sonreímos, nos terminamos tapando por las sábanas y abrazándonos.

―Hay que irnos ―le aclaro.

Su alegría se le esfuma.

―¿Insistes con eso?

Apoyo mi dedo en su labio.

―Sabes que me quiero vengar, no me voy a rendir, además quiero saber del plan de esa tal Cassidy.

―Entiendo. ―Hace una pausa―. ¿Y qué hay con Tyner?

―¿Qué hay con qué? ―Enarco una ceja.

Mira mi vientre y luego vuelve a mis ojos.

―Tú sabes de qué hablo, solo mentí por ti porque evitas el tema, pero debes decírselo.

―Él me quiso matar.

―Y tú mataste a su padre.

―Ya no quiero hablar. ―Me levanto de la cama de manera abrupta y me dirijo en dirección al baño.

―Keyla. ―Me sigue, entonces me detengo, así que me giro a mirarlo.

―Voy a decírselo, pero cuando yo quiera.

―Espero que sea pronto.

―Hay sentimientos encontrados en ese asunto. ―Lo observo fijamente―. Tienes razón, yo maté a su padre. Le mentí, lo manipulé e incluso soy la culpable de que haya cambiado, odia todo por mí, y cuando me disparó, casi mata a su hijo, otra motivo para sentirse miserable, ¿crees que sería fácil esa conversación?

Sonríe.

―Has cambiado para bien, la antigua Keyla no se hubiera sentido culpable. ―Acaricia mi mejilla―. Estoy seguro que encontrarás las palabras.

―No hay forma de alivianar el asunto, pero lo intentaré ―finalizo, para luego dirigirme a ducharme.

Luego de preparar todo, vestirnos, atender nuestras necesidades básicas, arreglar un poco la casa antes de irnos y cargar lo necesario para marcharnos, emprendemos viaje. Vinicio se sube al auto, pone el motor en marcha y yo me siento a su lado en el asiento del copiloto. Él me da una última mirada antes de arrancar.

―¿Estás segura? Será peligroso.

―No llegué a ser administradora asuntándome. ―Le sonrío.

―Toda una reina.

―Así es.

Vinicio arranca el vehículo, entonces nos vamos. El lugar del encuentro está tan lejos como la cabaña en la que nos estuvimos ocultando. Me comuniqué con Tyner apenas salimos y la dirección la envió Cassidy, así que ya tengo su número. Aunque como yo, de seguro tiene un número desechable.

Al llegar al galpón la conozco, es una rubia despampánate, tiene una mirada calculadora, parece que te desafía y se nota que está llena de confianza.

―Al fin conozco a la reina ―expresa la mujer, entonces va directo al punto―. Bueno, comencemos.

―Soy todo oídos ―digo.

Observo por un momento a Tyner que mantiene sus manos en los bolsillos y se queda quieto sin pronunciar una palabra, luego mi vista vuelve a Cassidy, mientras Vinicio espera la explicación a mi lado.

―Keyla, quiero que seas la carnada para tu enterrador, una vez lo tengamos, él será la carnada para atrapar a Drew ―aclara muy tranquila.

―Imposible ―niego determinada―. Ni siendo administradora logré encontrarlo, ¿qué te hace pensar que se mostrará de la nada?

Se ríe.

―Porque tengo las herramientas para que caigan.

―¿Podrías ser más específica? ―Enarco una ceja―. Esta podría ser la última oportunidad que tenga de vengarme. 

Perversa Oscuridad: ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora