16: Deuda de sangre

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Tyner

Debo ser el peor hombre de este mundo.

Me siento una basura. A poco de morir mi padre me revuelco con la mujer de mi mejor amigo, encima soy un imbécil con ella. Sé que Keyla me lo pidió y tengo parte de la culpa, pero esto definitivamente no está bien. Él se encuentra en la habitación contigua, dormido con su rostro sobre la mesa y yo aquí follándome a su pareja.

Por suerte ya acabó el delirio.

Estoy desnudo en cuclillas, revisando si ambos preservativos se pincharon, llenándolos con agua y poniendo un balde debajo, viendo si no se filtra en ninguno. Por suerte no ocurre, así que suspiro de alivio.

―Deja de preocuparte, utilizo pastillas anticonceptivas hace tiempo, no tienes que andar inquieto por eso ―dice la mujer con la que me acosté, la cual también sigue desnuda, pero recostada en la cama mirándome.

Me levanto y me giro a observar a Keyla.

―¿Puedes tener un poco de responsabilidad? Cualquiera de los dos puede tener una enfermedad de trasmisión sexual sin el otro saberlo. Por Dios, me tiré sobre ti sin pensar, lo único que te pido es que no confundas las cosas, alguien tiene que cerciorarse.

Sonríe de lado.

―Eres tan lindo ―se burla.

Entrecierro los ojos.

―Y tú eres una manipuladora.

―Amé que estuvieras todo salvaje en la cama, repitamos. ―Se muerde el labio inferior.

―No ―digo cortante―. Ya fue suficiente.

Termino de revisar los condones, está todo en orden, entonces cuando comienzo a vestirme, ella a regañadientes hace lo mismo, y por suerte porque la puerta se abre de imprevisto. Rápido empujo con mi pie el balde con los preservativos, ocultándolo detrás del mueble. Vinicio nos mira uno a la vez y despacio, como analizando la situación.

―Tráeme una aspirina, se me parte la cabeza ―le ordena a Keyla.

Ella sin quejarse se mueve en su dirección, pasa por su lado sin mirarlo y se va a buscar lo que le pidió.

Se forma un silencio incomodo cuando estamos solos los dos amigos, si es que todavía puedo llamarme así, qué triste.

―Siento no haberte despertado. ―Sonrío nervioso―. Es que no quería que te enfadaras conmigo.

―No sé qué me duele más, la cabeza o el cuello, pero lo que más me irrita es que estoy llegando tarde a una reunión.

―¡Pero si es recontra temprano, es de madrugada!

―Los negocios no esperan. ―Observa la ventana, se ve como el sol se asoma por esta, luego mira las sabanas revueltas y trago saliva, lo hace tan despacio que me desconcierta, termina por regresar su vista hacia mí―. ¿Qué estaban haciendo?

―Me vine a dormir aquí y ella se acercó a preguntarme algo.

―¿Qué cosa?

«Piensa rápido». Me exijo a mí mismo.

―Sobre la lista ―respondo.

―Mm... ―Hace una pausa muy larga analizando mi respuesta―. De todas formas no la puedes conseguir, tú padre está muerto ―dice sin tacto.

Auch. Aunque me lo merezco.

―Eso le dije, pero quizás cuando te dé el poder sobre sus negocios, ya puedas obtener suficientes puntos para ser un Superior, entonces se la podrás conseguir tú.

―Por supuesto. ―Hace otra pausa que parece eterna, entonces opina―. Sé ve que sabes mucho del tema, ¿qué crees que haga Keyla luego de vengarse?

―Ni idea, tú la conoces más.

―¿Conocerla? ―Se ríe sin humor―. Es una manipuladora, no creo conocer ni la cuarta parte de lo que piensa ¿Sabes qué me dijo una vez? Que solo podía acostarse conmigo, no sé si fingió sus lágrimas, pero desde que me traicionó con Nolan, lo dudo ―expresa con mucho odio, puede notarse como su mandíbula se tensa―. En lo que a mí respecta, ni idea si quiero darle esa lista, de hecho si consigo el nombre de la persona de la que ella quiere vengarse, es más fácil que lo utilice para mi beneficio propio.

―No me parece correcto, tienen un trato, ¿no?

―No soy una persona correcta y ese trato ya expiró. Es mi prostituta y yo hago lo que se me da la gana con ella ―expresa indignado ante mi opinión.

―Creí que era tu mujer. ―Alzo una ceja.

―Es ambas cosas hasta que deje de estar enfadado. ―Se gira molesto―. Ya me voy, asegúrate de vigilarla ―refiriéndose a que sigo siendo el guardaespaldas de Keyla.

Sale del cuarto.

De todas formas con esta conversación, pude percibir que sospecha de mí. Es probable, las sabanas me delataron.

Se oye en la cocina como habla con la rubia y se escucha el sonido del agua caer en un vaso, quiere decir que está tomando la aspirina. Oigo la puerta de salida, luego hay silencio, se ha ido. Keyla no regresa al cuarto, al parecer Vinicio le ordenó que limpiara el penthouse, ella le sigue la corriente porque quiere recuperar su confianza. Me parece bien, no deseo continuar sintiéndome culpable.

Me siento al borde de la cama y suspiro.

―Ay papá...

Me cubro la cara, notando la presión en mi pecho. Solo estoy yo y mi dolor. Tiene que ser así, debe ser así. Error tras error.

Lloro.

Necesito concentrarme en quién lo mató.

Olvídate de Keyla, no es importante, hay cosas peores de las que preocuparse. No se volverá a repetir, no caeré en la tentación otra vez. Yo también necesito venganza, aunque no esté bien. Tengo que encontrar a la persona que descarrilló mi vida en un instante, esa que hizo que rompiera toda mi fuerza de voluntad y me hizo fallar como amigo, me hizo saber lo que perdí.

Papá esa persona no quedará impune, lo juro.

Por ti.

Y por lo que me queda de integridad.

Esto es una deuda de sangre.  

Perversa Oscuridad: ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora