Capítulo Siete:

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Capítulo siete: Tutorías.

Dione:

─Mmm no, lo siento por decepcionarte primor, me llamo Jairo. ─Me habla el chico.

Por algún extraño motivo extiendo mi mano para que me ayude a levantarme.

Ok, no es él... ¿entonces cómo es posible tanto parecido y que esté pasando lo mismo que vivió Clara cuando entró por primera vez en la preparatoria en su último año? Esto tiene que ser un chiste de mal gusto del destino. Quizás solo esté soñando y me vaya a despertar en cualquier momento. Siendo honesta no quiero hacerlo porque es gloria divina vivir este tipo de sueños.

Una vez que ya me he puesto en pie y tengo el cuerpo un poco menos sorprendido me limito a repasar sus datos porque a simple vista me parece demasiado parecido. Sé que habría fijado a un chico así alguna vez en mi vida, ¡es el prototipo de hombre que tengo! Soy gorda, pero tengo permitido tener uno, eso no lo tiene que saber nadie.

Mide mucho más que yo. Soy una especie de pitufo de piel clara y regordete a su lado. Parece ser 0 % grasa corporal, es como si su piel estuviera pegada a sus enormes músculos. Va con una postura relajada. Su rostro es ─como puse en la historia─, un poco cuadrado en su mentón prominente. Sus ojos color café, redondeados y pequeños tienen algo que te transportan a otro universo. Sus pupilas se dilatan como si trataran de atrapar cada detalle del universo. Su frente está hundida con cicatrices que bien pudo hacerse en su infancia. Presenta una nariz ancha y grotesca de la que está sujeta un brillante poco propio en hombres y más en mujeres.

»En la boca lleva el reflejo de las risas que ha vivido con labios gruesos y rojizos además de muy carnosos ─en este minuto curvados hacia arriba─. La sonrisa que presenta deja ver sus dientes delanteros separados, siempre he encontrado eso atractivo en un hombre, es una especie de fetiche. En sus mejillas se forman dos hoyuelos que de solo verlos siento una necesidad imperante de sonreír. Agita un poco sus cabellos para darme cuenta que están más largos de lo que al Sargento le gustarían. Tienen un color marrón que es poco usual y son al extremo lacios. Lo más curioso que puede tener este inusual personaje, salido ─claramente de mí historia─, es que no va vestido como los cadetes que no pueden quitarse el uniforme siquiera para orinar. Va de civil, con un pantalón de cuero a juego con su chaqueta. Por camiseta luce una blanca con un enorme número diez en negro en ella.

─¿Cómo te llamas? ─inquiere en mi dirección haciendo que deje de mirarlo de la forma tan descarada que lo hacía.

─Dione. ─Es como si una fuerza dentro de mí me dijera que puedo responderle sin que enceste un golpe en mi cara.

─Me gusta. Sabías que Dione es el nombre de un satélite natural. Imagino que si tienes hermanas alguna tiene que llamarse Tetis, Rea o Jápeto.

Una pequeña risilla se me escapa al decir eso. Mi madre no es Saturno como para tener cuatro satélites naturales alrededor de ella. Mamá siempre dije que Laura llegó a su vida para darle un duro golpe a su carrera de modelo, pero que yo llegué para destruirla. No puede culparme de eso. Ella fue quien tuvo relaciones sexuales sin condón con mi padre, si no me querían debieron protegerse.

Al momento acallo mi carcajeo. Lo conozco hace cinco minutos y es la primera persona que no silencia mis risas con una bofetada. Puedo notar que poco a poco el pasillo se ha ido llenando de personas. Me tengo que ir, aunque es interesante ver que mi imaginación no está muy alejada de la realidad.

─Te ríes de una forma preciosa. De seguro te lo han dicho un millón de veces, pero ahora puedes decir que te lo han dicho un millón y una vez ─espeta.

No puedo evitar sentir el mismo rubor en mis mejillas. Clara también recibió un cumplido parecido por parte de Javier, ¿esto realmente está pasando? Si es un sueño sería demasiado cruel despertar ahora en medio de la nada sola en mi habitación. Tampoco quiero mantener más esta conversación. Es probable que los chicos de la Academia lo hayan envidado para burlarse de mí. No me siento de humor para risas en esta mañana, algo dentro de mí tiene ─desde que choqué con él─, un extraño sinsabor.

Estrías para tu belleza  [✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora