Capítulo Cuarenta y Uno: Una visita.
Lucas
He metido la pata muchas veces en mi vida, pero quedarme dormido en el cuarto de una chica no. Es que la oscuridad, el frío de la noche y la película fueron factores que me hicieron caer rendido. Tampoco imaginé que terminaría con mi brazo alrededor de la cintura de Dione Hastings y haciendo cucharita con ella.
Creo que por eso ahora nos vemos en silencio. Está claro que no pasó nada entre nosotros porque es mi amiga, se le ve muy triste desde que todo con Jairo pasó. Quizás nunca sepa que gracias a mí ese hijo de perra nunca más se le va a acercar. En este instante mi prioridad es alejar a Dione de esa enfermiza obsesión que tiene con perder peso.
Ella tiene una cintura delgada.
Un cuerpo precioso.
Y las tetas más grandes que le he visto a una chica.
Dormir abrazados no me dijo algo que no supiera de sobra ya. Que esté muy buena no es justificación para que me haya quedado dormido en su habitación. Ni siquiera quiero pensar lo que habría sucedido si alguna de las hermanas hubiese entrado a su pieza sin avisar y viera la estampa que teníamos montada.
─¿Quieres dejar las tutorías de hoy para mañana? ─inquiere, restregándose los ojos con sus nudillos.
─¿En serio vas a actuar normal? ─comento entre bufidos y parándome como una bala.
La pared de seguridad que montó parece desplomarse por un segundo cuando me acerco. Creo que debería dejar de entrar de madrugada a la habitación de la chica Hastings. Sé que todavía tengo que ayudarla en muchas cosas, sin embargo, la más peligrosa está fuera de su banda de riesgo para siempre.
─De verdad que no tenía intención de quedarme dormido, pero estaba cansado y... ─intento explicarle mi perspectiva.
Ella niega con la cabeza en lo que señala la ventana. No me pienso ir sin haber hablado.
─Lo sentí como una pijamada. Lo ideal habría sido con chicas. ─Se queda en silencio un segundo─. Aquella vez que vimos a Jairo con esa, me quedé dormida contigo en la azotea del edificio. No fue tan raro. Lo que necesito es que te vayas ya porque me estoy haciendo pis.
Abro la boca para reprocharle cualquier cosa. Es raro que se lo tome tan bien. Estamos hablando de una persona que hasta el otro día no me podía mirar. Sí que la hizo cambiar aquel cretino del diablo. Por suerte fue para mejor y no tuvo tiempo de terminar de joderle el alma a una pobre inocente.
─Entonces, ¿todo está bien? ─inquiero con ambas cejas enarcadas mientras hace un bailecito para contener el orine.
─Sí, Lucas ─responde de brazos cruzados─. Lucrecia, Frank y tú han sido los únicos que se quedaron cuando mi mundo se cayó a pedazos. Cualquier forma de contacto supone un reto, pero estoy bien.
En el fondo de sus ojos se ve que me dice la verdad. Será mejor que me vaya para evitar que se haga aguas encima. Nos veremos más tarde de seguro, aunque agradezco que hoy me lo haya dado libre porque lo que menos necesito es a la química taladrándome en la cabeza.
Bajar por la ventana resulta más fácil que subir, sobre todo porque las vecinas de los bajos de Dione todavía no se deciden a abrir. Si tan solo no estuviera en el área de máxima seguridad sería más cómodo visitarla. Por lo menos se tomó de buena manera lo de haber dormido juntos. Cuando se lo cuente a Lu va a flipar porque prometió que tomaría cartas en el asunto con el tema de la alimentación de Dione y no hizo lo más mínimo. Esto me corresponde a mí. Fui yo quien se metió primero en este embrollo y yo voy a ayudar a salir a la chica de la sonrisa más triste que tiene la escuela.
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Estrías para tu belleza [✓]
Teen Fiction|Historia +18| «Entre dos chicos peligrosos, ¿a cuál debería creerle?». Cuando te pasas la vida oyendo a los demás decirte, gordita, vaca, obesa y otros calificativos, estos poco a poco van desplazando a tu nombre. Ya no eres tú, eres tu peso. ©Esta...