Capítulo Diez:

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Capítulo diez: Black Bridge

Dione:

Aliso mis cabellos por segunda vez. No sé para qué le pido consejos a Kiara, ella siempre me empuja directo al peligro, no porque quiera hacerme daño sino porque le gusta todo lo que lleve la palabra aventura implícita.

Anoche su padre finalmente se fue de la escuela, por suerte a él le agrada la amistad que yo llevo con su hija. Según tengo entendido, la hermana Sonia en más de una oportunidad le ha dicho sobre mi rectitud en lo que a las actividades de la escuela se refiere. Si ambos supieran que yo daría cualquier cosa porque mi amiga fuera feliz entonces no nos permitirían ni hablarnos.

La fui a visitar segundos después de irse Lucas de mi habitación y se lo conté todo mientras comíamos unas naranjas que su padre le dejó. Las frutas no me hacen engordar es por ello que las ingiero de forma habitual. No le dije nada sobre mis ideas suicidas, la iglesia las condena y ya bastante le pedí perdón hoy a Dios por mis pensamientos. No quiero morir, necesito bajar de peso antes de irme de este mundo. Han sido muchos años de esfuerzo para ahora dejarme vencer por mis problemas. Tengo que seguir adelante, perder esos kilos que tanto me avergüenzan y después las cosas van a mejorar de manera astronómica.

Kiara me dijo que debía escuchar la versión de Jairo. Es cierto que una enorme parte de mí quería oír su fragmento de la historia. Javier jamás le mentiría a Clara, él tampoco debe hacerlo ya que de verdad es una copia bastante fiel de mi escrito.

Vine a la ciudad temprano. Le prometí a mi amiga que la iba a informar cuando llegara a la escuela de regreso y que le prestaría el celular para que se comunicara con Caleb. Nadie tiene que saberlo es algo que puede quedar entre ambas. Soy buena guardando secretos, no sé muchos, pero los que conozco los guardo de forma recelosa.

Una oportunidad de hablar la tiene cualquiera. Lo conozco, es un chico puntual por lo cual llegará temprano. En caso de que Barbie y sus amigas estén ahí no van a poder molestarme.

Las calles del pueblo están desiertas. Voy a estar temprano porque según me dijeron en la escuela, Jairo vino desde antes de salir el sol a Starbucks. El lugar donde está encallado este puesto es un poco desolado. Nada que me asuste, es una región tranquila.

No desayuné para venir, ni siquiera una pera o un vaso de jugo. Nada, supongo que así será hasta el almuerzo, donde tomaré una manzana.

Para arribar a la ciudad me puse un pantalón que me queda ya un poco suelto de las caderas. Hace tres meses que quedaba muy justo y hace dos años no me entraba. Ahora lo tuve que ceñir a mis costados con un cinto dorado que creía nunca iba a usar por el amplio contorno de mis caderas. Es de mezclilla con los bajos bordados. Combinado con ello me coloqué una camiseta blanca que tiene una estrella rosa en el centro, es de mangas cortas y holgadas que no marcan mis brazos. Me lavé la cabeza porque con todo el estrés de ayer me sentía sucia, como no se secó completa tuve que dejar el cabello suelto, pero en mi muñeca derecha traigo una goma para recogerlo en cuanto se termine de secar.

Traje nada más mi celular, ahora que hay Wifi en la escuela ya no tengo que hablar con la abuela y con la tía en la ciudad.

Solo le voy a dar una oportunidad de explicar a Jairo, su voz me dirá si está siendo honesto. ¿En qué momento me encuentro yo en estas posiciones? Ese concurso que gané lejos de facilitarme problemas me ha creado nuevos y mucho más complejos. Hace cinco meses era una chica con conflictos, con líos internos y cosas por el estilo, pero sin tener que encontrarme con un chico en un Starbucks. Supongo que, tras oírlo, si es que me sigue pareciendo confiable, puedo ajustar nuevas tutorías. La hermana Sonia confiaba en él, ella pocas veces se equivoca. Ojalá esta no sea una de esas.

Estrías para tu belleza  [✓] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora