Capítulo once: Miedo a la violencia.
Dione:
Cierro la libreta tras ver llegar a Jairo con esa hermosa sonrisa que tiene en el rostro. Al parecer pasó el examen que nos presentaron hoy porque si no hubiese llegado con esa cara de fastidio que tenía hace seis días cuando la prueba escrita de Religión y la reprobó por no leer las notas que le envié la noche anterior por WhatsApp. Por suerte pudo ir a recuperación y lo aprobó tras estudiar hasta altas horas de la madrugada el sábado conmigo.
Durante la misa, la hermana Asunción en más de una oportunidad nos hizo despertar porque estábamos exhaustos por la larga noche que vivimos sentados en la entrada de la escuela. No tenemos una relación cercana ni nada que se le parezca, de hecho, a veces cuando se ríe muy alto o se molesta por algo le tengo miedo, sin embargo, ya no me siento intimidada por quedarme sola con él en la entrada de la escuela.
Kiara no ha estado muy presente en ese tiempo. Según supe Caleb la ayudará a escapar pronto. No puedo negar que mi lado egoísta se sintió triste y mal por saber que la única amiga que he tenido se va a ir, pero tiene un motivo muy fuerte para hacerlo, así que no pienso intervenir en eso. Ella me hizo ver que ya no estoy tan sola, pero Jairo no forma parte de mi vida de la misma manera que ella lo hace. No pienso retenerla. Sé que mantendremos comunicación y con eso me estaré cuerda hasta el último día de clases aquí.
Hablé con la abuela hará cuestión de dos días, estaba muy bien y no ida como mamá la describió para mí. Yo la vi muy lúcida, hasta se quejaba de que me veía muy delgada. Mi abuela es una mujer que pesa casi el doble de lo que mide y siempre me ve baja en peso. No le dije nada porque sé cómo se enoja cuando mamá me hace perder peso. Quedamos en que vendría a verme pronto para llevarme a las playas de Grecia a pasar mis vacaciones antes de entrar a la universidad. No me voy a hacer ilusiones porque sé que muchas veces no puede dejar la empresa para dedicarme tiempo, pero me gustaría tanto verla que de pensarlo siento que una enorme sonrisa se me dibuja en mi cara.
Le platiqué sobre el premio del Medio Ambiente, el que terminé y envié al comité de calificación luego de enseñárselo a la hermana Asunción quien me dio el visto bueno. La abuela estaba tan contenta que derramó los lapiceros de su escritorio. Me alegró poder compartir mi triunfo con alguien más que no fuera mis pósters en el cuarto y yo misma.
A Frank no le conté nada sobre el proyecto, ni mucho menos que lo envié ya. Por su causa recibí unos golpes los que justifiqué con un poco de base de maquillaje que me prestó Kiara. Sé que ella se ha estado acostando mucho con Lucas y que Barbie la trató de golpear en el pasillo, pero ella se impuso y la amenazó con su pinza de cejas.
No quiero tener vínculo con ninguno de los dos chicos, por eso ahora que puedo tomar los alimentos en mi cuarto no tengo que toparme jamás con Frank ni mucho menos con su extraño compañero de habitación. En las clases, Jairo ha impedido que ellos me hablen, su presencia impone.
─Creo que esta vez salí victorioso de la maldita trigonometría ─comenta el chico antes de caer sentado a mi lado─, todo gracias a la profesora más hermosa e inteligente que existe en el universo, tú.
Me sonrío por lo bajo. Ya tengo superado sus intentos de hacerme sentir mejor. Hace unos días, durante la confesión ─por accidente─, oí como le decía al padre Felipe que trataba de ser buena persona conmigo porque nadie lo era y que yo merecía más que las migajas de los demás. No me queda claro lo que quiso decir con ello, tampoco podía preguntar porque la confesión es privada. Lo cierto es que le doy gracias a Dios por dejar personas buenas en este mundo.
─Me alegra que te haya ido tan bien en el examen, estaba preocupada porque no saliste en el primer grupo ─ignoro su comentario.
Sus enormes ojos se fijan en mí con esa vivacidad que tanto me llama la atención. Como él no quedan muchas personas en el mundo. Me agrada conocerlo.
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Estrías para tu belleza [✓]
Ficção Adolescente|Historia +18| «Entre dos chicos peligrosos, ¿a cuál debería creerle?». Cuando te pasas la vida oyendo a los demás decirte, gordita, vaca, obesa y otros calificativos, estos poco a poco van desplazando a tu nombre. Ya no eres tú, eres tu peso. ©Esta...