Tres meses después
Estos meses fueron una locura, una locura alucinante. En diciembre, conseguí un trabajo en Punta Cana, a pesar de la ayuda de Caleb con sus contactos, había conseguido un trabajo como ayudante de cocina en un famoso hotel. No lo iba a negar estaba súper entusiasmada, junto con la ayuda de Eliel y de Gina, la abogada, había solicitado todos los papeles necesarios para mudarnos sin problemas.
En abril debíamos viajar, quedaba solo un mes y ya habíamos empezado a preparar las cosas para mudarnos. Por suerte, Alai, que era quien más se resistía a la idea, fue dejándose seducir con la idea de vivir en una ciudad tan hermosa. Entre preparativos y preparativos los días fueron pasando, la emoción, la ansiedad y los nervios se respiraban en la casa. También la tristeza de tener que separarnos, nos había costado un poco acostumbrarnos a no vivir con Eliel, pero que nos separaran miles y miles de kilómetros eran palabras mayores, yo trataba de ponerle la mejor cara, pero también me sentía un poco triste de tener que separarme de mi hermano, quien me había sostenido en mis peores momentos.
Estaba viendo las fotos que me mandaban Leo y Matt desde el trabajo, esos dos siempre tonteando, cuando me entró una llamada de Caleb.
—Hola —saludé, todavía riéndome de las fotos de mis amigos.
—Hola Ela, ¿cómo estás? —su voz siempre sonaba como un respiro de frescura.
—Todo bien, disfrutando de mi día libre ¿vos? —me acomodé mejor en el sillón de la sala que supuestamente estaba limpiando.
—Muy bien, saliendo de una cirugía, te llamaba para preguntarte si podíamos vernos, hace mucho que no hablamos cara a cara —su acento era tan relajante— ¿Ela... me oyes?
—Perdón, me había distraído —con tu voz, carraspeé— eh sí, sí. Si querés nos podemos ver hoy...
—¿Podría ser a las siete? Si es que no te complica...
—No, no esa hora está bien, no te preocupes, solo una condición.
—Escucho.
—Nada de trajes ni lugares finos, quiero que sea algo tranqui.
—Tus deseos son ordenes para mí -susurró coqueto, me estaba volviendo loca con solo hablarme, su voz era la mejor melodía y su acento era mi compás favorito, qué difícil era resistirse.
Nos despedimos después de arreglar los detalles y me centré en seguir limpiando la sala. Es cierto que todavía faltaba un mes para mudarnos, pero quería tener todo lo mejor ordenado posible, para que no se nos hiciera una tarea pesada en el futuro.
Habíamos decidido que la casa la íbamos a alquilar, así que los mellizos y Eliel se dedicaron a sacar fotos de las habitaciones y poner anuncios en las redes, así habíamos logrado encontrar una familia que necesitaba la casa justo para mediados de abril. Casualidad o suerte, no lo sabía, pero nos había caído como anillo al dedo, así ya no teníamos que apurarnos por mudarnos, ni tampoco preocuparnos por una casa abandonada.
El tiempo se me pasó volando, sin darme cuenta ya eran casi las siete, así que agarré mis cosas y me encaminé hacia el parque en el que había quedado de verme con Caleb.
Al llegar al parque me senté en un banco cerca de la fuente, hoy estaba apagada, pero me quedé viendo las estatuas de diferentes animales que la adornaba. Tenía una fascinación por las fuentes de agua, ver sus formas, sus adornos y escuchar el agua caer me relajaba. No sé cuánto tiempo pasó, yo me había perdido en mis pensamientos, pero una mano sobre mi hombro y una flor de jazmín frente a mis ojos me sacaron de mi ensoñación.
ESTÁS LEYENDO
Juntos Eternamente
JugendliteraturEsta es una historia de amor. Elaine le prometió a su madre que sus hermanos y ella estarían siempre juntos, pero la vida le va a demostrar que mantener esa promesa es difícil, deberá enfrentar muchas pruebas para mantener su palabra. A medida que s...