Capítulo 14

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Un viernes al mes, el señor Petrov cierra las puertas del bar café para hacer una reunión con sus amigos íntimos, algo así como "noche de chicos" pero todos son hombres mayores de edad y rusos. Yo siempre sospeché que eran de la mafia, pero probablemente sea sólo mi imaginación por ver tantas películas de espías.

En fin, esas noches nosotros -Leo, Matt y yo- no tenemos que trabajar así que aprovechamos para juntarnos a comer, ver películas y charlar. Sí es cierto que nos vemos todos los días , pero en el café nunca podemos hablar de cosas importantes o íntimas, sólo de banalidades.

Esta vez nos tocó juntarnos en la casa de Matt, el plan era comer unas pizzas y entretenernos con juegos de mesas, nos pareció más fácil ponernos de acuerdo para elegir un juego que una película. Todavía nos seguimos peleando como si tuviéramos trece años aunque todos pasemos la veintena.

Cuando estaba llegando a la casa de Matt vi que el auto de Javier, el novio de Leo, estaba estacionado frente a la casa. Así que decidí esperarla para entrar juntas, me acerqué a la vereda y me apoyé contra las rejas, pero me sorprendió que no sólo Leo se bajase del vehículo sino también Javier.

No me malinterpreten, siempre me cayó bien Javier pero nunca perteneció al mismo círculo de amigos. Ellos se habían conocido por unos amigos en común del grupo de tango en el que Leo bailaba. Me pareció extraño que él estuviera allí, pero uno se adapta a las nuevas situaciones los saludé y le hice saber a Matt que estábamos afuera.

En menos de dos segundos Matt salió a recibirnos y ¡oh! sorpresa no estaba solo, un chico larguirucho de rasgos asiáticos lo acompañaba. Amo a mis amigos, pero no pude evitar sentirme un poquitito traicionada, era la quinta rueda, ellos estaban con sus parejas y eso sólo me recordaba que yo estaba solín, solita, sola.

Sin embargo, no dejé que esto me afectara, había decidido que íbamos a pasarla muy bien con o sin parejas. Matt nos presentó a Jim, su novio. Breve historia: Jim era de Tailandia, cuando cumplió la mayoría de edad empezó a viajar por el mundo y luego de cuatro años de travesía llegó a la ciudad, en un principio sólo se iba a quedar un mes, pero se enamoró de Matt y ahora decidió quedarse acá. A mí no me miren, no soy quién para juzgar alocadas historias de amor a primera vista.

Jim resultó ser un magnífico cocinero, así que además de comer pizza probamos comida típica de su pueblo, cuyo nombre no me acuerdo. Me gustó tanto que le pedí que me pasara la receta para poder recrearla para mis hermanos.

Después de comer, nos pusimos a jugar al póquer, mientras nos hacíamos bromas e insinuaciones. No apostamos nada porque bueno, somos pobres. Los chicos trabajan para costear los gastos de la universidad y yo destino todo el dinero a las cuentas de la casa.

-Al paso que vas te vas a morir sola -empezó Leo a molestarme. Y aquí vamos de nuevo, ¿vieron esas abuelas que te quieren casar con los hijos de sus amigos?, bueno Leo cumplía ese papel en mi vida, pero a mí nadie me iba a ganar.

-Ey, que vos te conformes con esto -dije mientras señalaba a Javier para molestarlos- no significa que yo deba hacerlo también. Además ya llegué a la conclusión de que el amor de mi vida todavía no nació.

-Querida no sos ni Madonna ni JLo -Leo, me señaló lo obvio.

-Lo sé -admití mientras hacía un puchero.

-Yo te podría presentar unos cuantos amigos -se sumó Jim, que ya había entrado en confianza con todos.

-No los va a aceptar -saltó Matt-, a menos que sea alto, morocho, médico y se llamé Caleb.

Maldije a Matt mentalmente, porque ahora los tres me miraban de manera traviesa.

-¿¡Qué!? -gritó Leo fingiendo estar molesta- ¡Elaine! Soy tu mejor amiga y no me dijiste nada.

Juntos EternamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora