Capítulo 22

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Sentí cómo mis piernas se ponían tensas y mi corazón se saltaba un latido por la impresión y la sorpresa. Detrás de Caleb, a unos cuantos metros Jonah estaba parado, inmóvil viendo hacia nosotros. Desde la distancia podía notar cómo los ojos se le llenaban de rabia y sus maños cerradas en puño temblaban.

-Ela, ¿te sientes bien? ¿qué pasa? -Caleb se acercó de nuevo y me tomó por los hombros para sacarme del schok, volví mi vista hacia él y me estremecí.

-N-no, J-jonah... está aquí -solté con un hilo de voz, me giré hacia donde estaban mis hermanos-. Tengo que sacar a mis hermanos de aquí, no puedo dejar que se acerque a ellos, no hoy.

-Ela, tranquilízate dime qué pasa, déjame ayudarte -la voz dulce del doctor no pudo calmarme, no esta vez- ¿Quién es Jonah? ¿por qué estás tan alterada de repente?

No contesté a sus preguntas, la urgencia por sacar a mis hermanos de ahí y evitarles el dolor de encontrarse con Jonah era más urgente. No había tiempo para las explicaciones.

-Buscá a mis hermanos por favor y sacalos de acá, decile a mis amigos y a los abuelos que los lleven a casa, que nadie se entere de que ese hombre está acá.

Dije todo eso apurada, rogando que Caleb no hiciera más preguntas ahora. Creo que el tono urgente y desesperado de mi voz le hizo entender que era muy grave que ese hombre despreciable estuviera aquí. Sin perder un segundo, me dio un rápido beso en la frente y se fue hacia donde estaba mi familia.

Junté las pocas fuerzas que me quedaban y fui al encuentro de Jonah, al acercarme hacia él y poder distinguir su mirada me di cuenta de que estaba ebrio. Era una mirada que se había vuelto común, ya no me sorprendía.

-¿Qué hacés acá? -demandé con voz firme.

-Al fin esa estúpida se murió, vengo a llevarlos conmigo -dijo sin hacer contacto visual conmigo.

-No vamos a ir ninguna parte con vos, andate -aseguré, mientras me plantaba a un metro de él con los brazos cruzados.

-¡Se vienen conmigo, carajo! ¡Soy su padre! Así que se vienen conmigo -sus ojos chispeaban, quiso hacer un paso más hacia mí, pero se tambaleó y tuvo que dar tres más para recuperar el equilibrio. Yo me alejé, volviendo a dejar la misma distancia del principio entre nosotros.

-No.

-¡Se vienen conmigo! ¡Son mis hijos! ¡También tengo derechos sobre ellos, Nara! Son míos también -gritó mirándome con odio.

En ese momento comprendí que Jonah estaba tan mal de la cabeza que me confundió con mamá. Qué situación de mierda, el hombre que había colaborado en mi creación, que gritaba que éramos sus hijos, no podía reconocerme. Ni siquiera me sentí decepcionada... él ya no tenía el poder para romperme el corazón porque yo ya no lo amaba, ya no esperaba su amor ni sus disculpas.

-Quiero que te vayas Jonah, dejanos en paz. Dejaste muy claro que no quería saber nada de nosotros, hiciste tu elección te toca vivir con ella. No voy a permitir que les hagas daño, ya tuvieron suficiente.

-Estúpida, te odio, no aguanto verte. No quiero nada de vos, sólo vengo por mis hijos. Necesito el dinero de la herencia para mis negocios -claramente no estaba lúcido. Parecía que había consumido tanto alcohol que no se daba cuenta de que hablaba de la herencia y de mamá como si estuviera viva.

-No, no les vas a hacer daño, no de nuevo -solté con voz firme, mientras le bloqueaba el paso, no quería que mis hermanos lo vieran. Él volvió a intentar caminar, pero sus piernas no lo sostenían con estabilidad.

-Ayudame, tengo que llegar a ellos, necesito el dinero ¿no entendés?

Claro que entendía, este intento de hombre sólo quería dinero, no le interesaban sus hijos. Éramos simplemente otra oportunidad para que él consiguiera su preciado alcohol y quién sabe, incluso drogas.

Juntos EternamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora