Ya no se puede confiar en nadie, pensé para mí misma al tiempo que encendía las luces y dejaba mi mochila sobre el sillón. La casa estaba vacía, mis hermanos se habían esfumado.
—Pasá Caleb, por favor ponete cómodo —dije mientras señalaba los sillones para que tomara asiento— ¿te puedo ofrecer algo para tomar? ¿Tengo jugo de naranja, limonada o una cerveza si gustás?
—No, nada de alcohol para mí, tengo que conducir y mañana tengo que trabajar —me explicó—, prefiero un vaso de naranja.
Yo quise pegarme por ser tan tonta, él nos había traído en su auto y era la persona más responsable que conocía, por supuesto que no iba a tomar una gota de alcohol.
—Dame dos segundos —le pedí, me fui a la cocina busqué un par de vasos y el jugo de la heladera. Al cerrar la puerta de la heladera, vi una nota aferrada con un imán, en la que pude reconocer la letra de Eliel:
"Nos fuimos al parque de la vuelta, vamos a comer por ahí. La cena está lista en el horno."
Bueno, tenía que agradecerles por haber cocinado, aunque yo solo les había pedido que compraran los ingredientes necesarios. Decidí mandarles un mensaje para agradecerles por haber cocinado, aunque sabía que era poco probable que lo leyeran.
Sin demorar ni un segundo más volví a la sala, en donde Caleb, muy relajado, revisaba las fotos que estaban en una de las mesas.
—¿Esta eres tú? —me preguntó al darse cuenta que había regresado.
—Sí, tenía diez años y había ganado mi primer premio en una feria de ciencias —contesté al mirar el retrato que sostenía, le expliqué un poco más al tiempo que le ofrecía un vaso de jugo—. En realidad tengo esa foto ahí porque estoy con mamá, sino no la mostraría, no soy de presumir trofeos ni nada.
— ¿Trofeos? ¿En plural? —preguntó Calen con curiosidad y con un deje de burla.
—Sí —afirmé con desinterés, pero no quería sonar cortante, así que agregué—, desde chica quise ser diseñadora de aeronáutica, así que me dediqué a presentarme en cuanto taller científico hubiera para ganar experiencia, no lo hacía por la competencia sino para aprender más y prepararme mejor.
— ¿Y lo lograste?
Lo miré unos segundos con confusión, la respuesta era obvia, pero luego me acordé que él había llegado hace poco y no conocía toda la historia que envolvía el accidente de mamá.
—Nop —contesté—, nunca entré en la universidad porque el accidente de mamá ocurrió en mi último año de la escuela. Es más, tuve que dar exámenes especiales y no me gradué hasta el año siguiente.
—Lo lamento, no quería ser indiscreto —se disculpó.
—Está todo bien, no fue tu culpa y yo ya lo superé. Tomé un curso rápido de pastelería, que es otra de mis pasiones, y entré a trabajar en el café —le expliqué.
—¿Si tuvieras la oportunidad, entrarías a estudiar?
—No, creo. No podría tomar el ritmo, además mi vida ya está establecida, creo que no podría acomodarme al ritmo de estudio... —Suspiré y me senté, un poco cansada por el largo día de trabajo.
—Lo entiendo, es difícil retomar hábitos tan difíciles como estudiar...
—Sí, además nunca lo abandoné por completo —me sinceré, él me miró atento esperando que explicara un poco más-. Leo artículos y veo conferencias sobre los avances que se hacen en aeronaves. Sigo de cerca los nuevos modelos que se fabrican, sobre todo para deportes de alto riesgo.
ESTÁS LEYENDO
Juntos Eternamente
Подростковая литератураEsta es una historia de amor. Elaine le prometió a su madre que sus hermanos y ella estarían siempre juntos, pero la vida le va a demostrar que mantener esa promesa es difícil, deberá enfrentar muchas pruebas para mantener su palabra. A medida que s...