Capítulo 1

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 Tres años después



– ¡Chicos apuren! ¡Van a llegar tarde! –era el primer día de clases y ellos estaban llegando tarde, ¿cómo hacían? No tenía idea, los levanté a horario para que pudieran desayunar y todo, menos mal que el colegio queda a cinco cuadras de casa.

–Es Nahúm que sigue admirando su fealdad en el espejo y no sabe cómo hacer para arreglar su fea cara –me respondió Alai mientras bajaba las escaleras, para ser una adolescente de trece años es muy seria. Si tuviera que describirla en dos palabras diría práctica y sencilla, creo que por eso se molestaba a menudo con Nahúm, de los mellizos él era el más presumido su cabello es su preocupación número dos porque la uno siempre será Nehemías.

Tenía ganas de reírme pero recordé que yo soy la adulta en este caos matutino, así que me acerqué a las escaleras e intenté poner un poco de orden;

–Nahúm, por favor hace diez minutos que te estás arreglando, tus hermanos te están esperando, Eliel entra al trabajo a las ocho y media, no los retrases.

– ¡Ya voy! –me gritó mientras aparecía en la puerta del baño, luciendo un cabello cuidadosamente despeinado.

Me guardé las opiniones respecto a su apariencia y fui hacia living donde estaban los otros, Alai y Nehemías, sentados en un sillón, hacían un esfuerzo titánico por no dormirse, Teo se removía nervioso y jugaba con su mochila, era su primer día en una nueva escuela. Eliel se acomodaba la camisa tratando de verse lo más formal posible, era su primer día de trabajo como cadete en un bufet de abogados, el trabajo se lo había dado una amiga de mamá que conocía nuestra situación.

Me acerqué a ayudarle con la corbata, mientras le regalaba una sonrisa tranquilizadora.

–Estás perfecto, vas a dar una muy buena impresión.

–Gracias, y no te preocupes por Teo, lo voy a acompañar hasta la entrada y tal vez un poco más.

–Bien, pero no llegues tarde a tu trabajo.

En ese momento, Nahúm apareció en el living, tomó su mochila que estaba en un sillón y se acercó a la puerta de entrada. Empezó a hacer señas para que los otros salieran por la puerta mientras los apuraba:

–Vamos, vamos. Estamos llegando tarde por tu culpa, que siempre te quedás mirándote en el espejo viendo qué tan fea te levantaste –agregó en el momento que Alai pasaba por su lado.

La respuesta de ella no tardó en aparecer, le pellizcó un brazo mientras le tiraba rayos láser por los ojos o intentaba desintegrarlo.

-Váyanse de una vez –les dije mientras blanqueaba los ojos y fruncía los labios para no reírme.

– ¡Au! ¡¿Viste lo que me hizo!? –me preguntó Nahúm poniendo su mejor cara de dolor.

–No, justo parpadeé. Vas a llegar tarde, andate de una vez –le respondí, mientras lo empujaba. Los demás ya estaban a media cuadra.

– ¡Che, No se olviden de mí! –les gritó mientras corría para alcanzarlos. Con tanto teatro seguro despertaron a medio barrio.

Me quedé al lado de la puerta deseando con todo mi corazón que por lo menos se comportasen bien el primer día del año escolar.

Bueno, ahora me toca a mí, entré a casa y limpié la mesa del desayuno, luego me dirigí al pequeño estudio que era de mamá, encendí la compu y esperé, tenía que hacer una entrega de un pequeño escrito. Me pasé toda la mañana tratando de poner en orden la casa y lavando la ropa, tarea poco grata cuando se trata de conjuntos de deportes masculinos.

Juntos EternamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora