Los escasos quince minutos de viaje dentro del auto, los sentí interminables. Sentía tantos que nervios que en los pocos semáforos que nos detuvimos quería saltar fuera del auto. Miré de reojo a Caleb para ver si se había percatado de la tensión que sentía, pero él conducía tranquilamente iba concentrado en el camino.
Volví rápido mi mirada hacia mi lado derecho y me concentré en ver pasar las casas y edificios, como no había música prendida me concentré en el ruido del motor. El ronroneo del motor último modelo que tenía el auto me hizo pensar en cuánto deseaba ingresar a una empresa que se dedique al diseño del transporte aéreo. Aún sueño con poder crear el avión más rápido y confortable del planeta.
A pesar de estar inmersa en mis pensamientos, me di cuenta que nos habíamos detenido, estábamos a unos pocos metros del club donde Teo iba a jugar. Me bajé del auto sin esperar que Caleb me abriese la puerta, cerré la puerta del auto con mucho cuidado, tenía miedo de dañar la pintura del elegante Mercedes.
Me acerqué a los chicos que ya estaban cerca de la entrada, se habían detenido porque allí había dos compañeros más. Al mirar a mi hermanito tan feliz y ansioso sonreí, lo veía feliz rodeado de tan buenos amigos haciendo algo que disfrutaba tanto. Un sentimiento cálido creció en mi pecho mientras trataba de esconder la sonrisa de orgullo que amagaba con salir de mis labios.
- ¿Entramos? -me invitó Caleb quien de pronto estaba a mi lado. Yo asentí y reanudé mi camino., en la puerta había más niños junto a sus familiares. Reconocí a algunos de las madres que estaban acompañando a sus hijos, las saludé y seguí mi camino. No me sentía muy cómoda entre mujeres que eran diez o quince años mayores, simplemente sentía que no iba a encajar entre ellas.
-¡Ela! -me llamaron. Yo sonreí y me acerqué a la persona que me saludaba alegremente, Nicolás había sido mi compañero en la secundaria y habíamos entrenado juntos en el club, cuando yo hacía aikido. Durante todos esos años nos habíamos convertido en buenos amigos, él ahora practicaba basquet y se encargaba de entrenar a las categorías más chicas, entre esas estaba el grupo de Teo.
-¡Hola! ¿Cómo estás? -le dije mientras me acercaba a darle un beso y un abrazo, hacía unos cuantos meses que no lo veía.
-Muy bien, listos para empezar la temporada -me contestó con un entusiasmo.
Nico era un apasionado siempre se comprometía con aquello que le gustaba y daba lo mejor de sí, y de esta forma educaba a y entrenaba a sus alumnos, Teo estaba en buenas manos.
-Ojalá puedan ganar este año, ¿cómo andas vos? ¿seguís entrenando aikido también?
-Sí, sí sabés que no puedo dejarlo me encanta, es una pena que ya no estés con nosotros.
justo en ese momento escuché un carraspeo que venía de mis espaldas, cuando me giré, vi que Caleb estaba cerca nuestro escuchando nuestro diálogo.
-Oh, lo siento -dije-. Nico este es Caleb el tío de Fabri, vino en lugar de Lía.
-Un gusto - lo saludó Nico mientras se estrechaban las manos- Es bueno ver que los adultos acompañan a los niños. Espero que Lía esté bien.
-El placer es mío -dijo Caleb devolviéndole el saludo-. Sí, tuvo un compromiso de último momento y yo estaba libre así que me ofrecí a traerlo.
-No sos de acá ¿no? Tu acento suena a otro lado, más alegre -dijo Nico.
-No, no soy de acá -confirmó el caribeño- . Soy de Cuba, vine a trabajar por unos meses.
En eso nuestra conversación se vio interrumpida por una avalancha de niños entusiasmados que se acercaban a Nico para saludarlo y para pedirle la pelota para poder empezar a calentar en la cancha. Así fue como mi amigo fue secuestrado por un grupo de niños de doce años que lo arrastraron hasta la cancha donde iban a jugar en unos minutos.
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Juntos Eternamente
Genç KurguEsta es una historia de amor. Elaine le prometió a su madre que sus hermanos y ella estarían siempre juntos, pero la vida le va a demostrar que mantener esa promesa es difícil, deberá enfrentar muchas pruebas para mantener su palabra. A medida que s...