Mientras volvía, iba pensando cuál era la mejor forma para contarle a Eliel que mamá estaba peor. Me sentía un poco más aliviada después de haber hablado con mis amigos, pero en mi mente aún rondaba el miedo a repetir en voz alta lo que me había dicho Caleb hace tres días atrás.
Me sorprendí al encontrar a mi hermano aún despierto pese a que el reloj marcaba más de la una de la madrugada. Eliel al verme entrar me saludó, mi vaga respuesta le dio a entender que algo me preocupaba, probablemente fue la inquietud en mi mirada.
- Necesitamos hablar -dije con pesadumbre, hice acopio de toda mi fuerza para poder enfrentar de una buena vez esta situación, porque en el fondo sabía que postergarla sólo empeoraría todo.
Eliel se limitó a asentir y se dirigió a la cocina, me preparó un té sabiendo que esto me ayudaría a relajarme.
- Soy todo oídos -ofreció y se sentó de manera que quedamos uno en frente del otro.
Tomé un sorbo del té que me había ofrecido y después de sentir esa reconfortante sensación de calidez, empecé:
- Hace unos días fui al hospital me encontré con el médico que está haciendo guardia con mamá el neurocirujano qué es amigo de doctor Estrada -empecé y a cada palabra que decía, mi voz se tornaba un poco menos vacilante-. La situación de mamá es irreversible no va a despertar, pero las cosas empeoran, mamá cada vez está más débil y los equipos que estaban ahí para ayudarla a seguir viviendo ahora le están causando más heridas. Caleb, el doctor, me dijo que es cuestión de semanas o tal vez días que su cuerpo falle y no tiene la suficiente fuerza para sobrevivir. Estoy asustada no sé cómo contarle las cosas a los chicos me da miedo cómo van a reaccionar, te necesito a mi lado para que me ayudes. Me siento perdida, no sé cómo manejar esto, es demasiado.
En este momento no lo soporté, me levanté y salí de la cocina. Sentía que me estaba ahogando que me faltaba el aire y no podía respirar. Me dirigí hacia el jardín de frente, esperaba que el frío aire de la madrugada calmara mis nervios y que la brisa nocturna se llevara la culpa.
Eliel se acercó y se puso a mi lado, tomó un largo respiro soltó el aire lentamente preparándose para hablar:
- Ela, sabíamos que tarde o temprano esto iba a pasar. Hace muchos años que aprendimos a sobrevivir sin mamá ni papá. Tal vez esta noticia los ponga triste -dijo refiriéndose a nuestros hermanos pequeños-, pero no creo que les afecte mucho, ellos más que nosotros se adaptaron rápidamente a esta nueva forma de vivir. Según Helena, Teo más que los otros nos percibe como si fuésemos sus padres y creo que en menor grado los otros también lo hacen.
>No podemos controlar sus pensamientos o sus formas de sentir, pero vamos a hacer lo que siempre hicimos: apoyarnos y permanecer juntos, que es lo que mamá quería. La verdad, es que yo hace mucho había perdido las esperanzas, ya no rezo pidiendo que mamá se despierte, sólo pido que esté donde esté no sufra.
>Vamos adentro Ela, tenemos que descansar. Mañana o en unos días le damos la noticia a los chicos, todo dependen de cómo estés vos para darla. Pero no te preocupés, ellos van a estar bien.
No pude pegar un ojo durante toda la noche, harta de dar vueltas en la cama me levanté y me puse a preparar el desayuno. En esos momentos ponerme a cocinar era lo único que podía calmar mis nervios y la ansiedad que atormentaba mis pensamientos.
-Buenos días -me saludó Alai, quien fue la primera en levantarse.
-Hola bruja, ¿cómo estás? -le pregunté mientras buscaba en la heladera agua y jugo.
-Mejor que vos -me respondió al ver las ojeras que adornaban mi rostro- ¿qué te pasó? Estas horrible.
Honesta y brutal como siempre qué hermanita más bonita.
-Nada, sólo no pude dormir -me encogí de los hombros restándole importancia a mis palabras.
-¿Tu doctorcito te mantiene despierta por las noches? -me preguntó en tono de burla.
-¡¿Qué!? ¿Quién te dijo eso? -traté de esquivar el tema.
-Puede que un pajarito me haya dicho de tus andanzas con tu príncipe azul -se burló. Ni tengo idea de cómo mis hermanos se enteran de estas cosas. Ni siquiera salí con él, todo se reduce a mensajes de su parte que yo trato de contestar lo más fríamente posible. Ahora que me acuerdo al último mensaje no lo contesté, lo dejé en visto.
Justo en ese momento entró Teo, terminando de ponerse la musculosa del equipo, hoy tenía un partido al mediodía. Ayer había hablado con Lía, la mamá de unos de los compañeros de básquet de Teo, para que lo llevase, yo supuestamente tenía trabajo pero me cancelaron a úlitmo momento. De todas maneras, Lía llevaría a su hijo, Fabrizio, y a Teo.
-Desayuná bien, que no vas a poder almorzar -le dije mientras le servía un vaso de jugo y le acercaba una fuente de frutas y cereales.
-Sí mamá -me respondió rápido, sin pensar.
No fue en un tono sarcástico, en ese instante las palabras que anoche me dijo Eliel vinieron a mi mente, tal vez tenía razón: Teo no se iba a tomar tan mal las noticias sobre mamá si me miraba a mí como la figura materna, y era él quién más preocupaba a la hora de soltar semejante noticia.
-¿Después del partido me llevás a comer tacos o pizzas? -me pidió mi hermanito poniendo cara de cachorrito abandonado. Esa cara nunca lograba convencerme, pero acepté de todas formas. Hacía mucho tiempo que no salíamos nosotros dos solos.
Todavía faltaba una hora y media para el partido, por lo que después de lavar las cosas del desayuno, me fui al jardín trasero de la casa junto con Alai a practicar pasos de baile. En realidad, ella bailaba y sólo necesitaba que yo me quedase parada para ayudarla a no caerse mientras practicaba unos movimientos complicados con sus piernas.
El tiempo se me pasó rápido mientras estaba con ella, por lo que me sorprendí cuando Teo se acercó para apurarme diciéndome que Fabrizio ya había venido a buscarlo para ir al partido. Seguí a Teo hacia la puerta de entrada, él salió eufórico, estaba aun poco nervioso ya que era el primer partido del año, lo escuché saludar a su compañero en la entrada de casa y luego escuché una voz masculina que no pude reconocer.
Apuré el paso para poder salir y ver con quién hablaba Teo, porque esa voz de hombre me sonaba familiar, sólo que no lograba reconocerla. Al ver al dueño de la voz me sorprendí, no esperaba a verlo a él acá, nunca le había dado mi dirección y ciertamente tampoco la confianza.
-Caleb -le dije a modo de saludo, sin poder oculta mi sorpresa. Y luego sentí vergüenza, cuando me acordé que no le respondí sus mensajes. Tierra tragame y no me dejes ver más la luz del sol.
-Hola Ela -me saludó regalándome una sonrisa de galán, seguramente con las chicas le funcionaba-. Mi prima tuvo que ir a un paciente por una emergencia, así que me ofrecí yo para llevarlos al partido.
Claro, por supuesto, Lía era prima de Caleb ¿Coincidencia? No lo creo, esto era la vida recordándome que si podía estar frente a una situación embarazosa lo iba a estar. Vida, un pequeño recordatorio, yo jamás te desafíe, no tenés que ser tan cruel conmigo.
De todas maneras, eso explicaba de una forma razonable el porqué estaba él en frente de mi casa, vestido con ropa informal. No lo voy a negar, los jeans oscuros y la remera con cuello en "v" le sentaban muy bien. Su ropa se adhería a los lugares correctos, además su piel brillaba a esa hora del mediodía. Elaine, dejá de comértelo con los ojos, tenés que ir a un partido.
-Eh...bien, vamos-carraspeé, me sacudí las manos en mis jeans, aunque no tenían polvo, los nervios me estaban jugando una mala pasada.
Me acerqué hasta el auto, estaba tan perdida en mis divagues que no me había dado cuenta que mi hermanito ya estaba adentro del auto y charlaba con su amigo sobre un nuevo videojuego que Eliel había comprado.
Caleb, haciendo gala de su gentileza me abrió la puerta del copiloto, cuando yo me acomodé en el asiento rodeó el auto y puso en marcha el auto.
***
En multimedia: Wathever it takes- Imagine dragons
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Juntos Eternamente
Teen FictionEsta es una historia de amor. Elaine le prometió a su madre que sus hermanos y ella estarían siempre juntos, pero la vida le va a demostrar que mantener esa promesa es difícil, deberá enfrentar muchas pruebas para mantener su palabra. A medida que s...