Sábado. Eso sólo significaba una cosa: dormir. Los sábados eran nuestros días sagrados para dormir, la única regla válida era dormir tanto como pudiésemos.
Teo y yo nos levantamos pasado el mediodía y fuimos juntos a la cocina, mientras tomábamos jugo yo cocinaba, bah... "cocinaba", en realidad preparaba sandwichs de carne fría y queso. Los sábados tampoco nos esmerábamos en cocinar.
–¿Me vas a contar cómo te fue con la doctora? –le pregunté a Teo suavemente.
–No, ella dice que lo que hablamos es un secreto –me contestó de forma seria.
–Pero yo soy tu hermana favorita –le dije mientras le hacía un puchero.
Teo ni siquiera me contestó, es más el gesto que me hizo me hizo saber que ponía en duda lo que le había dicho. Enano malvado, hiere mis sentimientos de hermana mayor. No tuve tiempo de reprocharle, en ese preciso instante entraron los mellizos.
Lucían muy desastrosos, entiéndame no parecía que recién se habían levantado sino que habían estado peleando de una manera muy salvaje, sus bucles negros formaban remolinos. Nehemías tenía la remera roja del piyama toda revuelta y el pantalón negro que estaba con una botamanga arremangada a la altura de las rodillas. Nahúm vestía un conjunto similar, sólo que los colores estaban invertidos, su remera estaba al revés.
No me culpen a mí, yo siempre me negué a vestirlos así, fueron ellos los que se compraron esos conjuntos para molestarme. La verdad es que mamá siempre los había vestido diferente porque tenía miedo de confundirlos, sobre todo durante los primeros meses de vida.
Se sentaron junto a Teo, mientras yo le repartía la comida.
–¡Oh queso, cásate conmigo! –dijo Nahúm en el momento en que se servía un sándwich.
–No, nadie querría casarse con vos –la voz de Alai flotó desde la puerta que conectaba la cocina con el comedor.
–Es tan hermoso escucharte por las mañanas –le respondió sarcásticamente Nahúm. Entre ellos dos el tratarse así de 'bien' tan temprano por la mañana era una buena señal.
He de confesar, jamás escuchaba cuando Alai se acercaba, creo que mi hermana más que caminar, flotaba como un fantasma. Lo cual estaba en sintonía con su apariencia, era la más pálida de los seis, además su cabello, que era tan oscuro como el de los mellizos, era totalmente liso, caía a lo largo de su espalda como una cortina que jamás se despeinaba. Sus ojos negros hacían difícil distinguir el iris de sus pupilas y siempre daban esa sensación de que podían mirar mucho más allá, como si analizaran tu alma.
El último en aparecer en la habitación fue Eliel, el apodo de 'osito' no era solo por su apariencia, sino también por lo mucho que dormía. Si fuese por él hibernaría todo el año sin hacer discriminación de estaciones.
-Buen día familia –nos saludó sonriente, mas cuando sus ojos se encontraron con los míos me hizo saber que teníamos una charla pendiente, de la cual no tenía escapatoria.
Después de desayunar el almuerzo, Alai y Teo se fueron a jugar en la PlayStation3 que Eliel tenía armada en su cuarto. Los mellizos subieron a su cuarto, supongo que a seguir durmiendo, y Eliel se quedó junto conmigo en la cocina, yo estaba probando una nueva receta para hacer una tarta de frutos rojos y caramelo.
–Soy todo oídos, ¿qué pasó en el trabajo anoche? –empezó él.
–El trabajo estuvo perfecto –le contesté-. La señora que me contrató tenía todo listo para que yo trabajara de manera cómoda, incluso tenía un ayudante, la gante con la que estaba en la cocina me trató muy bien...
– ¿Pero? –siguió él, adivinando que lo que seguía no era bueno.
–Cuando el evento ya había terminado un hombre trató de abusar de mí –mi voz salió en un susurró, sin darme cuenta había dejado de batir y mis manos se estrujaban en el repasador que colgaba de la mesada donde estaba trabajando.
Me di la vuelta para enfrentar a mi hermano, estaba parado apoyado en el islote con los hombros tensos, en sus ojos se mezclaban el dolor y la rabia.
–N...no logró tocarme –me apresuré a decir, en un intento de tranquilizar su ánimo-. Le pegué y salí corriendo.
Para esta altura del relato estaba llorando, el dolor de haber sido humillada me oprimía el pecho, Eliel me alcanzó un pañuelo de papel para que secase mis lágrimas.
– ¿Lo conocés? Dame su nombre, le voy a dar tal golpiza que va a pensarlo dos veces antes de acercarse a una mujer de nuevo. Le voy a enseñar que con mi hermana nadie se mete –escupió entre dientes, la ira teñía cada una de sus palabras.
–No, no Eliel, ya me encargué de que no pueda volver a ocurrir –le aseguré, tratando de tranquilizarlo.
El inspiró profundamente tres veces, repitiendo el mantra que le habían enseñado parta calmarse. Se acercó y me abrazó, nos quedamos ahí hasta que ambos logramos respirar con normalidad.
–Decime que le pegaste tan fuerte que lograste castrarlo –me dijo, tratando de volver a la normalidad.
–No –suspiré apenada- sólo logré noquearlo.
–Esa es mi hermana –sonrió, después se fue de la cocina y yo retomé la tarea que había dejado a medio hacer.
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Hellouu, volví ;D
¡Feliz día de reyes!
Perdón por la demora, no encontraba la inspiración y cuando por fin pude volver a escribir, el calor me ponía de malas. Espero poder actualizar más seguido, aunque no loes prometo nada.
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En multimedia: Seminare de Sui Generis
Nos leemos pronto
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Juntos Eternamente
Teen FictionEsta es una historia de amor. Elaine le prometió a su madre que sus hermanos y ella estarían siempre juntos, pero la vida le va a demostrar que mantener esa promesa es difícil, deberá enfrentar muchas pruebas para mantener su palabra. A medida que s...