Capítulo 29

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El lunes por la mañana luego de la rutina del desayuno antes de clases, me preparé y salí con mis hermanos con rumbo a la escuela y a mi reunión con Gina, la abogada. Tenía cita con ella a las nueve de la mañana y estaba un poco inquieta.

El estudio quedaba en uno de los edificios más modernos de la ciudad, y eso me puso aún más nerviosa, me sentía fuera de lugar, sentía que no encajaba con el ambiente ni las personas que me rodeaban todas vestían de manera elegante, y yo ahí con mis zapatillas bajas con la mugre de siempre.

Me restregué las manos en mis jeans oscuros, alisé mi camisa blanca y entré, la recepción del despacho era todo luz, vidrio y blancura. Ahora además de tener miedo de ensuciar algo, también temía romper algo. Con paso lento me acerqué a la mesa donde dos personas atendían a unos hombres de traje.

—El señor Berlusconi los atenderá enseguida —indicó un chico que parecía tener mi edad y unos rulos rebeldes, con amabilidad les señaló a los dos hombres un pasillo que daba a tres puertas distintas. 

Justo en ese momento un teléfono sonó y la chica que también estaba ahí se apresuró a contestar, su voz sonó muy educada y tranquila mientras le contestaba a quien estaba del otro lado de la línea.

Con pasos vacilantes me acerqué hasta el chico quien ahora ordenaba unos papeles en su lado de la mesa.

—Hola, buenos días —saludé

—Buenos días —me contestó el chico que identifiqué como Julio, o al menos ese era el nombre que señalaba en la chapita que colgaba en su camisa.

—Tenía una reunión con la abogada Gascón

—¿Con la señora Ana María o Gina Gascón?

—Con Gina, me dijo que me esperaba a las nueve de la mañana.

—Ah sí, pasá por favor, es el despacho de la derecha, la señorita Gina ya está ahí.

Con paso vacilante me dirigí hacia la puerta que me había indicado Julio. Llamé a la puerta y entré cuando una voz femenina del otro de la puerta me indicó que pasara.

La oficina era igual de luminosa y elegante que la recepción, solo que los mueble eran de madera blanca pulida y no de vidrio. Una mujer estaba sentada tras un escritorio amplio, concentrada en una computadora, cuando me vio entrar se puso de pie y me recibió con una sonrisa diplomática.

—Buenos días, soy Elaine, la amiga de Eliel.

—Hola Elaine, un placer conocerte —Gina se paró y me tendió una mano para brindarme un cálido saludo—. Tomá asiento, por favor.

—Gracias por recibirme.

De pronto, los nervios se calmaron. El trato educado y tranquilo de Gina me dieron la confianza para hacer las mil y unas preguntas que tenía sobre lo que podía y tenía que hacer con el caso de Jonah. Gina fue muy amable y paciente, estuvo atenta a todas las dudas que tenía. Se notaba su experiencia con problemas legales de este tipo. Me explicó todo lo que el proceso legal implicaba. Me gustó su honestidad, fue directa y sin rodeos y me aseguró que aunque el proceso no era complicado, llevaba su tiempo por culpa de la maldita burocracia.

Cuando salí del estudio me sentí mucho más aliviada, con los primeros papeles y permisos firmados, yo podía estar un poco más tranquila porque al fin podría poner distancia entre nosotros y Jonah.

Sintiéndome un poco más ligera me encaminé hacia mi trabajo, durante el trayecto empecé a pensar en posibles lugares donde podríamos empezar de nuevo.

***

Al cumplir con mis horas de trabajo, Matt y yo volvimos caminando a casa. Me pareció que hacía años, y no días que volvía caminando a casa junto a mi mejor amigo. Extrañaba caminar a paso tranquilo, mientras Matt a mi lado hablaba o cantaba cosas sin sentido.

Juntos EternamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora