Capítulo 2

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Narra Irene:

No recuerdo absolutamente nada. Me parece que me desmayé. Pero ¿donde estoy? Empiezo a notar una ráfaga de viento en mi cara. Muevo mi mano derecha y noto que hay…  ¿hojas? Abro los ojos. Me cuesta acostumbrarme a la luz del bosque. ¿Donde estamos? Me levanto. Me noto diferente. Llevo diferente ropa: una chaqueta de cuero, pantalones rotos, una camisa roja, botas y un cinturón con pinchos. Me toco los ojos y noto maquillaje en mis ojos pero esta vez notaba el doble. Veo un rayo de sol, me acerco allí y veo que mi brazo brilla. No puede ser. Soy un vampiro. Me miro los brazos y están llenos de tatuajes. Miro a mi alrededor y solo noto tranquilidad pero veo a Ángela tirada en el suelo. Voy corriendo hacia ella.

Irene: Ángela despierta, no estamos en casa

Ángela: ¿donde estamos?

Irene: No lo se.

xx: parece que habéis despertado.

Me giro corriendo y veo a Sydney en mis narices. Pero esta vez la notaba diferente. Tenia los ojos rojos. Siento un dolor en el labio. ¿Que mierda es esta? Llevo un pearcing en el lado derecho de mi labio. Miro a Ángela y veo que tiene otro igual pero en el medio del labio. Vuelvo a mirar a Sydney y tiene otro igual en el lado izquierdo.

Ángela: ¿que somos?

Sidney: sois vampiros igual que nosotros.

Irene: me arde la garganta.

Sydney era una chica pálida, de pelo largo negro, con flequillo y ojos verdes. O eso hasta que la he visto con los ojos rojos.

Ángela: a mi también me arde.

Sydney: vuestros ojos están rojos. Necesitaréis tomar sangre. Os voy a enseñar a cazar.

Irene: ¿vamos?

Ángela: venga.

Empezamos a correr a velocidad vampiro. Se sentía tan bien, oía el ruido del viento golpear mi cara, el ruido de los pájaros y el olor de las flores.

Narra Ángela:

Perdía el control. Mi garganta y mi sed se adueñaban de mi cuerpo. Empiezo a oler sangre, de un puma. Me desvío del camino y Sydney se queda en un árbol sentada para controlarnos. Mi amiga se desvía hacia la izquierda. Huelo al puma. Subo a una piedra y empiezo a trepar sigilosamente por la piedra fría. Sigo pegada a la piedra y observo al puma en busca del ciervo. Mis ojos rojos cada vez eran mas intensos. Clavo mi mirada en el puma y cuando salta me levanto corriendo y salto hacia el animal. El animal nota mi presencia entonces intenta defenderse y saca las garras e intenta morderme. Le rompí la mandíbula y le mordí en el cuello. Bebí lo bastante como para recuperarme, pero no acabé. Noté a alguien cerca de mi. Miro hacia el precipicio y veo a un hombre escalando. Veo que se cae me entra un escalofrío en el cuerpo y pierdo el control. Solo veo un objetivo y es el precipicio. Cojo tanta carrerilla que salto hacia las piedras. No me cuesta nada escalar. Llego a un hueco pero una voz me para.

Sydney: Ángela detente.

Me giro rápidamente. La bufé y miré hacia arriba, quería tomar esa sangre. Miro a Irene, cojo carrerilla y salto al vacío con ella a mi lado.

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