Capítulo 11

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Sorbe mi nariz con un pañuelo.

Odio que las mascotas deban morir en las películas.

—Esto es jodidamente triste—exclamo Gaby llevando una palomita a su boca.

—No entiendo porque lloran.

Fer nos miro con una mueca.

Los tres nos encontrábamos en la sala de estar viendo el rey león, acabábamos de presenciar la muerte del padre de simba, y era igual de triste como cuando lo vi de pequeña.

Eso jamás se supera, jamás.

—No todos somos monstruos como tu.—espeto la pelinegra.

—Ja, que irónico, la bruja hablando de monstruos.

Gaby tomo el control del televisor que estaba junto a ella, lanzándoselo.

No evite reír.

—Te salvas que soy buena persona, porque sino, ya te hubiera largado de mi casa.

—Si, si, si, como digas cerda.

—¡Ya! Basta—grite entre risas—Compórtense, dejen las peleas.

—Pues no todos podemos solucionar nuestros problemas como tu y Sean, con amor...

—Fer, no somos nada ¿Es muy difícil de creer?

Gaby volteo su rostro hacia el televisor sonriendo, enarque una ceja, el rubio se encogió de hombros.

Pf, que idiotez.

Nada había cambiado, aunque hicimos las pases seguíamos peleando, todo esta igual.

O eso creo, porque así es.

—Voy al baño—dijo Gabriela colocándose de pie.

Asentí con la cabeza.

Cuando cruzo por el pasillo, Fer me dio una mirada.

—¿Estas seguro?—le pregunte.

—Si, la escuche.

Respire hondo.

—Bien, iré.

Me levante del sofá, dirigiéndome al baño, Fer me conto hace unos días que cada vez que Gabriela terminaba de comer cualquier cosa, iba a el baño y dijo que la escuchaba vomitar.

De inmediato me preocupe.

Gabriela se a convertido en una de mis mejore amigas, y se puede decir que una hermana.

Y no pienso quedarme tranquila sabiendo que ella esta pasando por un mal momento y que eso puede costarle la vida o llevarla a cosas graves, que no son nada buenas para su salud.

Recosté mi cabeza del lado de mi oído en la puerta, para ver si lograba escuchar algo.

Y así fue.

Eran arcadas.

Estaba vomitando.

Apreté los dientes separándome, me quede de pie allí, esperando que saliera.

La puerta no tarde en abrirse unos minutos después, ella no me noto, tenia la nariz roja y los ojos algo llorosos.

—¿Qué hacías?—pregunte directamente.

Gaby dio una respingo, me miro con los ojos abiertos, sonrió soltando el aire que contuvo.

—Dios, me asustaste Camí...

—¿Qué hacías?—volví a preguntar.

Note como su cuerpo se tenso.

soltó una risa nerviosa.

Polos OpuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora