Que arda el puto infierno

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Pov: Zulema
Al llegar ya estaba anocheciendo, se nos había pasado la tarde ahí y no nos hemos dado cuenta. En la finca habían sicarios vigilando el lugar, era bastante grande, nos dispusimos a encontrar la habitación para ducharnos ya que teníamos leves manchas de sangre.

Me siento rara, era una rareza que ya conocía. Siento como éxtasis recorriendo mi cuerpo, como si algo fuese a apoderarse de mí y llevarse por delante todo lo que tuviese en frente, y con eso me refiero a Jessica.

Mientras caminamos hacia la habitación acorralo a Jessica contra la pared sin decir palabra alguna y comienzo a besarla desenfrenadamente mientras que ella corresponde cada uno de mis movimientos, pego mi cuerpo al suyo con una mano en su cintura y con la otra tomo su cabello por su nuca, tumbo su cabeza hacia atrás besando y lamiendo su cuello. Ella levanta una pierna y la sube en mi cintura tomándome del cuello, bajo mi mano desde su cintura, paso por su pierna acariciandola levemente, llego a su trasero y lo presiono en un inútil intento de pegarla más a mí pero era imposible ya que no quedaba espacio que nos separe. Ella toma mi cabello, acerca mi cabeza rozando nuestras narices para besarme de una forma sexy, lamiendo y mordiendo las curvas de mis labios, con cada movimiento tomaba con más fuerza mi cabello.

J: Vamos -dice excitada.
La tomo de la cintura y vamos a la habitación sin separar nuestros labios, subimos lentamente las escaleras sin dejar de basarnos como si fuese a irse nuestra vida si lo dejamos de hacer. Después de abrir varias puertas al fin encontramos nuestra habitación, entramos, cierro la puerta y llevo a Jessica hacia atrás lentamente besandola aún, quito su top y la tumbo en la cama.

J: ¿Que piensas hacer? -yendo hacia atrás

_ No te imaginas todo lo que te voy a hacer -acercandome a ella. Me siento encima suyo y beso su cuello

J: ¿Quieres jugar? -pregunta con dificultad por la excitación.

_ Sí -muerdo su labio inferior.

Ella toma el control, en un ágil movimiento logra darme vuelta y quedar encima mío, pasa su mano izquierda dentro de mi blusa acariciando mi abdomen mientras que con la derecha me aprieta un seno encima de esta, siento su cálida lengua recorrer cada parte de mi cuello y luego de unos segundos abro mis ojos al no sentirla más.

_ ¿Qué haces? -pregunto pícara

J: Nada de preguntas, yo mando aquí. -toma unas cosas de la maleta y apaga la luz.

Vuelve a sentarse encima mío, quita mi blusa, mi sostén, y me corre hacia atrás, toma mis manos, las lleva hacia el espaldar de la cama y me ata a ella, nisiquiera sé con qué lo hizo.

J: ¿A quién le perteneces? -me toma del cuello y lo presiona levemente

_ A tí -respondo extasiada.
Ella presiona mi cuello y comienza a lamerlo.

J: Eres sólo mía y de nadie más.

Comienza a bajar sus besos hasta mis senos, los muerde y succiona dejando leves marcas. Luego se harán más visibles pero no me importa, su lado animal me pone tanto.

Jessica cubre mis ojos con un antifaz y roza nuestros senos haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo completamente, mi piel está demasiado sensible y cualquier cosa que ella haga me vuelve loca, punto a su favor.

_ Si juegas con fuego te puedes quemar -jadeo

J: Entonces que arda el puto infierno.

Baja sus manos desde mi abdomen hasta mi vientre, toma mi pantalón y acaricia dentro de él, en un rápido movimiento lo baja dejándome en bragas. Lo tira, levanta mi pierna izquierda y la pone en su hombro. No sé en qué momento sucedió pero ella también estaba en bragas, pasa su pierna derecha por encima de la mía dejando un espacio para que nuestras vaginas se unan, comienza a mover sus caderas circularmente y yo copio el movimiento, el roce de la tela por encima de nuestras vaginas me estaba volviendo loca, necesitaba sentirla más allá. Seguimos los movimientos hasta que ambas sentimos la humedad de la otra traspasar la tela, ahí fue cuando Jessica me acostó y bajó mis bragas rápidamente, comenzó a lamer desde mis muslos hasta llegar al clítoris, dejó varios besos húmedos y bajó hasta mi entrada bebiendo mis jugos, introdujo suavemente su lengua y comenzó a hacer movimientos circulares, hacia arriba y hacia abajo mientras que yo me retorcía del placer. Cuando por fin estaba acariciando mi clítoris con sus dedos, pensé que iba a meter los dedos pero no lo hizo.

J: Dime que quieres. -jadea

_ A tí -digo entrecortada

J: Dímelo -lame mi abdomen.

_ Quiero que me hagas tuya -respiro agitada.

No se tomó ni un segundo, volvió a poner mi pierna en su hombro y volvió a repetir la posición, sólo que ahora sin nada que nos impida sentir a la otra, los movimientos se vuelven cada vez más salvajes, más duros.

J: Eres una puta -gime- dilo -grita y golpea mas fuerte.

_ Soy tu puta. -gimo

Y es entonces cuando llegamos al orgasmo, al mismo tiempo, nos recostamos en la cama con las piernas temblorosas esperando unos segundos a recuperarnos. Yo lo hice antes que Jessica y fue entonces cuando se llevó una sorpresa al ver que me había soltado de su agarre.

_ Me toca a mí -sonrío victoriosa y enseño el pañuelo con el que me había amarrado.
Ella sólo sonríe y con su dedo me dice que vaya hasta ella.
Amarro sus manos, la doy vuelta y la acuesto boca abajo.

_ ¿Ahora quién está al mando? Patrona...

J: Tú -gime.

No me hizo falta nada más, la bestia que estaba en mí no soportó más, sólo hizo falta ese gemido de ella para volverme completamente loca.
Me siento en su trasero y comienzo a mover mis caderas haciendo que mi vagina roce con éste, con mis manos la tomo del cabello y lanzó su cabeza hacia atrás. Voy hasta su cuello, lo beso, muerdo y succiono lo bastante como para dejar mis marcas en ella, vuelvo hacia atrás y hago que se ponga en 4 dejándome el espacio libre para hacer con ella lo que quisiera. Abro sus nalgas y con mi lengua pruebo cada parte de ella, desde abajo hacia arriba, comienzo a lamer y succionar su clítoris cada vez más rápido mientras que le doy nalgadas.

_ ¿Quieres que pare? -pregunto extasiada

J: No -gime entre gritos- ¡no pares!

Sólo me bastó eso para que metiera dos dedos en ella, comencé a embestirla rápidamente haciendo que con cada una de ellas sus gemidos sean más fuertes, se podían escuchar por toda la finca y no me importaba, eso me ponía más aún, que oigan, que sepan quien es la mujer de la diabla y quien la hace llegar.

J: ¡Zulema! -es lo último que escucho de sus bellos labios, sus piernas comenzaron a temblar, yo no saqué en ningún momento mi lengua de su clítoris hasta que llegó, su sabor es indescriptible, es tan embiagador y adictivo, nunca me voy a cansar de probarlo.
Calló rendida en la cama esperando recuperarse mientras que yo la desato y beso su abdomen.

_ Eres tan hermosa, te amo.

J: Yo también te amo.

La cosa no terminó ahí, ella es indestructible, ambas lo somos. Esa noche lo hicimos más de cinco veces y al terminar quedamos rendidas, no cenamos ya que cuando nuestras cabezas tocaron las almohadas quedamos completamente dormidas.

Ramé - JelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora