Prólogo

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El día había amanecido lluvioso, otra vez. El frío se colaba entre las rendijas de las viejas ventanas del destartalado motel donde había pasado la noche, despertando a Louis de su sueño. Emitió un gruñido como protesta, quería seguir durmiendo, había soñado otra vez con sus ojos verdes y no quería desprenderse de ellos tan fácilmente. No quería volver a la realidad. Una mano acarició su espalda desnuda como intento de consuelo, pero se desprendió de ella bruscamente y se giró dándole la espalda.

-Odio que siempre te levantes tan gruñón-dijo la voz juguetona de un chico que descansaba a su lado-, deja que lo mejore.

El chico le abrazó por la espalda y le dio un beso en el hombro, pero lejos de agradarle, hizo que Louis gruñera de nuevo y se zafase del abrazo. Se frotó los ojos con fuerza y se incorporó en la cama, sentándose de espaldas a él. No quería mirarlo, tenía aún grabado a fuego en su mente esos ojos verdes y sentía que si le miraba se esfumarían. Ni siquiera quería abrir los ojos, no quería que la luz del día le recordase que estaba lejos de él, perderlo de nuevo otra mañana más.

-No me apetece, Ethan-dijo al fin-. Odio este lugar y sus malditas ventanas.

-Eres tú el que elije siempre este lugar-le responde, nota como se acerca hacia él y se coloca tras su espalda, le acaricia con cariño y paciencia-. Sabes que puedes venirte a mi piso, alguna vez lo hemos hecho allí...o puedo ir al tuyo, nunca me has invitado.

Louis suspiró. Ethan era un buen chico, llevaban un par de meses quedando y estaba loco por Louis, aunque también sabía que no era correspondido de la misma forma. Tenía el pelo muy corto y rubio, una fina barba que se recortaba cuando crecía más de la cuenta, dulces ojos marrones, cuerpo marcado por el gimnasio y unos brazos fuertes listos para abrazar a Louis si se dejaba, cosa que nunca pasaba.

Se había mudado hacía poco a Londres intentando convertirse en modelo, tenía apenas veinte años y se podían ver en sus ojos todas sus ilusiones y esperanzas. De verdad que era un buen chico. Dulce y paciente con Louis, deseoso de complacerle, esperando la oportunidad de que le dejase quererle y aunque Louis sabía que Ethan era perfecto para una relación, posiblemente la persona ideal para hacerle olvidar todos sus problemas y remendar las heridas abiertas de su corazón, no podía sacarse de su alma los ojos verdes de aquel chico que había perdido hacía ya cuatro años.

-Sabes que mi apartamento no es una opción-dijo Louis mientras se ponía en pie y buscaba por el suelo su ropa-. Apenas paso tiempo allí y no me gusta-eso era verdad-. Tu piso me pilla lejos del trabajo y me da pereza tragarme el tráfico de Londres por las mañanas. Este motel de mierda es la mejor opción para los dos-eso era una verdad a medias.

Louis no quería que Ethan fuera a su apartamento por la misma razón que no quería ir al suyo. No quería que entrase en su vida ni entrar en la de él. Si seguían yendo a ese motel perdido entre los suburbios de la ciudad era porque, así, podía mantenerlo alejado de su vida, era solo un chico que veía cuando se sentía realmente solo. Y se odiaba porque sabía que Ethan no se lo merecía.

-Querrás decir que es la mejor opción para ti-respondió mientras se levantaba también.

Louis no quiso añadir nada más a la conversación, sabía que Ethan estaba en parte dolido y en parte molesto. Había intentado presentarle a sus amigos sin éxito, había intentado buscar excusas para que se viesen en su piso sin éxito, había intentado acercase a él de todas las formas posibles sin éxito y notaba como se estaba cansando. Louis esperaba cada vez que se veían que el vaso colmase y decidiera que dejar de verle era la mejor opción, que su paciencia acabara y no quisiera seguir quedando, porque sabía que Louis no sería capaz de romper el vínculo, aunque quisiera. Porque en el fondo no quería sentirse solo y le gustaba recibir un mensaje de Ethan interesado en verle, en quedar o en darle las buenas noches. Pero Ethan nunca se cansaba de insistir. En el fondo solo tenía veinte años y se estaba enamorando.

Let me inside | L.S. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora