Harry revisó su teléfono de nuevo y lo guardó en el bolsillo de su chaqueta vaquera, su favorita porque tiene borrego blanco por dentro y en el cuello, protegiéndolo del intenso frío que se había asentado en la ciudad a mediados de enero. Pero mientras esperaba fuera de la cafetería a que le sirvieran el café para llevar, sentía que no se ha abrigado lo suficiente esa mañana. Usaba un par de vaqueros negros y un jersey malva de punto que sentía que la lana era demasiado fina para el frío que estaba haciendo, además de que estaba convencido de que debía haberse puesto una camiseta interior más gruesa que la blanca que estaba usando, sus largos rizos sobrepasaban sus hombros y llevaba un gorro de lana gris que caía hacia atrás, protegiéndolo un poco del frío. Resopló malhumorado, pero se dijo así mismo que ya no podía cambiar nada y solo esperaba que la mañana pasara lo más rápido posible.
-¡Harry!-la voz de su amiga Lorena lo despertó de sus pensamientos, estaba en la ventanilla que despacha los pedidos para llevar teniéndole un vaso de cartón con una cubierta de plástico-Aquí tienes el café.
Harry le agradeció y agarró el vaso con ambas manos para calentarlas.
-¿Vas para la librería?
-No, hoy Nellie hace mi turno, tengo que hacer unos recados para mi profesora.
-¿Esa con la que quieres colaborar en sus proyectos?-preguntó interesada mientras hacía esperar a otro cliente para tomarle nota-Arnold, dame un segundo, cielo, que estoy en un asunto importante-Harry vio como el tal Arnold, un señor de mediana edad, con algunas canas y abrigado hasta las orejas (algo que hizo a Harry volver a lamentarse por haber elegido mal su atuendo), puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos impaciente-. Sabes perfectamente que tu té lo tengo en marcha antes de que incluso llegues, solo dame un segundo y no te quejes, que últimamente no me dejas propina.
-Con esa actitud nunca vas a encontrar marido-bromea Arnold.
-¿Y por qué querría a un marido que no me quiere con este encanto que tengo?
Ella rio descarada, contagiando a Arnold y también a Harry, que miró el reloj para darse cuenta que iba tarde.
-Sí, es esa profesora, pero ya tengo que irme, que tengo que llegar al museo Fiztwilliam y voy tarde...
-Vale, vale...ya me cuentas-se despidió su amiga y luego centró su atención de nuevo en Arnold, pero Harry ya se estaba alejando y no llegó a escuchar nada más de la conversación.
Harry había estado esforzándose mucho para poder conseguir una plaza en el departamento de Literatura Histórica una vez que terminara la universidad ese año, algo que cada vez estaba más cerca. No tenía muy claro que hacer con su futuro, pero sabía que quería que estuviera relacionado con libros, esos compañeros que siempre habían estado junto a él en los peores momentos. El departamento en el que estaba intentando entrar estaba enfocado a la investigación histórica en la literatura, no estaba seguro de si quería dedicarse a eso, pero pensó que era un buen comienzo.
Quería hacer algo significativo, que ayudase a cambiar las cosas, sabía que era un idealista de corazón y quería ayudar a que el futuro fuese un lugar mejor, pero desconocía cual era esa aportación que quería hacer, ese granito de arena que ayudase a mejorar el mundo que le rodeaba. Y hacerle recados a una profesora a veces no se sentía como ese algo que necesitaba, pero se animaba así mismo pensando que eran solo los primeros pasos del camino que iba a recorrer, aunque aún no supiera cuál era.
Esa mañana le tocaba ir al museo Fitzwilliam, concretamente a la zona del archivo histórico, donde tenía que entregar unos documentos sobre unos proyectos en los que estaba trabajando su profesora. No tenía ni idea de qué se trataba, pues no era su cometido saber esos detalles, pero supuso que debían ser importantes cuando ella había exigido que se presentasen en mano.
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Let me inside | L.S. |
أدب الهواة"-Déjame entrar aquí-le dijo tocando su pecho con el dedo índice, justo donde estaba su agitado corazón-. Sólo déjame entrar y vivir ahí. No me alejes otra vez, porque no podré recuperarme una segunda vez." ··· Hace cuatro años que Louis no ha visto...