Harry cruzó las puertas del edificio de su universidad mientras sentía como su móvil vibraba en el bolsillo trasero de su pantalón, despertando una sonrisa en sus labios al saber que era Louis respondiendo a uno de sus mensajes. Se quitó una de las asas de la mochila y rebuscó en su interior por un paquete de chicles, eligió uno de menta para ayudarle a quitarle el sabor a comida que aún conservaba en su boca y tras colocarse de nuevo la mochila en su espalda revisó el teléfono.
Después de la pequeña conversación que habían cruzado durante el almuerzo, los mensajes se continuaron sucediendo sin que ninguno pudiera parar la conversación, no habían hecho referencia a aquellas palabras, ni a lo que habían significado, pero Harry las seguía teniendo grabadas en su mente.
En Cambridge sí.
Seguía sonriendo al recordarlas, se alegraba de que Louis se hubiera sentido tan cómodo como él lo había hecho. Era una sensación agradable y tranquila saber que se había reconciliado con una de las partes más importantes de su vida, saber que podía coexistir en el mismo lugar que Louis sin sentir como su garganta se cerraba por el dolor. No sería honesto si dijera que no seguía siendo doloroso, porque él sabía que sus heridas seguían abiertas en su interior, pero al menos ya no sentía que siguieran sangrando, que aunque hubieran pasado cuatro años en los que Harry había aprendido a limpiarlas y a seguir adelante, no había conseguido cortar la hemorragia y sanar completamente. Por primera vez sentía que podría llegar a cicatrizar y alegrarse por tener en su vida a Louis en cierta forma. No habían funcionado como pareja, eso era evidente, pero sí podía funcionar su amistad...o al menos eso esperaba.
Sonreía al escribirle una respuesta a la historia que le había contado sobre Liam en el supermercado y mandó varios emojis vomitando ante la imagen de personas mayores teniendo sexo. No le dio tiempo a seguir su camino hacia las escaleras del edificio antes de recibir otro mensaje de Louis:
Louis: Al menos ellos ahorran en condones.
Harry: jajaja sí, es otro de los beneficios de la tercera edad.
Descuentos en el cine, en el transporte público y el ahorro en condones.
¡Todo ventajas!
Salió del chat y miró la hora, aún le quedaban diez minutos para su reunión con la profesora Button. Bloqueó su teléfono, lo colocó en su bolsillo trasero de nuevo y se encaminó a las escaleras.
El departamento de Literatura histórica estaba en la segunda planta en el ala este. Había aprendido hacía tiempo a moverse entre los pasillos de su endiablada universidad, que sospechaba internamente que las escaleras se movían al igual que en Hogwarts, porque sino no entendía cómo había profesores que conseguían llegar de una punta a otra en cuestión de minutos. Eso o conocían los pasadizos secretos, que Harry también sospechaba que tenía, porque no dejaba de ser un edificio medieval.
Los pasillos en el interior eran los típicos de una universidad moderna, contrastando con el exterior de piedra rojiza desgastada por los años. Estaba todo medianamente vacío y tranquilo, se cruzó con algunos alumnos en su camino al departamento, pero todos estaban en clase y solo estaban fuera los rezagados o los que disfrutaban de horas libres. Se apretó un poco el moño alto que recogía sus rizos y llegó hasta la puerta de madera oscura con un letrero dorado encima que indicaba que era el departamento de Literatura histórica. Lo abrió con cuidado y en su interior se encontró con Lizzy, la bibliotecaria, sentada detrás de su escritorio situado a la derecha de la puerta. El olor a libro antiguo y humedad inundó sus fosas nasales, todo estaba en silencio y las grandes estanterías que cubrían cada centímetro de las paredes de la pequeña estancia le dio la bienvenida.
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Let me inside | L.S. |
Fanfiction"-Déjame entrar aquí-le dijo tocando su pecho con el dedo índice, justo donde estaba su agitado corazón-. Sólo déjame entrar y vivir ahí. No me alejes otra vez, porque no podré recuperarme una segunda vez." ··· Hace cuatro años que Louis no ha visto...