Capítulo 4

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Después de salir de la librería, Louis se perdió entre las calles de Cambridge intentando encontrarse así mismo. Como si fuera tan fácil después de los años que llevaba perdido. Quiso despejar su mente dando un largo paseo y dejándose envolver por el encanto de aquella ciudad, con el móvil bien agarrado en su bolsillo por si de repente sonaba.

No le apetecía en absoluto rodearse de caras de desconocidos, aguantar conversaciones vacías y superficiales sobre temas que no le interesaban. Tenía el corazón en un puño y la imagen de Harry martilleándose en su cabeza, lo único que quería era llegar a su piso en Londres, meterse en la cama con una serie absurda de fondo y no tener que salir en un mes, cuando sus pensamientos dejasen de doler. Pero no le quedó más remedio que meter todas sus emociones en un cajón profundo y terminar el acuerdo con los clientes de Liam, no podía echárselo a perder.

No quería reconocer lo mucho que le había afectado volver a ver a Harry y sobre todo tener sus ojos clavados en él. Después de verlos solo en sueños, era extraño haberlos tenido de nuevo tan cerca. Aunque la mirada que trasmitían era muy diferente a la que él recordaba, nada quedaba de aquellos ojos verdes que reflejaban amor y picardía, que lo buscaba entre los pasillos de la universidad y le guiñaban de forma discreta. Nunca olvidaría cuando se cruzó con él por primera vez en uno de los jardines del edificio en el que estudiaba y como su corazón se paró cuando le dedicó una sonrisa descarada. Era uno de los chicos que tenían una beca para un curso de historia en su universidad y siempre tenía gente a su alrededor revoloteando, con ese carácter encantador que atraía a la gente era imposible que pasara desapercibido y no pudo evitar sentirse flotar cuando una noche en una fiesta le dijo que se moría por darle un beso.

Intentó distraerse todo lo que pudo durante el almuerzo de negocios, pero al final lo único que escuchaba a su alrededor era el murmullo sin sentido de voces que no le interesaban, asentía y reía para seguir el ritmo de la conversación, mientras su teléfono bailaba entre sus manos inquietas. En cuanto tuvo la oportunidad, se excusó con los clientes y se marchó del lugar, alegando que tenía que organizar las últimas cosas antes de marcharse de vuelta a Londres, esquivó las insistentes peticiones para que se quedara y finalmente consiguió llegar al piso rentado, para tumbarse en el sofá sin saber cómo gestionar las últimas horas antes de marcharse a aquello que le costaba llamar hogar.

Su teléfono sonó y su corazón dio un vuelco, no sabía las ganas que tenía de que Harry le llamase hasta que era la única oración que rezaba mientras sacaba el teléfono del bolsillo. Entonces vio el nombre de su padre en la pantalla y soltó todo el aire que sin darse cuenta había estado reteniendo.

-Dime-se limitó a decir decepcionado.

-¿Todo bien por Cambridge?-su padre sonaba animado.

-Sí, los clientes están encantados con la propuesta de Liam y creo que todo sigue adelante-respondió sin muchas ganas de seguir hablando con él.

-Me alegro. Todo apunta a que seguiremos haciendo negocios con ellos, ¿cuándo vuelves?

-Esta noche tengo el tren, no te preocupes que mañana estaré en la oficina de nuevo.

-Bien, te necesito aquí-su tono se volvió más serio-. Me sorprendió mucho que decidieras marcharte a Cambridge de un día para otro y has dejado cosas a medias aquí.

-Han sido solo dos días, papá-puso los ojos en blanco exasperado-. No se va a parar la empresa porque desconecte dos días en una ciudad que está a cincuenta minutos, no me he ido a Jamaica dos semanas.

-Te lo he concedido porque sé que has estado trabajando mucho y te venía bien, pero te prefiero aquí, el trabajo de campo puede hacerlo tu amigo.

Let me inside | L.S. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora