Capítulo 5

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Harry tamborileaba con sus largos dedos anillados en la página del libro que tenía abierto, estaba sentado en la cornisa de la ventana de su habitación y una lamparita de pared le iluminaba. Intentaba concentrarse en la lectura de John Reed y sus Diez días que estremecieron el mundo, tenía que terminar el análisis para clase, pero la Revolución Rusa no estaba despertando ningún interés en él y llevaba más de media hora mirando las letras de la misma página.

Estaba solo en casa, Niall no había vuelto todavía de sus clases, y su mente divagaba aburrida por pensamientos que no quería tener. Como, por ejemplo, Louis con gabardina, Louis dándole un sorbo a su té o Louis simplemente sonriendo. Bufó mientras se sacudía el pelo intentando sacudirse esas imágenes también, resignado, cerró el libro de golpe y lo tiró contra la cama.

Había pasado una semana desde que se habían visto y aún tenía resaca de todo lo que sintió cuando volvió a verle. Parecía un fantasma de sus recuerdos pasados, poco quedaba del chico que había conocido en lo que parecía otra vida, no tenía ese brillo en sus ojos azules, ni la chispa de su risa o la picardía en su forma de comerse el mundo. Pero de alguna forma, al mirarle directamente a sus ojos azules, pudo verle dentro de toda esa apariencia de traje, corbata y mirada esquiva, algo quedaba de la esencia del chico al que espiaba entre los pasillos, que reía a carcajadas con sus amigos y que estaba tan guapo en una fiesta una noche que no pudo resistirse a querer besarle. Sonrió para sí recordando como sus ojos azules se abrieron sorprendidos, para luego decirle que lo había esperado desde que le vio por primera vez.

En realidad, ninguno de los dos era consciente de lo mucho que se habían esperado mutuamente.

Soltó un largo suspiro, se puso en pie y salió de su habitación. Echó un vistazo al apartamento buscando algo con lo que entretenerse, pero era tan pequeño que todo estaba a la vista y comprobó que no había mucho que hacer. La cocina y el salón estaba todo en la misma estancia (separados por un viejo sofá gris que Niall encontró por ahí), había una mesa pequeña de comedor olvidada junto a la encimera de la cocina, pero hacía bastante tiempo que tanto Niall como Harry habían sucumbido a la comodidad de cenar en el sofá y no recibían tantas visitas como para modificar esa conducta.

Las paredes de ladrillo visto de color rojizo combinaban con los pocos muebles que acumulaban: una caja que hacía de mesita junto a la entrada, acompañando a la vieja bicicleta que Harry consiguió de segunda mano, dos palés apilados que servían como mesa de café junto al sofá, cortinas blancas que arrastraban por el suelo al ser más largas de la cuenta y más grandes que las pequeñas ventanas de color negro. Libros por el suelo que su compañero habría usado para algún trabajo y los olvidó ahí, dos estanterías colocadas entre las dos puertas de las habitaciones, pero que estaban llenas de objetos sin sentido que ambos iban recopilando por ahí, ya que los libros Harry los tenía repartidos por su habitación y Niall no leía. Olía a curry por el restaurante tailandés que tenían debajo y por el supermercado junto a él, lo que hacía que Harry siempre tuviera hambre y muchas veces le desconcentrase de sus estudios. Tenía todo tan aspecto de piso de estudiantes, que hasta les hacía gracia y no cambiaban nada, ya habría tiempo de madurar.

Harry se tiró en el sofá gris vencido por la sensación de inquietud que sentía en el pecho y miró su móvil. Le quemaba tenerlo en la mano mucho rato sin usarlo para algo útil porque siempre acababa abriendo la conversación con Louis. Eran unas simples frases, ni siquiera era una conversación propiamente dicha, no había nada relevante ahí, pero la abría una y otra vez para leer una y otra vez lo que se habían dicho. Y se preguntaba una y otra vez porque había tomado el impulso al final de escribirle para tomarse ese café. No es que se arrepintiese, todo fue muy cordial y no acabó en una discusión, como pensó que ocurriría. Pero el problema era la sensación que había dejado tras de sí, esa maldita sensación que conocía bastante bien.

Let me inside | L.S. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora