Los estudios en el extranjero están sobrevalorados. Si me dieran un dólar por cada fotografía que he visto de chicos disfrutando en sus escuelas, ya sería millonaria. Lo cierto es que educarse en otro lugar que no sea tu país no es tan bonito como lo pintan las campañas publicitarias. Al final, todo se reduce a lo mismo: largas jornadas escolares, tareas en un dos por tres y profesores ansiando el toque del timbre para morir en paz en sus escritorios. Y ni que decir si el idioma que tú hablas no es el mismo.
Quería subirme a un maldito avión, cruzar el océano, llegar hasta mi habitación y meterme bajo las sábanas y no salir hasta el día del juicio final. Pero antes de eso tenía que pegarle al taxista.
—llegamos, señorita. No va a bajar?
—acabo de mudarme. Estoy tomando fuerza.
—animese
La casa era una construcción de dos plantas, algo pequeña comparada a las del resto del lugar. Estaba pintada de un tono tan amarillo que no me sorprendería que fuera fosforescente durante la noche. Una pequeña cerca de madera que ofrecía la misma protección que un condón roto cercaba un jardín... Si es que a un montón de yerba se le podía llamar así.
Baje del auto y toque el timbre. Medio minuto más tarde, Monserrat, la amiga de mi padre, abrió la puerta de su hogar y sus labios se estiraron en una sonrisa nerviosa.
—Lalisa, cierto? Lamento no haberte ido a recoger en el aeropuerto, pero estaba algo atareada preparando tu habitación. Adelante, pasa. Es peligroso quedarse allá afuera.
—gracias, siento las molestías.
—oh, no es ninguna molestía. Déjame ayudarte con tus maletas. Creí que llegarías hasta la noche, con tu papá.
— él tenía que trabajar.
—quieres algo de tomar?
Me recitó como diez bebidas diferentes hasta le pedí un poco de agua helada. Una cerveza habría estado bien, pero no se puede todo en esta vida. Si mi padre se llegase a enterar que había comenzado a beber, me quitaría del testamento.
La casa no era nada del otro mundo. Una sala de estar minimalista, con dos sillones y un sofá alineados a la pared. Reconocí a papá y a Monserrat en una fotografía. Habían sido compañeros en la universidad y por lo visto, seguían siendo buenos amigos. Mi curiosidad tuvo un golpe bastante duro cuando me percate de un cuadro donde ellos se tomaban de las manos y se besaban. Siempre sospeche que entre Monserrat y mi padre existió una relación. Y esa era la prueba.
—tu y mi padre eran...?
—novios? Si— contestó como si fuera la cosa más natural del mundo— de hecho fui su prometida durante un par de meses, pero las cosas se arruinaron entre los dos y decidimos dejarlo por la paz antes de hacernos daño. Desde su divorcio, él y yo estamos estado más en contacto.
— pues creo que es porque le gustas.
— si, es tierno?
— si. Es algo tierno— le contesté mientras me tomaba toda el agua de la jarra.
—vaya. Estás sedienta
—este calor me está matando
— oh, si. Ven. Te llevaré a tu habitación. La semana pasada vino tu padre a ayudarme con la instalación de tu aire acondicionado. Le sugerí que llamara a un técnico pero él dijo "yo puedo hacerlo, apartarte. Soy el hombre".
Para cuando abrió la puerta de mi cuarto, ya me había recitado todos los problemas que tenía la casa: desde las goteras hasta los extraños ruidos en el sótano.
ESTÁS LEYENDO
•°𝑻𝒂𝒏𝒈𝒍𝒆𝒅°• Jenlisa
FanficJennie está en una relación con una mujer que la maltrata y, aunque quiere escapar, su gran corazón no se lo permite. Cuando Lalisa aparece, su vida comienza a cambiar poco a poco. Desde picantes momentos en la ducha, hasta secretos contados en la c...