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Eran las tres de la mañana y no pude quitarme de la mente la imagen de Jennie succionandole la tráquea a esa rubia.  Pero más me sorprende que eso, fue que su pareja lucía un poquito mayor que ella. Tal vez estaba entre lo 26 o 30? Cual era el límite de la edad para el amor?

Reflexioné sobre eso y conseguí quedarme dormida cuando el sol estaba saliendo y su luz entraba por mi ventana. El despertador sonó y lo arroje contra la pared. Apenas había logrado conciliar el sueño y no eran mis intenciones faltar el primer día en la universidad. Esa ingenieria no se iba a estudiar sola, y si no ponía de mi parte, suspendería el primer semestre. Esta no era la preparatoria y aquí no estaba el señor calvito, con quién solo tenía que cruzarme de piernas para tener sus favores.

Cuando salí de la habitación me encontré con Monserrat emergiendo del baño en medio de una nube de vapor.

—buenos días, Tinkerbell!

— buenos días, hay agua caliente?

—por suerte, si. El calentador nuevo funciona. Fíjate que el otro día Jennie estaba furiosa porque el calentador viejo se había dañado. Salió del baño y fue directo a mi habitación para gritarme. Puedes creerlo? Ahh, esa chica me va a terminar...

— que hay para desayunar?— pregunté apresurada por cambiar el tema.

—oh, justo ahora iba a prepararles algo. Tal vez unos huevos revueltos y jugo de naranja... O hotcakes... Crepas? Café con leche y panecillos?

Cuando entré al baño, Monserrat siguió recitandome todo el menú desde el otro lado de la puerta.

— querida? Que te gustaría desayunar?

— cereal integral, por favor.

—oki

Tuve que darle crédito a la mujer. Se esforzaba por congeniar conmigo, y yo no iba a ser la ruin de la historia y mucho menos una chica grosera aprovechandome de su amabilidad. Si a mí papá le gustaba ella, aunque me doliera en los ovarios, tenía que aceptarla.

— buenos días a todos— saludé después de bañarme y bajar a a la cocina.

Jennie, con el pelo despeinado aún, lanzó una mirada que hubiese derretido un bloque de acero. Le dio un sorbo a su café y se fue a grandes zancadas por las escaleras.

— siempre está de malas?

— a veces— contesto Monserrat— es difícil con ella.

— ya no es una adolescente.

— díselo— retó Jackson, con una sonrisa provocadora.

Jennie volvió ya vestida: una pequeña falda y una blusa abotonada hasta el escote. Por los botones deduje que su blusa era Chanel junto con sus aretes. Su cabello castaño caía perfectamente en sus hombros. Era sexy, a su modo. Incluso esa insensibilidad en sus ojos gatunos parecía ser encantadora. Se sentó delante de mí. Tomó un tenedor e hizo el intento de robar el último hotcake.

Sólo que yo le gané. Y lo hice sin malas intenciones. Gane un fruncimiento de sus cejas

— eh! Eso era mío!— se quejó como una niña chiquita.

— lo siento— dije con la boca llena.

Jackson se echó una carcajada y Jennie le pegó con la servilleta.

Nuestro desayuno se puso más incomdo cuando Monserrat subió a su habitación para cambiarse. Jennie leía en silencio un libro sobre vampiros. Jackson jugaba con su consola. Yo comía mis cereales y el sonido de mis masticadas era lo único que rompía con el silencio. Jennie echó otra de sus miradas irritantes cada vez que mis dientecitos molian las hojuelas de maíz. Tuve que comer con mucha paciencia y con el sigilo de un ninja. Hicimos contacto visual y le sonríe tratando de ser amigable. Ella arrugó sus labios y volvió a su lectura.

•°𝑻𝒂𝒏𝒈𝒍𝒆𝒅°•  JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora