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-Jisoo-

Ver a Lisa apretar tanto la pantalla de su pobre teléfono hasta que la presión de sus dedos hizo que le saliera una manchita blanca al táctil hizo que se me pusiera la carne de gallina. Su rostro enrojeció y con un movimiento desdeñoso dejó su móvil sobre la mesa, al lado de los dos paquetes de papas a la francesa que se había comido.

Tomé nota mental: no volver a creer en Joy cuando me invitara a salir diciendo que ella pagaría el almuerzo. Era una tacaña; me estaba dando cuenta. Casi podía ver en sus ojos la alegría por lo que estaba pasando.

Bebí un trago de mi soda y le lancé una mirada afilada a Joy; que estaba justo del otro lado de la mesa nos observaba a ambas con una sonrisa felina. Le di un golpecito con mi pie en su rodilla, pero ella no pareció inmutarse y, por el contrario, se veía feliz por habernos puesto a Lisa y a mí en ésta situación.

Anoche, después de decirle a Lisa que sentía haberme comportado como una idiota, Joy me llamó y propuso que, para aliviar mi mal humor, fuéramos a comer al centro comercial. Ella pagaría todas las cuentas y yo pensé "vaya, esta oportunidad no podría repetirse". Si hubiera sabido que todo esto se trataba de uno de sus perversos planes, invitando también a Lisa, habría declinado de su oferta.

Tal vez por eso mi querida pelinegra estaba tan enojada que no le importaba desquitarse con su iPhone X. A ella,  Joy también la había engañado, prometiéndole que irían de compras para liberar la tensión acumulada por toda la acción nocturna de la fiesta. No se imaginaba que era una cita para que ambas nos encontráramos.

Cuando vi a Lisa aparecer al lado de Joy, mi primer pensamiento fue largarme de alli. Sí, era un golpe a mi orgullo, pues cuando se trataba de relaciones esporádicas, no temía dar el primer paso; no obstante preferia ser cobarde por ésta vez, que enfrentar mis verdaderos sentimientos cara a cara con la chica que me gustaba.

Pero al verme, Lisa se ruborizó y me saludó con la mano. Ese simple gesto hizo que las piernas se me congelaran y pronto me vi arrastrada hacia las tiendas de ropa. Mi billetera sólo tenía el suficiente dinero para pagar una mediocre hamburguesa con papitas, así que mientras ella se ocupaba de gastar el dinero de papi, yo me entretuve afuera de la tienda jugando con un niño al Street Fighter en una vieja máquina de video.

En circunstancias normales me habría encantado ver a Lisa probarse faldas y blusas, pero esta vez preferí alejarme de ella y olvidar, al menos por un momento, que comenzaba a sentirme nerviosa estando en su presencia. Nunca me había pasado con ninguna persona; las manos me sudaban, sentía el bombeo de mi corazón y las abejas asesinas en mi estómago gritar a los cuatro vientos que esa tailandesa de pacotilla me tenía muy prendida.

En aquel momento prefería abandonarlas dentro de la tienda, subir a mi coche y marcharme a casa para tocar mi piano y descargar toda mi maldita frustración en cada nota. Y estuve a punto de hacerlo, pero en ese momento ellas salían de la tienda con una bolsa de ropa en cada mano. Al ver la sonrisa maravillosa de Lisa deseé quedarme ahí y sentir, con goce, las sensaciones tan extrañas que ella infundía en mí.

Pensé que estaba feliz de verme, pero lo cierto es que ella me había estado evitando toda la mañana. Caminaba siempre al lado de Joy, varios pasos delante de mí. Yo ni siquiera era digna de sus miradas y me sentía como la miserable arrastrada que volaba como una mosca detrás de una rebanada de pastel.

Lisa jamás me haría caso, pues ella y Jennie ya habian hecho el sin respeto y eso significaba que yo tenía que desaparecer de su vida. Que contradictorias somos las mujeres, no? Anoche quería arreglar las cosas con ella y hoy deseaba no volver a verla en mi vida. Dejaría que Jen cuidara de ella. Era algo bipolar, pero en el fondo era buena chica.

•°𝑻𝒂𝒏𝒈𝒍𝒆𝒅°•  JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora