•°𝑻𝒂𝒏𝒈𝒍𝒆𝒅°• Jenlisa

22

A Jennie no le hizo mucha gracia la idea de que Jisoo viniera a buscarnos para ir a la fiesta; pero no había nada que hacer respecto a eso. Cuando intentó pedirle el coche a Monse, ella le respondió con un rotundo no e incluso no le dio permiso para salir de la casa. Jen se enfadó y durante el resto de la tarde se había mantenido encerrada en su habitación.

Sin embargo, más adelante, Monse subió a hablar con ella y le dijo que sí podía ir a la fiesta, siempre y cuando no bebiera nada y regresara a la media noche. Yo creo que Monse estaba siendo muy optimista, pues conociendo la forma de ser de Jennie, pedirle algo como eso era una locura. No obstante Jennie aceptó de malos modos.

En cuanto a mí, necesité del permiso de mi padre para salir de la casa a esas horas. Por teléfono me dio todo un sermón sobre la responsabilidad y el valor de la puntualidad. Fue taaan aburrido que me permití dejar el teléfono en la sala, ir a la cocina por un poco de agua y al regresar, papá seguía con su cátedra.

—Y...—tartamudeó con un visible tono apenado. Creo que podía verle al otro lado de la línea, con la cara ruborizada —si vas a... Tener relaciones, asegúrate de que...

Me reí.

—Sí. Tranquilo. Sé cómo ponerle el condón a un hombre.

Mi padre se quedó mundo y luego añadí.

—Con la boca.

—¡Lalisa!

—¡Jé! Gracias, papi —colgué el teléfono y sí, sé que piensas que soné como una auténtica pervertida al bromear de ese modo con papá, pero es que estaba de tan buen humor que no me importaba recibir uno o dos regaños.

Me senté en el sofá y crucé las piernas sólo para medir qué tanto se me corría la falda de cuero negro que me había puesto. Hasta la mitad de los muslos? Nada mal. Esta vez iba a ser yo la chica sexy.

Jennie bajó las escaleras, vestida con sus jeans negros y una blusa roja ceñida a su busto y que mostraba una delgada línea de su obligo. Suspiré, mientras miraba sus alaciados cabellos, con extensiones plateadas mecerse al son de sus pasos.

Era como observar a una vampiresa llena de sensualidad. Se había pintado los labios de un tono rojo sangre y las uñas con esmalte negro.

—A qué hora vendrá esa tonta por nosotras?

—Ya está en camino.

Jen  miró mi falda y sonrió.

—Bonitas piernas.

—Gracias—le sonreí. Dios, me sentía tan bien.

La abracé de la cintura y sentí que ella se sacudía, sorprendida por mi nueva actitud. Y en cierto modo me gustaba que se diera cuenta de que eso estaba cambiando en mí, que ya no era la Lisa callada y retraída de antes. Me estaba costando esto de actuar con cierta coquetería y tenía que esforzarme por no parecerme a una puta. Era divertido ver la cara ruborizada de Jen.

— Monse quiere adoptar—contó y suspiró, resignada —creo que sí vamos a tener babosos por acá.

—Mmm... —ladeé la cabeza y le acaricié el cuello con mi dedo índice. Ella se estremeció —creo que seremos unas buenas hermanas.

—Tonterías —Jen se alejó de mí cuando oyó la bocina del coche de Jisoo.

—Vámonos—la tomé de la mano y la guíe hasta la puerta, es una suerte que...

De repente sentí que me tomaba de los hombros y me daba media vuelta con un rápido movimiento. Sin que yo pudiera hacer algo para detenerla, me acorraló contra la puerta y clavo sus labios en mi boca. Mis ojos estaban igual de abiertos que las persianas en primavera y noté en su beso la inmediata necesidad de acariciar mi lengua con la suya. La tomé de la cintura y Jen se pegó mucho más a mí. Sentía la presión de sus dientes contra los míos y nos separamos un poco después. En su rostro pálido ardía el rubor.