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—sigue intentando— le sugerí a Jisoo. Mis dedos tamborileaba sobre mi rodilla y me sudaba la frente, incrédula por dentro al darme cuenta de que el coche no iba a encender.

—que demonios crees que estoy haciendo?— refunfuñó mientras le daba la vuelta entera a la llave y pateaba incansablemente los pedales. El Beatle amarillo se sacudía y tosia con la misma pereza de un ateo levantándose por obligación de ir a misa un domingo—¡Maldita sea!

—¡Si! ¡Estúpido e ineficiente coche!— grité y me vi más molesta con Jisoo que con el vehículo, pero intentar que arrancará a base de gritos era tan estupido como dejarme violar por Jisoo.

Crucé los brazos y mira hacia el horizonte. El disco anaranjado del sol descendía con más rapidez dentro del lago. De cerca se oía el fragor de las gaviotas volando hacia sus nidos, las pequeñas olas del lago se hacían más presentes con la brisa que adquiría una calidez que me ponía la piel de gallina.

Jisoo salió del coche y abrió el cofre. Me acerqué a ver el motor: una maraña de cosas de metal y varios cables que segun mi eficiente ingenio de mecánica supe que se movía con gasolina y electricidad. Jisoo se inclinó hacia adelante y examinó detenidamente cada conexión, tubo y mangera. Comencé a sentirme más tranquila pues yo sabía que ella amaba su auto, así que debería conocerlo a profundidad. Tal vez ni siquiera era que le hacía falta gasolina. A lo mejor la batería estaba baja de carga

Bajé la mirada y note que unas cuentas gotitas caían desde el motor. Asustada, grité una triunfal frase de victoria y me puse de cunclillas para ver mejor.

—¡Aja! ¡Mira!— exclamé—¡Esta goteando algo!

—esa es agua del radiador

—¡Oh my god! ¡¿Se rompió el radiador?! ¡Va a explotar!— comencé a gritar

—¡Cállate, Lisa!

Fruncí las cejas cuando me regañó, pero al menos era un alivio saber que el coche no volaría por los aires. Volví a levantarme y trate de entender cómo es que el primo de mi padre podía ser mecánico y comprender cómo funcionaba cada cable y mangera conectada a ese bloque de metal.

—como lo reparamos?— le pregunté. Ella me dedicó una mirada tosca y volvió dentro de la cabina. Intento arrancar, pero el motor simplemente se negaba a rugir.

Suspiré con fuerza y volví la vista hacia el sol. Estaba anocheciendo demasido rápido y lo peor de todo fue que divisé un grupo de nubes grises recorriendo el cielo desde lago adentro y acercandose a la orilla.

—genial— dije y me acerqué a ella que había dejado de intentar arrancar el motor— ya viste? Parece que se aproxima una tormenta.

Jisoo se quedó reflexiva, mordiéndose el labio inferior y tronándose los dedos. Noté su mandíbula tensa y sus orejas tenuamente rojas. Vergüenza? Por qué? De pronto su rostro se iluminó.

— celulares. Pediremos gasolina.

— oh, cierto.

Sacamos nuestros moviles y casi al mismo tiempo de ver la pantalla soltamos una maldición: no había señal. Las barritas indicadoras de mi iPhone X estaban completamente blancas y la etiqueta de "sin servicio" destellaba sobre mi fotografía de fondo.

—¡Maldita sea la compañía telefónica!— exclamó Jisoo y aporreó su móvil en el volante. No me preocupé, era un Nokia. Yo guarde el mío antes de que ella se le ocurriera desquitarse con mi pobre iPhone.

— por qué no vamos a pedir algo de gasolina?

— buena idea.

Jisoo sacó un bidón vacío del baúl. Nos aseguramos de cerrar completamente el vehículo y recorrimos todo el camino de piedras por el que habíamos descendido. Las ramitas de los arbustos me arañaban los brazos. Mi falda estaba llena de espinitas y estaba segura de que algo me habia rosado el tobillo. Deseé decir algo Inteligente para romper la tensión, pero la mandíbula de Jisoo seguía tensa y no hacía falta ser un genio para saber que por dentro se la estaban llévanos los mil demonios

•°𝑻𝒂𝒏𝒈𝒍𝒆𝒅°•  JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora