Capítulo IV: Una plática civilizada

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Conciliar el sueño era un martirio, tratar de levantarse temprano era otro.

Dazai despertó de manera abrupta cuando escucho los gritos de Mori a fuera de su habitación, sino fuera por esos chillidos cada mañana, seguro ya lo hubiesen suspendido por faltar a clases. Como si de un esfuerzo monumental se tratara puso el primer pie en el suelo pensando en si no era mejor tirarse por la ventana, ir a clases era tedioso, no había mucho que aprender, al menos para él.

Cuando por fin estuvo de pie sintió la necesidad de envolverse nuevamente entre las sábanas, pero una vez más Mori grito, amenazándolo con la misma artimaña de siempre: «Si no estás desayunando en 20 minutos iré a buscarte un empleo hoy mismo». Sin más, se adentró al baño de su habitación, saliendo con prisa 18 minutos después con las vendas y el uniforme puestos, con paso directo hacia la cocina.

- ¡Buenos días! - saludó en cuanto estuvo ahí, tomando asiento en la mesa justo en frente de Fukuzawa, la pareja de su tío.

-Buenos días, Dazai- respondió Fukuzawa, un hombre de 45 años, alto y bien fornido, de cabello color plata y largo hasta los hombros.

- Por fin bajas- le espetó Mori con cierta molestia en la voz, mientras le tendía un plato sobre la mesa, ocupando el asiento junto a su pareja unos segundos después. - Por un momento creí que tendría que arrastrarte de nuevo.

-Ah, ni lo menciones- bufó el castaño. - Es sumamente molesto cuando lo haces.

- Pues no lo sería si te levantaras más temprano, me retrasas demasiado.

- Entonces no lo hagas, no entiendo cuál es tú manía con todo esto.

El hombre frente a él, dueño de una cabellera azabache y de unos cautivadores ojos color violeta, le miro con indignación, cambiando su expresión rápidamente por una cansina, realmente era difícil intentar razonar con su sobrino.

- Fukuzawa es el director de Tú, escuela – puntualizó el azabache. - No puede estarte salvando el trasero cada que decidas faltar porque no dormiste lo suficiente.

Dazai no respondió y simplemente continuo con su desayuno. Ambos, Morí y él, siempre evitaban involucrar a Fukuzawa en sus discusiones, a menos claro, de ser estrictamente necesaria su mediación. Además, la imagen seria y tranquila del mayor no podía sino inspirarle un gran respeto.

- Ya me tengo que ir- habló Fukuzawa, mientras se levantaba de la mesa.

- ¿Ya? ¿Tan rápido? - preguntó extrañado Mori, revisando la hora del reloj en su mano. – Tienes razón.

- Gracias por el desayuno, nos vemos en la noche- se despidió el hombre, inclinando su postura para besar brevemente los labios de su pareja. - Nos vemos en la escuela Dazai.

- Sí, nos vemos- respondió el castaño.

- Adiós, Yukuchi- suspiró Mori, haciendo reír al muchacho frente a él. - ¿Y ahora qué?

- Siempre luces como si Fukuzawa fuera a ir a la guerra cuando te despides.

- Si tuvieras una pareja lo entenderías mejor- respondió bruscamente Mori.

- ¡Hey! - reclamó Dazai. - He tenido novia y nunca me he comportado de forma tan patética.

- Corrección, cuando tengas una pareja que si te importe lo entenderás.

- Estoy seguro de que no pasara.

Mori lo miro divertido, su sobrino era un muchacho muy inteligente que fácilmente podría ser tildado de arrogante, calculador y embustero. Las dos relaciones que le había conocido realmente no habían llegado ni al mes, su desinterés y poca empatía hacia esas muchachas había sido evidente ante sus ojos, llevando a cuestionar al castaño del por qué buscó una relación, recibiendo como respuesta un escueto «No lo sé» y un ligero levantamiento de hombros. En serio, era difícil razonar con él. En ocasiones y dada la actitud que portaba Dazai, dudaba seriamente de verlo algún día con una pareja a la que amase de verdad, sin embargo, los nombres Oda y Ango venían a su cabeza, haciéndolo pensar en que, si podía despertar su corazón con esos dos muchachos, seguramente podría haber una tercera persona a la que le abriera su corazón también, quizás solo era cuestión de esperar.

Zurcir [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora