Capítulo IX: Una velada maravillosa

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Si Chuuya pudiera definir su cita en una sola palabra, esa sería incómodo. Para empezar, la película que terminaron viendo iba sobre un chico y una chica que pese a su aparente odio y rivalidad, al final terminan enamorándose profundamente. Era por supuesto, "...el típico cliché de shoujo", razono Chuuya, sin embargo, ello no evito que se sintiera extraño en más de una escena. Por otra parte, cuando acabó con la chica en una pequeña pero tranquila cafetería, conversando sobre un show de televisión que en su vida había visto, Chuuya comprendió que él y Yuan tenían muy poco, por no decir que nada en común. La muchacha no guardaba ningún interés por la literatura, mientras él no podía detestar más pertenecer a The Sheeps y convivir con Shirase cada noche.

Finalmente, cuando acompañó a la chica hasta la puerta de su casa, Yuan con todo el valor y los nervios del mundo se despidió rápidamente depositando un corto beso en los labios del muchacho, quien no tuvo ni tiempo de pedir una explicación, pues la chica ya había cerrado la puerta frente a él. Dejándolo con una estúpida pregunta en su cabeza. Abrumado, el pelirrojo camino hasta su casa levemente cansado, definitivamente el lunes aclararía todo con ella.

Una vez jalo el pomo de la puerta y entro a su casa, se alarmo de inmediato, la luz de la concina se encontraba encendida y los ruidos que provenían de allí dejaban en claro que alguien había entrado. Con desconcierto, Chuuya saco la navaja que solía llevar en el bolsillo de su pantalón y decidido entró a la habitación, pasando del miedo a la sorpresa al observar a Dazai husmeando en su refrigerador.

- ¿Qué carajo haces aquí Dazai? - le cuestiono confundido Chuuya mientras guardaba la navaja en su bolsillo nuevamente. - ¿Cómo entraste?

- ¡Oh Chuuya! - le saludo alegre el castaño - qué bueno que ya viniste, empezaba a morirme de hambre.

- Aún no has contestado mis preguntas- le recordó serio.

- ¡Ay Chuuya! - se quejó infantilmente Dazai, - no pensaba pasar todo mi cumpleaños con Mori y Fukuzawa, eso me haría ver patético.

- ¿Y? – le miro ligeramente enfadado- eso no te da ningún puto derecho a entrar como un psicópata a la casa de alguien más. ¡Es que mierda, Dazai! ¿no podías avisar que vendrías?

- Pero si no me has dado tú numero- se defendió con fingida inocencia el castaño. Chuuya suspiro exasperado.

- ¿Cómo entraste?

- Ah eso, tengo mis trucos ¿sabes?

- Estás enfermo, Dazai – afirmo Chuuya más para sí mismo, - pero te advierto, si una mis puertas o ventanas está mal, tú pagas la reparación.

- Cálmate Chuuya, estás hablando con un experto- le calmo orgulloso el castaño.

- Sí, claro- entono sarcásticamente Chuuya, - hablar con un maldito psicópata es lo que hago.

- Ten- le ofreció Dazai tendiéndole su teléfono- si me das tu número nos ahorraremos muchas molestias.

Un tanto desconfiando, Chuuya lo tomo y marco su número en él.

- Listo.

- Perfecto, chibi- le sonrió Dazai.

- Perfecto, momia- dijo Chuuya correspondiendo la sonrisa del castaño.

- ¿Y qué tal tu cita?

- Ahh- suspiro Chuuya caminado por la cocina- creo que algo aburrida.

- Lo sabía- intervino satisfecho Dazai- cualquier vegetal tiene más gracias que esa chica.

- No digas esas cosas- le regaño Chuuya sacando unas cosas del refrigerador, atando un momento después un delantal a su cintura.

Zurcir [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora