Capítulo XXVII: Una última promesa

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El sol estaba a un paso de dar su último suspiro cuando Dazai decidió salir del refugio que le otorgaban los brazos de Chuuya. Kouyou no tardaba en llegar y tanto Chuuya como él necesitaban asearse adecuadamente. Así que tras un fugaz beso dejado en el hombro del muchacho a su lado, Dazai liberó a Chuuya ofreciéndole un panorama entero de su rostro; húmedo debido al paso de las lágrimas.

— Luzco patético, ¿no es así? — se burló de sí mismo Dazai, mientras trataba de borrar con sus manos cualquier huella del llanto en sus mejillas.

La fragilidad era una característica que sin duda alguna definía la condición humana. Pero, para Dazai, mostrarse así no dejaba de tener su pisca de vergonzoso.

— Claro que no — objetó Chuuya, acunando el rostro de Dazai entre sus manos.

— ¿No?

— Por supuesto que no, amor — volvió a negar Chuuya, dejando un tierno beso en la punta de la nariz de Dazai. — Tan solo eres humano.

«Humano»

Resonó con fuerza la palabra en la cabeza de Dazai, inundando su pecho de un sentimiento similar a la conmoción y la alegría. Sin embargo, cuando la palabra amor fue procesada unos segundos después, el muchacho no pudo evitar voltear hacia Chuuya con incredulidad.

— ¿Acabas de llamarme amor? — Miró Dazai a Chuuya, con una hermosa sonrisa capaz de iluminar una habitación entera.

— Sí...— lo miró apenado Chuuya, tratando de evadir la mirada castaña sobre él. — ¿No te gusta?

— No es eso, solo qué... ¿puedes decirlo otra vez? — preguntó Dazai, ilusionado.

— Amor — volvió a repetir Chuuya, soltando una pequeña risita al final. — ¿Te gusta cómo suena, amor?

— ¡Joder, Chuuya! — río Dazai, jalando al pelirrojo del brazo para llenarlo de besos. — ¡Claro que me gusta!

— ¡Dazai, basta! — dijo entre risas Chuuya, tratando de alejar al muchacho de su lado. — Tenemos que bañarnos y arreglar todo esto.

— Bien — frenó sus acciones Dazai. — Pero dilo una vez más, por favor.

Amor — soltó con calma Chuuya.

— ¿Sí, cariño?

— Lo digo en serio, tenemos que arreglar todo este desastre o Kouyou te matara si regresa y nos encuentra así.

— Acabas de romper la magia, Chuuya — suspiró decepcionado Dazai.

— Te quiero vivo ¿sí? — Chuuya beso la mejilla de Dazai. — ¡Vamos! Hay que bañarnos.

— ¿Juntos? —

— ¿Crees que podamos bañarnos en 15 minutos si entramos juntos?

— Ah... no realmente.

— Ahí tienes tu respuesta.

— Entonces apresúrate, Chuuya. Debemos hacer que tu cuarto quede igual que el de un monje — declaró Dazai.

Con ese afán en mente Dazai y Chuuya compartieron una sonrisa de complicidad antes de entregarse a la tarea de dejar impecable la habitación. Después de una ducha rápida y casi en tiempo record, cambiaron las sabanas de la cama, recogieron cuanta prenda había quedado en el piso y ordenaron los estragos que había dejado su reconciliación.

— Toma. — Le lanzó un rollo de vendas Chuuya a Dazai. — Logre encontrarlas en el botiquín.

— Gracias.

Zurcir [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora