Capítulo XI: La última palabra

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«Maldito cobarde, pero claro, era de suponerse», concluyo irritado Chuuya en cuanto termino de leer el mensaje de Dazai.

La carga que sentía el pelirrojo por haber dado el primer paso besando al chico era abrumadora. Si bien el beso fue, en efecto, una acción espontánea y no planificada, no por ello el contacto había sido menos deseado. Cuando sintió los labios del otro y la forma en que estos respondieron con esmero, se había emocionado y permitido disfrutar del tacto de Dazai tomando su cintura. ¿Sí se arrepentía? Para nada, el beso le había puesto fin a las preguntas en su cabeza.

Aunque claro, esa seguridad sobre lo que sentía y quería no opacaban sus miedos, mucho menos si se trataba de hablar sobre sentimientos con el cambiante muchacho de vendas. El domingo, unos segundos antes de despedirse, ambos habían acordado mantener una conversación sobre lo ocurrido, pero ahora, con el mensaje del castaño avisando que no podría verlo por un supuesto proyecto de clase, Chuuya empezaba a titubear sobra la forma en que debería actuar.

«¿Acaso Dazai hará como si nada pasó?». Gruño, quería ir y reclamarle al castaño de inmediato, gritarle que era un imbécil y un cobarde por no querer hacerle frente a las cosas, sin embargo, súbitamente un comprensivo pensamiento invadió su mente, «No es correcto». Si él estuviera en su lugar no le gustaría que lo forzaran, debía darle al chico el tiempo y el espacio que necesitara para reflexionar, aunque detestara prolongar las cosas y ello implicara empezar a dudar.

Derrotado, resoplo y avanzo hacia la salida dispuesto a marcharse, hasta que la sorprendida voz de Kouyou lo detuvo.

— ¡Chuuya! — Se acercó la mujer. — ¿A dónde crees que vas? ¿No deberías estar tomando clases con Dazai? — le interrogo.

— Hola Kouyou — le saludo con voz tranquila Chuuya, — dijo que tenía un proyecto que terminar.

— Agh ese niño — gruño malhumorada la pelirroja, — espero que no vaya a dejarte colgado.

— ¿Tú crees que ya no quiera ser mi tutor? — le cuestiono ligeramente preocupado Chuuya.

— No me sorprendería — comento con dureza Kouyou. — Mori y Fukuzawa se esfuerzan por él y siempre termina haciendo lo que le viene en gana.

— Ya veo...

— Aunque me parece admirable que haya aguantado hasta aquí, realmente creí que terminaría por buscar a otra persona la primera semana.

— Bueno, también creo que nos estamos adelantado — hablo incómodo Chuuya rascando su nuca. — Tal vez solo está ocupado intentando resolver algo...

— Eso espero, pero tú no te preocupes. ­ — Le tranquilizo Kouyou pasando una de sus manos por su espalda para animarlo. — Si pasa algo ya veremos cómo arreglarlo.

— Gracias, Kouyou.

— Ahora — soltó con renovado entusiasmo la mujer, — ¿por qué no vamos por unos postres? Arthur dijo que llegaría temprano, podemos merendar juntos, sirve para que lo conozcas al fin.

— Ahh... no lo sé...

— Vamos querido, así te distraes un rato. Por favor — le pidió con ilusión en los ojos la pelirroja. ¿Cómo podría negarse a eso?

— Está bien — acepto Chuuya con una sonrisa pintando sus labios. — Me encantaría pasar la tarde con ustedes

— ¡Ah! ¡Eso es genial querido! — exclamó con dicha la mujer. — Entonces vamos por el auto y luego pasamos a la pastelería, puedes elegir lo que quieras — le informo empezando a caminar hacia el estacionamiento.

Zurcir [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora