Capítulo XVIII: El festival del O-bon

3K 329 244
                                    

Lentamente la sala empezó a ser invadida por la cálida luz mañanera de agosto; tocando los rayos del sol desde las blancas paredes y los bonitos cuadros que adornaban la habitación, hasta los rostros de los jóvenes que descansaban sobre el sillón.

Con Chuuya sobre su cuerpo Dazai fue el primero en despertar ese día. Azotado por el dolor en su espalda y con los brazos completamente dormidos, el castaño abrió los ojos dispuesto a retirarse del largo sillón en el que descansaba, sin embargo, con en el pequeño cuerpo adormilado encima suyo, el muchacho suspiro agotado conduciendo ambas manos hasta la espalda de su pareja que dormía imperturbable. Pues aunque deseaba levantarse y tomar una ducha rápidamente, el cuerpo del pelirrojo le era tan reconfortante y le llenaba de paz que poco le importaba seguir siendo usado como colchón.

Por su parte, y después de varios minutos, mareado y con un dolor recorriendo su cabeza, Chuuya removió su cuerpo incomodo acunando su cabeza entre el cuello y el hombro de Dazai. Poco consiente de la posición en la que estaba, el pelirrojo se aferró al pecho del castaño buscando impregnar su cuerpo de la calidez que desprendía este, no obstante, pese a su intento de conciliar el sueño nuevamente, el malestar instalado en su cuerpo logro sacarle un pequeño pero audible quejido.

— ¡Ah! — se quejó suave el pelirrojo, provocando una boba sonrisa en el castaño.

— Eres un pésimo bebedor, Chuuya — susurró Dazai a su oído, peinando con sus dedos los cabellos rojizos del chico.

— Cállate — pidió en un susurro Chuuya, afectado por los punzones en su cabeza — odio esto, no volveré a beber en mi vida

— Esa ni tú te la crees — rio suave Dazai, consiente de la nueva fijación de Chuuya por el vino.

— Por favor, Dazai, cállate — repitió el chico, con la cabeza escondida en el pecho del castaño ahora —. Me duele la cabeza.

— Entonces levántate, cariño — sonrió con picardía recordando la confesión del pelirrojo frente al apodo —, necesitas tomar algo.

— Mmh... — musito Chuuya torciendo su boca en un corto mohín.

— ¡Vamos, chibi! — insistió Dazai — Ango y Oda deben tener algo que pueda ayudar.

— .... Bien — accedió de mala gana Chuuya, removiendo lentamente su cuerpo del castaño, pero, cuando tuvo la intención de mover su pierna izquierda con el fin de pararse, su cuerpo perdió el equilibrio provocando su caída.

— ¡Mierda! — mascullo molesto desde el suelo — ¿por qué carajo estábamos durmiendo en el sillón? — bramó.

Divertido por la situación, Dazai soltó una alegre carcajada.

— ¡No te rías, bastardo! — gritó Chuuya de inmediato, recobrando la postura.

— ¡Oh vamos, chibi! — si inclino hacia el pelirrojo para ayudarlo — si estuvieras en mi lugar harías lo mismo.

— Agh — gruñó cansino Chuya, mirando a Dazai —. Solo ayúdame.

Con delicadeza Dazai tiro de los brazos de Chuuya, caminando posteriormente hasta la habitación que compartía el pelirrojo con Ango. Con la ausencia del de lentes en el lugar y con las cobijas de la cama inmaculadas, mareado, Chuuya se dejó caer en el colchón agotado.

— ¿Puedes buscarme una pastilla? Por favor — pidió el pelirrojo, llevando su mano derecha a la parte trasera de su cabeza.

— Sí, ya vengo.

Dazai se retiró rápidamente de la habitación topando su camino con la figura de Oda, que, para su fortuna y la del mismo Chuuya, venía con una pastilla y un vaso en las manos. Avergonzado por la sonrisa burlona que le ofreció Oda frente a su faceta de "novio protector", como le llamo, el castaño no pudo murmurar más que un simple «Gracias». Entrando de nuevo a la habitación con Chuuya.

Zurcir [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora