Capítulo XIV: En tus brazos

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Cuando el auto freno sin cuidado estacionándose frente al buzón de la casa, lo primero que divisaron ambos jóvenes fue la esbelta figura de Mori en bata esperando justo debajo el pórtico. Su semblante, aunque ligeramente molesto, denotaba preocupación, una que no hizo más que incrementar al reparar en la imagen del pequeño pelirrojo apoyado de uno de los brazos de su sobrino.

Dejando las dudas atrás y la reprimenda que pensó, le daría al castaño en cuanto llegará, el azabache corrió hacia ellos centrando inmediatamente su atención en la herida de Chuuya, cuyo rostro se encontraba magullado también por los golpes.

— ¡Chuuya! Pero... ¿qué paso? Pasa para que te revise — atino a decir con notable preocupación Mori, conduciendo a ambos muchachos hasta la sala. Una vez ahí, añadió: — Dazai, sube rápido por mis cosas a la oficia y trae agua.

Ni bien hubo acomodado a su pareja en uno de los sillones de la habitación, el castaño salió disparado en dirección a las escaleras.

— ¿Cómo ocurrió la herida en tu mano? — preguntó cauteloso Mori ayudando al pelirrojo a quitarse la sudadera para examinar la herida — no es necesario que me expliques lo que sucedió, mi única prioridad ahora es atenderte bien —. Intento tranquilizarlo.

— Fue con un cuchillo tablón — explico avergonzado Chuuya desviando la mirada del médico — ... me hice el corte cuando metí ambas manos para evitar que me apuñalaran.

— ¡¿Qué?! ... — gritó horrorizado Mori, que no podía entender como un muchachito como Chuuya había terminado en una situación así.

— Volví — irrumpió fatigado Dazai pasando el maletín a Mori. A su espalda, bajaba Fukuzawa con el botiquín de primeros auxilios dispuesto a ayudar — voy por el agua —. Se retiró nuevamente marchando hacia la cocina.

— Yo puedo atender la herida del labio — se ofreció Fukuzawa con semblante afable. Corriendo la pequeña mesa de la sala hacia ellos para acomodar la serie de objetos que usarían para atender al pelirrojo.

— Gracias Yukichi — agradeció suave el azabache empezando a retirar el vendaje puesto por su sobrino anteriormente en la mano izquierda de Chuuya.

Posteriormente, una vez el castaño volvió la sala se convirtió en un pequeño tumulto de pasos que iban y venían para curar las heridas de Chuuya. Quien por fortuna no había necesitado puntos para el corte en su mano, pero sí por la mañana y a pedido de Mori, debía ir al hospital para tomar la vacuna contra el tétano.

Una vez curado el pelirrojo empezó a sentir como empezaba menguar el dolor en su cuerpo, no obstante, el cansancio y la conmoción por lo acontecido, aún lo hacían sentir afligido.

— Toma esto, chibi — le habló Dazai pasando una taza de té a su mano derecha. La cual minutos antes, había sido preparada por Fukuzawa, quien para ese momento se encontraba entablando una resuelta conversación con su pareja en la cocida —. Mori quería llamar a Kouyou...

— ¿Quería? — preguntó antes de sorber el líquido de la taza.

— Le dije que era mejor llamarla a primera hora mañana para que puedas descansar.

— Ah... — suspiro muy triste Chuuya — gracias, no hubiera podido enfrentarme a ella ahora, va a estar muy decepcionado de mí. Soy un tonto y un...

— Kouyou te adora — intervino Dazai.

— Pero yo le mentí, no le dije nada de lo que me estaba pasando por... porque creí que era algo de lo que podría hacerme cargo solo — dijo en tono lastimero con la mirada hacia arriba para evitar llorar—. La engañe Dazai, me calle cada vez que preguntaba si necesitaba ayuda, yo... yo soy un gran idiota.

Zurcir [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora