Capítulo VI: Descubierto (segunda parte)

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Después de su pequeña pero sincera charla, un ambiente incomodo pareció instalarse en ambos muchachos. Con rapidez Chuuya acabó el resto de los ejercicios frente a él, guardando bajo la mirada del castaño su lapicera y libreta. Fijando su vista unos segundos en la ventana lateral de esa habitación, observó el tono rosa que empezaba a teñir el cielo, a su parecer, el atardecer prometía llegar más rápido que cualquier otro día.

Con prisa bajo el cierre de su bolso y se levantó del suelo, Dazai repitió la misma acción y sin más lo acompaño hasta la puerta de entrada. A ambos, en su interior, las palabras y la sinceridad del otro les sorprendió de manera inquietante. Chuuya se sentía en cierta medida vulnerable y expuesto, no entendía por qué carajo se abrió de esa manera con Dazai, y él, bueno, Dazai simplemente sabía que quería al pellirrojo fuera de su casa en ese momento, sus acciones, la prenda que le dio y el vago intento de consuelo durante esa charla, acabaron por asustarlo significativamente, así intentara negarlo.

Una vez en la entrada el castaño extendió su brazo para tomar el pomo de la puerta, sin embargo, esta fue jalada desde afuera causando un pequeño sobresalto en ambos jóvenes que, hasta ese momento, se encontraban sumergidos en sus pensamientos.

Al reparar en la presencia de ese hombre en el marco de la puerta, quien sin duda era el tío de Dazai, Chuuya lo saludo de inmediato en tono cordial, inclinando su cabeza como signo de respeto.

- Buenas tardes señor...- solo al aire.

- Ogai Mori- se presentó el azabache, quien cargaba una bolsa del súper en el brazo y una sonrisa de autosuficiencia pintando sus labios al observar a Chuuya. – Pero puedes llamarme simplemente Mori, eso del apellido me parece muy formal y serio.

- Es un placer conocerlo, Mori-san. Mi nombre es Nakahara Chuuya- repuso el pelirrojo con la mejor de sus sonrisas, luciendo encantador.

- Pero que amable muchachito- dijo complacido Mori-. Es bueno por fin poner un rostro a tu nombre Chuuya-kun, Kouyou me ha hablado mucho de ti.

- ¿A sí? - farfullo.

- Nada de qué preocuparse.

- Me alegra...

- Pero dime, ¿cómo van las tutorías? ¿Está haciendo un buen trabajo este necio? - pregunto señalando a Dazai, que lo observaba con expresión de enfado. - Suele ser muy flojo a veces, por no decir que siempre.

Chuuya soltó una risita.

- Sí, realmente me ha ayudado mucho- contesto francamente agradecido, sorprendiendo a los dos hombres.

- ¿En serio? – en respuesta Chuuya asintió con la cabeza, realmente lo que menos deseaba era elevar aún más el ego del castaño con su respuesta, no obstante, debía admitir que sin él se encontraría perdido.

- Me alivia escuchar eso, créeme que fue un reto tratar de convencerlo. Pero como siempre digo, nunca dudes del poder del chantaje y las artimañas.

- Entiendo...-contesto no muy convencido Chuuya- gracias por ello.

- Fue todo un gusto.

- Bueno... yo ya tengo que irme, y repito, fue un placer conocerlo.

- ¿No te quedas a cenar Chuuya-kun? – pregunto esperanzador.

- No, Chuuya ya se iba - hablo por fin Dazai- de hecho, creo que si no se va ahora no alcanzará el tren.

- Pero ese no es problema, puedo ir a dejarlo a casa después- insistió Mori.

Zurcir [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora