Capítulo XII: The Kings of the Night

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Llego agosto, extendiendo un intenso calor a lo largo de la ciudad de Yokohama. Era un mes en extremo caluroso, con temperaturas incluso más altas que las registradas en julio, pero, aun así, no dejaba de ser el mes más esperado por todos los estudiantes y habitantes de Japón, después de todo, eran las vacaciones de verano y el mes del Obon, una festividad en recuerdo de los muertos.

Dazai yacía en el suelo con las piernas extendidas leyendo un libro, mientras con la cabeza apoyada en su regazo, se encontraba su novio pensativo. Faltaba muy poco para saldar la deuda en el hospital, si sus cálculos eran los correctos, para finales de octubre terminaría con los pagos y sería totalmente libre, sin embargo, aunque la idea lo emocionaba, Chuuya no sabía que haría para abandonar The Sheeps. Dazai tenía razón, no lo dejarían ir tan fácil. Inconsciente, resoplo y volteo hacia arriba, encontrando la miraba de Dazai sobre él.

— ¿Qué pasa, chibi? — le cuestiono Dazai dejando a un lado su lectura.

— ¿Ah?

— Has estado muy pensativo todo el día — explicó. — Es por la pandilla ¿cierto?

Chuuya no contesto, más su silencio le dio la respuesta a Dazai.

— ¿Tienes alguna idea de qué podríamos hacer?

— ¿Podríamos? — preguntó tomando asiento junto al castaño.

— Se supone que las parejas hacen eso ¿no? — contestó sin importancia. Descolocando a Chuuya un momento. — Buscan soluciones juntas.

— Bueno sí, pero...

— Y no vengas con eso de son mis problemas — le imitó Dazai con voz chillona.

— No iba a decir eso — le miró indignado. — Es sólo que no sé cómo se lo tomaran cuando decida marcharme, especialmente el líder, jamás le he visto.

— Entiendo — murmuró Dazai — ¿Y si mandamos una redada para que los atrapen? Podemos planear una reunión y dar el sopló a los policías — Propuso con entusiasmo.

— No vamos a hacer eso, te das cuenta de lo bajo que suena — le recrimino. — Te recuerdo que yo tampoco estoy libre de culpa.

— Chuuya — le llamo en tono cansado Dazai — odio que tengas principios morales.

— Uno de los dos tenía que ser el decente de la relación.

— Un tonto es lo que eres, no deberías velar por nadie más que por ti.

— ¿Tú haces eso?

— Cállate — le miro mal. Claro que no lo estaba haciendo ahora.

— Entonces piensa en algo mejor — le dijo mientras se levantaba del suelo, era la hora de marcharse. — Me voy.

— ¿Qué? No se te olvida algo... — se quejó aún en el suelo Dazai.

— No.

— ¡Chuuya! — gritó.

— A veces eres una maldita molestia ¿lo sabías?

— Sé que amas eso — soltó mientras el pelirrojo le miraba desde arriba. Chuuya no contestó, más prefirió bajar nuevamente, pasando su mano por el cuello de Dazai para atraerlo y besar sus labios con cariño.

— Adiós, bastardo — se despidió cortando el beso.

— Chuuya.

— ¿Mm?

— Odio que sigas yendo a esa pandilla, así que solo resiste un poco más — dijo observándolo con semblante apagado. — Hallaré la forma de sacarte de ahí.

Zurcir [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora