Capítulo XIII: Una oveja entre lobos

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Durante el breve trayecto que le tomo llegar hasta uno de los rincones de ese horrible lugar; paredes maltratadas, iluminación tenue y uno que otro estante sin nada que almacenar, Chuuya no pudo evitar sentirse intimidado por las miradas de odio que le fueron lanzadas sin razón alguna. Sabía que el tipo de personas que frecuentaba ese club poseía una reputación más que cuestionable, pero, ¿hasta qué punto llegaría el grado de violencia dirigida hacia un desconocido?

De imaginarse el desastroso pero posible escenario, se estremeció ligeramente.

Era verano, y por la sudadera gris que cargaba el pelirrojo debía estar sofocándose de calor, pero, en su lugar, el hecho de saberse engañado no producía en su cuerpo otra sensación más que frío. Resignado, Chuuya comenzó a calentar sus músculos intentando calmar el nerviosismo con el compás tranquilo de su respiración, sin embargo, después de unos cuantos minutos encontró la tarea totalmente inútil, su cabeza no dejaba de pensar en la promesa implícita de Dazai esa tarde: Hallaré la forma de sacarte de ahí.

«JA»

Al recordarlo, el pelirrojo no pudo más que sonreír con amargura y culparse a sí mismo, desde que empezaron a salir habían sido no una, sino cientos las veces que el castaño le había insistido en el tema de abandonar The Sheeps, pero él, necio en su postura, se había negado alegando que aún no era el momento adecuado. Dios, había sido tan idiota y ahora empezaba a pagar las consecuencias.

Porque claro, tenía miedo, mucho más del que se atrevería admitir. Los tipos a su alrededor no eran ningunos principiantes o ingenuos en el arte de la lucha, la posibilidad de salir brutalmente herido era una constante.

— ¿Estás listo, Chuuya? — interrumpió de pronto la voz apenada de Shirase acercándose a él.

Sin meditarlo y muy enojado, el pelirrojo se giró hacia él y sin un rastro de duda en su cuerpo, empuño su mano para golpearlo con fuerza en el rostro, ocasionándole un sagrado nasal al peli gris.

— ¿Pero qué te pasa? Estás loco — jadeo sin aliento el muchacho intentado reponerse del golpe. —Maldición, eso dolió como los mil demonios.

— Es lo menos que te mereces, sabías que vendríamos aquí ¿no es cierto, Shirase? — le interrogó con la mirada cargada de dolor —. Juraste que pelear no acarrearía ningún tipo de consecuencia, pero mira donde carajo estamos ahora ¿no pudiste decir que no? Sabias las razones por las accedí a esto, sabías que no quería ninguna pelea de este tipo...

— Chuuya, lo siento, es solo que pensé que como necesitabas el dinero estaría bien para...

— Para mí ¿no? — río con ironía — hiciste esto porque te convenía, siempre ha sido así.

— Yo...

— Solo calla y contesta — le interrumpió serio el pelirrojo — ¿cuál es el propósito real de traerme a este lugar?

— ¿Qué? — trago con fuerza Shirase.

— La pandilla nunca se ha visto en vuelta con este tipo de gente ¿por qué ahora sí? — se explicó — ¿Qué pasa si no gano?

— Eso no va a pasar, eres increíble peleando.

— Los sujetos de aquí no son ningunos inexpertos, y mucho menos asumo yo, se molestarán por jugar limpio. Así que dime Shirase ¿Qué pasa si pierdo?

— No puedes perder.

— ¿Por qué no? — volvió a insistirle con impaciencia — anda, dilo. O creeré que lo que buscas es otro golpe.

Zurcir [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora