Ango podía admitirlo, la ciudad de Tokio era caótica, más no imponente para dos chicos criados bajo el ala de la ciudad portuaria de Yokohama, donde el movimiento y la prisa eran asuntos del día a día. Adaptarse, le había resultado relativamente sencillo. El ir y venir entre clase y clase, la escritura de ensayos semanales, la lectura diaria e incluso, los terribles primeros exámenes parciales, habían resultado soportables. Asuntos de práctica y organización.
Sin embargo, existía algo para lo que Ango no había estado preparado, su caótico y molesto compañero de habitación: Tayama Katai.
El joven, de cabellos negros y apariencia descuidada, era un holgazán de primera y una verdadera pesadilla nocturna. Descansando de día y trabajando hasta bien llegada la madrugada, no dejaba dormir a Ango adecuadamente. Con las pantallas luminosas, el ruido de los computadores y sus murmullos de las mil y una ideas que volaban por su cabeza, estudiar se volvía una hazaña.
Al principio, Ango había intentado refugiarse en la biblioteca, entre el silencio y los tomos de libros, pero para bien o para mal, dormir era vital, y su falta de sueño empezaba a entorpecerlo.
— ¡Diablos! Parece que alguien tuvo una mala noche.
— ¡Siento que voy a morir! —se quejó Ango—. Ya no puedo recordar la última vez que dormí por más de tres horas seguidas.
— Dímelo a mí, desde que comencé medicina le dije adiós a mis ocho horas de sueño diario — dijo una joven, mientras tomaba asiento en la mesa de cafetería junto a Ango. — ¿Sabes lo importante que es que está belleza tenga un sueño reparador? —se señaló a sí misma, con una sonrisa en los labios.
Ango le devolvió la sonrisa. Adoraba a Yosano, tan encantadora y divertida.
— Desearía poder mudarme del campus como tú —dijo Ango—, pero mis padres creen que soy muy joven para eso. Como si no les hubiera demostrado miles de veces lo responsable que soy.
— Bueno, eres su único hijo después de todo—reflexionó Yosano—, tal vez sientan que estás creciendo muy rápido.
— Lo sé —suspiró Ango—pero de verdad, necesito dormir. Hoy prácticamente bostece durante toda la clase.
— ¿Ya intentaste hablar con Katai?
— ¡Claro que lo hice! —soltó casi indignado Ango—. Pero parece que solo finge oírme.
— Hay alguien molestó por aquí hoy—interrumpió una voz juguetona a su espalda. —¿Acaso sacaste un nueve en lugar de un diez?
Se trataba de Rampo. Un audaz e inteligente chico de cabello oscuro, amante de los dulces y el misterio.
— ¡No lo molestes! —lo defendió Kunikida de inmediato. Un joven de cabello rubio y gafas rectangulares que acompañaba a Rampo—. Se ve que el pobre no ha podido dormir en días.
— ¿En serio? Pero si la solución es muy sencilla —contestó con simpleza Rampo, mientras abría el envoltorio de un caramelo para llevárselo a la boca.
— ¿Qué? ¿Asesinar a Katai? —bromeó Yosano —. Somos amigos, pero no me agrada la idea de arruinarme las uñas por esconder un cadáver.
— Aunque es bueno saber que no puedo contar contigo si cometo un crimen—se dirigió Rampo a Yosano—, no me refería eso. Sólo creo que podría mudarse con su caballero de brillante armadura.
— ¿Caballero? —preguntó confundido Kunikida.
— Oda, es obvio —se encogió de hombros Rampo, para luego dirigirse a Ango: — Tú caballerito lleva semanas diciendo que quiere mudarse, pero que no logra juntar el dinero suficiente aún. Si lo hacen juntos podrían dividirse los gastos. Además, con Oda en la ecuación, estoy seguro de que tus padres te dejaran ir.
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Zurcir [Soukoku]
FanfictionCon una madre muerta recientemente y cientos de deudas por pagar, Nakahara Chuuya se une a The Sheeps, un grupo de jóvenes pandilleros que vive del día a día. Sin embargo, su encuentro con un curioso joven de cabellos castaños y el cuerpo cubierto d...