Capítulo XVII: La ciudad de Tokio (segunda parte)

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Al salir del apartamento la caída del atardecer le pareció sumamente cálida, no porque el clima fuera especialmente caluroso, al contrario, era fresco y agradable, sino porque encontraba cierta calma acogedora en el ambiente, o al menos claro, eso era lo que experimentaba el pelirrojo en ese momento. Sus pasos seguían sin prisa alguna la figura de los jóvenes frente a él, y a su lado, sin tomarse de las manos, pero a una distancia lo suficientemente cerca para rozar sus brazos, caminaba Dazai luciendo arrebatadoramente apuesto. ¿A caso era consciente de lo bien que le sentaba esa camisa negra remangada hasta la mitad de sus brazos?

A mitad del trayecto Chuuya no pudo evitar girar la cabeza centrando su atención en el rostro del chico, apreciando el encanto de esos ojos color marrón. Eran de un tono demasiado común, cierto, sin embargo, el pelirrojo podía jurar que había una magia particular en ellos, probablemente, asociada a la forma que Dazai tenía de mirarlo. Insistente bajo su mirada a la comisura de los labios del castaño, observando, no sin una leve emoción recorriendo su pecho, una pequeña pero existente sonrisa en Dazai. Porque claro, el otro tampoco imagino estar en un escenario como este, con su pareja y amigos andando por las calles de Tokio.

— ¿Tengo algo en la cara, Chuuya? — arrojó con burla el castaño; sonriendo con sorna al reparar en el rostro avergonzado del chico.

— ¿No crees que te arreglaste mucho hoy? — prefirió decir el pelirrojo siguiendo con sus pasos.

— ¿Eso crees? — inquirió con fingida sorpresa Dazai — pero si me he puesto lo primero que vi en la maleta.

Inevitablemente y derrotado, Chuuya soltó una risita y añadió con pena:

— Te ves bien hoy.

— Lo sé — coincidió.

— No eres para nada modesto ¿verdad?

— No, pero si quieres saber algo...

— ¿Qué cosa?

— ...quise besarte desde que saliste de la habitación. Tengo un novio bastante bonito.

— Considérate afortunado — logro decir con pena Chuuya empezando a reír. Y es que, ¿cómo habían pasado de tolerarse a ser pareja en cuestión de meses?

— ¿Y ahora que tienes? ¿Qué es tan gracioso, chibi?

— ¿Cómo llegamos hasta aquí? — no pudo evitar preguntar con incredulidad el pelirrojo — es decir, por momentos creí que te caía mal. En serio muy mal.

— Eso no es cierto.

— ¿Eras pura fachada, entonces? — preguntó con cierta satisfacción Chuuya.

— Claro que no, es solo que nadie quiere pasar sus tardes haciendo de maestro.

— En especial si es alguien tan holgazán como tú.

— ¡Exacto! — apuntó Dazai—. Pero Mori y Kouyou no lo entendían.

— ¿Y te arrepientes de eso? De haber aceptado darme tutorías — se explicó expectante Chuuya.

— ¿Estás buscando respuestas cursis Chuuya? — le miró Dazai con picardía — No sé si es justo que me abra contigo cuando no eres capaz de decir directamente que me veo apuesto, "luces bien" no me sonó muy dulce de tu parte.

— Si hago eso sólo te inflaría más el ego — arguyó Chuuya.

— Ay chibi, eres un frío con tu novio — contrataco el castaño — además, no puedo creer que le dijiste a Kouyou sobre esta fiesta.

Zurcir [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora